«No he hecho otra cosa en mi vida que bailar y vivir»
El montaje que conjuga mito y flamenco es la propuesta con la que la bailaora Rafaela Carrasco se estrena en el Teatro Romano
María isabel hidalgo
Martes, 26 de julio 2022, 14:03
Rafaela Carrasco (Tomares, Sevilla. 1972), comenzó a bailar flamenco con seis años, a los 23 fundó su propia compañía con la que ha ganado ... numerosos premios. Carrasco además ha sido directora del ballet flamenco de Andalucía. Imparte clases en importantes escuelas como el Centro Flamenco de Estudios Escénicos de Granada o en el Conservatorio Superior de Danza de Madrid 'María de Ávila', labor que compagina con el baile y la creación de coreografías. Es la protagonista de su último espectáculo 'Ariadna, al hilo del mito' que acaba de llegar al Festival de Mérida.
–Ha recorrido con este espectáculo los escenarios de Madrid, Sevilla, París...¿Qué significado tiene estar ahora en Mérida?
–Este teatro es un templo de la cultura, del arte...Para mi que vengo de la danza, del flamenco estar aquí tiene doble efecto, es como conseguir todavía más, porque esto es un Festival de Teatro, con lo cual estar aquí es un regalo. Venimos de teatros muy importantes, como el Chateaux de París. Por España tampoco paramos, pero hay sitios que tienen algo especial, la historia, la trayectoria, el lugar y este es uno de ellos.
–¿Era un objetivo estar en el Festival?
–No lo pensamos, de hecho esto era casi intocable para mi. Estar en este teatro ha sido una casualidad, Jesús Cimarro vio nuestro espectáculo y nos propuso venir a Mérida.
–¿Qué verá la gente en Ariadna, que peso tiene el baile en el montaje?
–Es muy potente y poderosa, no solo el personaje sino los cuatro bailarines, la música, los cantaores son fantásticos. A partir del flamenco se muestra una intensidad que más allá del baile muestran una obra con muchos mensajes a la vez...además la voz en off añade una carga dramática importante. Si el espectador se sienta y ve, se va a llenar de muchas cosas.
–¿Cómo consigue unir la tragedia griega con el flamenco?
–Porque tienen mucho en común, el flamenco también es muy trágico, se adapta a cualquier cosa. Los palos del flamenco no cuentan historias, cuentan emociones, las soleas las seguidillas o alegrías no cuentan nada en sí, pero si tienen una emoción en el cante, las letras, la guitarra y el baile que interpreta todo eso.
–Sí, pero hay que tener una capacidad especial para identificar esas emociones y conectarlas ¿o se aprende?
–Hay que hacer un trabajo de mesa, donde nos reunimos todo el equipo para descubrir que viaje queremos hacer con el personaje, pero también es necesario tener la sensibilidad, la creatividad o el acierto de conectar la dramaturgia de la obra con la parte adecuada del flamenco.
«El techo de cristal si lo siento, pero no porque no se me haya permitido subir, sino porque no hay conciliación familiar»
–¿Qué palos del flamenco y emociones veremos en Ariadna, al hilo del mito?
–Se hacen cantes por soleas, peteneras, bulerías, tango...Hay muchas cosas que son rítmicas y cantes tradicionales que lleva a la protagonista por la soledad, las pasiones, los miedos.
–¿Esa soledad de la que habla Ariadna se da también ahora pese a que estemos más conectados que nunca?
–Cada vez vamos a más soledad, eso es así. Yo cuando me embarco en un proyecto tengo que tener algo de necesidad para estar en él. Trabajar en las historias que luego voy a llevar al escenario es un viaje interior flipante. Con este montaje me he tenido que poner en la piel de otras mujeres. Yo no he sentido nunca ese patriarcado tan absoluto del que se habla en la obra, pero estamos inmersos en el y somos afortunados de estar en esta sociedad.
–En esta edición están pasando grandes personajes femeninos por el escenario ¿se siente identificada con ellos?
–Puede que me idenfique en que yo he tenido una vida de superación, indistintamente del género. He participado en mesas de trabajo y la mujer artista sí tiene un techo de cristal, ha sufrido el machismo, yo no he sufrido machismo. El techo de cristal si lo siento, pero no porque no se me haya permitido subir, sino porque en este país hay una parte que no está en igualdad, la conciliación familiar. Tengo un hijo con 16 años y es complicado sacar adelante tu carrera y estar con tu familia.
–Habla de superación, empezó a bailar muy joven ¿ha sido difícil?
–Empecé a bailar con seis años en mi pueblo. En mi casa no hay profesionales del flamenco, mi madre y mi padre siempre han cantado flamenco en casa, de oído, algo natural. Ya se ha perdido bastante, pero en ese momento en Andalucía nuestra banda sonora era el flamenco. De pequeña iba a ver los festivales de flamenco, siempre desde un sitio humilde porque no teníamos posibilidades.
–No tiene antecedentes flamencos.
–No he tenido trayectoria flamenca pero siempre ha estado presente en mi vida. Empecé a bailar como cualquier niña de Sevilla que baila para la feria... a partir de ahí dije esto me gusta y esto es lo que quiero . No he hecho otra cosa en mi vida que bailar y vivir, el flamenco forma parte de mi. Llevo toda la vida bailando y enseñando. Empecé a dar clases muy joven, las daba para ganar dinero y poder pagarme la academia, porque en mi casa siempre ha habido dificultades.
–Ahora da clases en importantes escuelas de danza
–sí, mi superación es mi pedagogía, ahora que soy catedrática de baile flamenco en el Conservatorio Superior de Madrid, mi evolución ha ido siempre paralela conmigo y eso me ha hecho aprender mucho y analizar lo que yo he hecho para poder enseñar.
–¿Qué le hizo dar el salto de bailar a ser también coreógrafa?
–Esa semillita estaba siempre dentro, siempre había tenido esa inquietud y Mario Maya me abrió las puertas a ese mundo enorme. El lenguaje flamenco se me quedaba pequeño, necesitaba contar más cosas, contar emociones. Cuando llegué a Madrid descubrí el lenguaje de la danza contemporánea, descubrí un mundo nuevo y necesitaba contarlo así que monté mi compañía.
–¿Qué disfrutas más bailar o crear?
–Que dedo me corto que no me duela. No me considero una gran intérprete, cuento las cosas desde mi cuerpo, desde mi emoción. Imagino que en algún momento diré que ya no quiero bailar más y seguiré creando. O directamente no quiero seguir luchando, porque dirigir una compañía es precario y una lucha titánica constante para conseguir ayudas donde tienes que demostrar una y otra vez tu trabajo.
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