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Un vecino que va en silla de ruedas critica la falta de accesibilidad en edificios públicos

M. Á. M.

MÉRIDA.

Domingo, 30 de septiembre 2018, 08:59

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Antonio Barral, un vecino de Mérida que, desde hace varios años, se mueve por la ciudad en silla de ruedas a causa de los estragos que le ha causado la enfermedad del azúcar, se queja a HOY de que, en las últimas semanas, se ha encontrado con barreras arquitectónicas en edificios públicos y ha tenido que hacer frente a situaciones que no le han puesto nada fácil moverse con normalidad por la ciudad.

Cuenta Barral que un día que estaba por el centro y necesitaba acceder a un baño público optó por hacerlo en los que acoge el edificio principal del Ayuntamiento. «Entré en el aseo de caballeros y cual fue mi sorpresa cuando descubrí que el baño no está adaptado. Me parece una situación vergonzosa, indignante y lamentable».

Pero dice que ahí no queda la cosa. Cuenta que otro día que tenía que hacer unos trámites en la sede del Organismo Autónomo de Recaudación (OAR), cuando fue a acceder al edificio situado en la avenida Extremadura, se topó con un gran escalón. «Me negué a que nadie me ayudara a entrar, porque me sentí muy mal en esa situación. Así que me tuvieron que atender en la calle. Menos mal que ese día no llovía...» cuenta Antonio. «No entiendo como un edificio público, al que acuden a diario los vecinos de Mérida para hacer sus trámites, no esté adaptado a personas que van en silla de ruedas», se lamenta.

Coger taxi adaptado

La última situación «lamentable» a la que se ha tenido que enfrentar Barral es según relata, encontrarse en el centro de Mérida a las 22.30 horas después de tomar algo en la Plaza de España con unos amigos de Barcelona y no encontrar ningún taxi adaptado que le lleve a casa.

«En el momento en el que decidimos irnos a casa, me acerco a la parada de la Plaza de España y me dicen que no hay disponible para mí ninguno de los taxis adaptados que prestan su servicio en Mérida. Totalmente indignado me acerco a la Policía Local y les explico mi situación. Y la única opción que me da uno de los agentes es levantar a un taxista de la cama, que es amigo suyo, que en esos momentos no estaba de servicio para que me hiciera el gran favor de llevarme a mi casa».

Dice que no entiende cómo, en una ciudad como Mérida, y por la noche, a una hora razonable, no hay a disposición de las personas que lo necesitan un taxi adaptado en la principal parada de la ciudad.

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