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Audi Q7 50 TDI, hecho para viajar

Audi Q7 50 TDI, hecho para viajar

Hasta siete pasajeros pueden disfrutar en el viajero SUV de Audi, que ofrece grandes dosis de confort

U. Mezcua​

Sábado, 11 de julio 2020, 01:21

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Si hubiera que destacar la principal cualidad del Audi Q7 50 TDI, esa sería el elevado confort de marcha que ofrece. Y es que el mayor SUV de la casa bávara, concebido como su todocamino «de representación», permite viajar con un alto nivel de comodidad gracias a la agradable respuesta de su propulsor, a su suspensión neumática opcional y a un enorme despliegue de soluciones tecnológicas, quedándose tan solo a medio peldaño del A8 en esta materia y con la contraprestación de ofrecer unas cualidades off-road lógicamente mucho mayores gracias a su mayor altura y al infalible sistema de tracción total quattro de Audi .

Con sus 5,06 metros de longitud, es el segundo modelo más largo de Audi, quedándose a poco del A8, que alcanza los 5,17. Grandes cifras que, tras el volante, apenas se notan. El primer responsable es el sistema opcional de cuatro ruedas directrices: a baja velocidad, las ruedas traseras giran hasta cinco grados en dirección opuesta a las delanteras, facilitando mucho la tarea de maniobrar, por ejemplo, en un aparcamiento. Cuando se sale a la carretera también demuestran su utilidad. En este caso giran en la misma dirección que las delanteras, garantizando una mayor estabilidad.

El ajuste de la suspensión es extraordinario, minimizando como pocos otros vehículos los resaltos de la vía, a pesar de sus 2.240 kilogramos, incluso con el hándicap de las enormes llantas de 22 pulgadas. Así lo hemos notado con la opcional suspensión neumática adaptativa, que además permite modificar en función de las distintas necesidades la distancia al suelo, reduciéndola, por ejemplo, para circular a altas velocidades, o aumentándolas para un recorrido fuera del asfalto. De paso, también permite reducir la altura libre con el vehículo parado para facilitar la carga y descarga de pasaje y carga, opción que también se puede manejar gracias a una botonera situada en el maletero (desde la cual también se puede desplegar o replegar automáticamente la bola de remolque opcional). También entra en juego la opcional estabilización activa antibalanceo, que reducen el movimiento de la carrocería al circular por pistas rotas.

En marcha, el propulsor de 286CV refuerza esta sensación general de gran confort, al demostrar un comportamiento muy agradable. Aunque demuestra nervio si se le require, es por lo general muy suave y progresivo, especialmente con el modo Comfort del selector Drive Select, que actúa también sobre la respuesta del cambio Triptronic de ocho velocidades. El resto de modos son para primar la eficiencia (efficiency), la deportividad (dynamic) o el carácter off-road, además de la opción configurable Individual y la equilibrada Auto. No hemos notado grandes diferencias entre ellos, más allá de que el Efficiency hace algo más incómoda la conducción al ofrecer una respuesta general menos fluida; y el Dynamic incrementa un poco la rumorosidad del motor percibida en el habitáculo (que, por otro lado, está muy bien aislado).

Sobre el papel, homologa unos 8,6 litros a los cien kilómetros, que son justo los que hemos conseguido durante nuestra prueba, de unos 325 kilómetros, predominantemente fuera de la ciudad. Ahora bien, en nuestro caso ha pesado el fuerte calor, que nos ha obligado a hacer un uso intensivo de la climatización y de los asientos ventilados, lo que ha supuesto alrededor de medio litro «extra» a los cien kilómetros (según el ordenador de abordo, que ofrece el dato desglosado).

A pesar de ser diésel, luce la etiqueta ECO sobre el parabrisas, gracias a un sistema de microhibridación (mild hybrid) de 48 voltios, que reduce el consumo, según Audi, en 0,7 litros cada centenar de kilómetros recorridos. El sistema combina un alternador-motor de arranque por correa (BAS) y una pequeña batería de iones de litio. En las frenadas, el BAS puede recuperar hasta 8 kW de energía eléctrica y dirigirla a la batería. Si el conductor levanta el pie del acelerador a velocidades de entre 55 y 160 km/h, el Audi Q7 puede recuperar energía o avanzar en modo de marcha por inercia con el motor apagado hasta 40 segundos. El dispositivo BAS vuelve a arrancar el motor en cuanto se pisa de nuevo el acelerador, de un modo más rápido y suave que un motor de arranque convencional.

En el interior, el Audi Q7 hace gala de su posición de buque insignia. Abunda el cuero en el salpicadero, en los remates de las puertas y, por supuesto, en los asientos de ajuste eléctrico, que sujetan a la perfección el cuerpo (en nuestro caso eran los S plus, si bien aún hay una opción más confortable, los Confort, correspondientes con el nivel de equipamiento S Line). La disposición de tres pantallas (una el cuadro digital Audi Virtual Cockpit de 12,3 pulgadas, otra la del infoentretenimiento y mapas y una tercera para la climatización) resulta moderna, impactante y práctica. El gran inconveniente, tanto de ellas como de los remates en negro piano del salpicadero, es que son un verdadero imán de huellas.

Nuestra unidad estaba preparada además para alojar a siete pasajeros. Con esta configuración el habitáculo es muy modulable, y adecuarlo para cinco o siete personas es tarea simple y sencilla, gracias a las botoneras disimuladas en los laterales o en el maletero. El espacio con las dos últimas plazas desplegadas, eso sí, es limitado, y el maletero -que puede alcanzar los 770 litros- se reduce hasta la mínima expresión, aunque aún permite guardar varias maletas de tamaño cabina.

Ficha técnica - unidad probada

- Motor : diésel microhíbrido TDI 286CV

- Transmisión : automática Triptronic de 8 velocidades

- Tracción : total quattro

- Dimensiones : 5,06/1,97/1,74

- Consumo medio : 8,6 l/100 km

- Precio : 76.960 €

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