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JOSÉ ANTONIO POLO
BADAJOZ.
Lunes, 4 de noviembre 2019, 08:56
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Corría el año 1979 cuando Mercedes-Benz lanzaba un auténtico todoterreno, es decir, un vehículo con chasis independiente, tracción a las cuatro ruedas y caja de cambios con reductora. Era el Clase G.
Hoy día, después de 40 años, sigue siendo la élite del campo a través, usado también como vehículo de representación y de seguridad, pues son varios los jefes de Estado que lo utilizan, la mayoría blindados. En 1980 el Papa Juan Pablo II se movía entre sus fieles en un G230 y en 2007 Benedicto XVI en un G500. Mantiene intacto su prestigio como vehículo sólido y fiable, tanto dentro como fuera del asfalto, ganador en 1983 del París-Dakar.
Combina a la perfección las capacidades todoterreno extremas con una buena manejabilidad en la carretera. Por malos caminos, donde con otros SUV y todoterrenos hemos ido a 15 km/h, con este rodamos a 50 sin problemas de baches ni hoyos. La altura libre al suelo es de 24 cm. y 70 cm. de vadeo.
Fabricado en Austria, se trata de un cinco puertas que mide 4,81 metros de largo por 1,96 de altura (permite acceder a los parkings subterráneos) y 1,93 de anchura, siendo su maletero de 454 litros extensibles hasta 1.941 litros según se vayan abatiendo los asientos traseros. La rueda de repuesto no va en el interior para no restar espacio, sino en el exterior, sobre la puerta, siendo de igual tamaño que el resto, algo muy importante en un coche que se usa en el campo. Sus formas son muy cuadradas, sin curvas, lo que perjudica la aerodinámica pero repercute positivamente en el espacio interior. Su altura beneficia la conducción al dominar perfectamente todas las esquinas, y en caso necesario se pueden utilizar las cuatro cámaras que rodean al coche. Para acceder es muy útil el uso de los estribos.
La gama ofrece dos diésel, el 350d, un 3.0 litros de seis cilindros en línea, de 286 CV, cambio automático de nueve marchas, consumo oficial de 11 litros, si bien en nuestra prueba recogimos el coche con 1.000 kilómetros gastando 15,6 litros y lo dejamos con 2.100 kilómetros y media de 13,2 litros, a 150 km/h en autovía y mucho campo. Su velocidad punta de 199 km/h y acelera de 0 a 100 en 7,4 segundos, muy bien para un coche que pesa 2.500 kilos. El precio 115.600 euros.
El 400d suministra 330 CV, mismo consumo, alcanza los 210 km/h, acelera en 6,4 segundos y cuesta 119.600 euros.
Los gasolinas son el 500, un 4.0 litros de ocho cilindros en V con 421 CV, consumo 15 litros, máxima de 210 km/h, aceleración en 5,9 segundos y precio de 130.000 euros. Y en lo máximo la versión AMG 63, con 585 CV, mismo consumo, velocidad máxima de 220 km/h, acelera en 4,5 segundos y cuesta 180.100 euros.
Todos ellos llevan la tracción integral permanente, con la posibilidad de bloquear tanto el diferencial delantero como el trasero y el central, con reductora, elemento imprescindible cuando se rueda por mitad del campo.
La unidad de prueba contaba con opciones por valor de 25.860 euros, más de lo que valen muchos coches.
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