
Félix Palma
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Félix Palma
Félix Palma, director del Consorcio de la Ciudad Monumental, abrirá este miércoles el nuevo ciclo de conferencias del Liceo de Mérida (a las 20.00 ... horas en la sede de Moreno de Vargas) con una charla sobre el Templo de Diana a lo largo de la historia.
–El monumento fue objeto de una profunda investigación en los años 70 y 80 del pasado siglo, a lo que se han sumado varias intervenciones en las últimas décadas, entre ellas su incorporación a una plaza pública. ¿Faltan cosas por descubrir del Templo de Diana?
–El Templo de Diana siempre ha causado admiración a lo largo de la historia entre estudiosos y viajeros. Como el Teatro Romano, parece que se conoce todo, pero hay ciertos aspectos que aún se desconocen. Se sabe cuál era la configuración interna del edificio, dónde estaba la cella y el pronaos, las columnas que tenía… Pero hay muchos aspectos relevantes que no se conocen.
–¿Como cuáles?
–La advocación, a quién estaba dedicado. Siempre se le ha llamado Templo de Diana porque Moreno de Vargas lo asemejó al Artemison de Éfeso, pero era una manera de ensalzar lo de aquí. No había ninguna rigurosidad desde el punto de vista arqueológico. El primero que dijo eso fue Antonio de Guevara, quien en 1539 dijo que el edificio estaba dedicado a Diana. Moreno de Vargas lo que hace es tomar esa idea y la plasma en su publicación, que es la que ha cuajado. Cinco años después, Juan Bravo hizo una serie de advertencias y dijo que no era así. Pero la historia era tan bonita, tan cerrada, que la sociedad de aquella época no se lo compró. También ha habido muchas teorías sobre si estaba dedicado a Júpiter, al culto imperial… Últimamente la que se defiende es que estaba ligado a Roma y a Augusto. Lo sabemos porque hay muchas ciudades de nueva creación con templos similares. Augusto no permitió en vida que se le dedicaran templos, pero astutamente lo aceptó si se vinculaban a Roma. Aún así, no tenemos la inscripción que presidiría el frontal y que lo aclararía.
–¿Qué más se desconoce del Templo de Diana?
–Sabemos que el templo estuvo en uso hasta el siglo IV. Con el Cristianismo estos edificios paganos empiezan a abandonarse. Y en el siglo XV el señor de los Corbos lo reutilizó como palacio. Pero no sabemos qué pasó entre el siglo IV y el XV. Entendemos que estuvo siempre en uso, porque eso fue lo que hizo que se conservara, y tenemos algunas teorías; pero hay lagunas. Qué pasó por ejemplo cuando el Cristianismo se hizo la religión oficial. Muchos templos fueron destruidos a lo largo del Imperio Romano, y este parece que no.
–¿Qué falta por excavar?
–Las excavaciones en el edificio no nos van a aportar más información. Tenemos documentados la cimentación, su compartimentación... Sabemos que algunas de las restauraciones que se hicieron en los años 70 y 80 pusieron columnas de más. Sabemos que el nivel de suelo estaba por encima de la casa palaciega… El Templo de Diana se conocía muy bien, porque hay una monografía de José María Álvarez y Trinidad Nogales, y una publicación fantástica de José Luis de la Barrera. Pero lo que no se conocía era el lugar donde estaba inserto el templo, que era el foro. El libro que hicimos desde el Consorcio y el Instituto de Arqueología aportó contexto, cómo el foro se fue reformando y este viejo edificio augusteo se fue manteniendo. Porque estamos hablando del edificio más importante del espacio urbano más importante de la ciudad más importante de Hispania.
–¿Qué aportó ese estudio?
–Gracias a las intervenciones que se hicieron, dentro de un proyecto de investigación, fuimos conociendo el foro. Siempre hay alguna posibilidad de añadir algo más, pero la cosa está muy limitada, a expensas de que encontremos algún epígrafe que pueda arrojar algo de luz.
–En cuanto a los usos actuales, ¿cuándo se aprovechará el criptopórtico en el sótano?
–El proyecto que se concibió a partir de 2008 pretendía recuperar arquitectónicamente con un lenguaje contemporáneo los antiguos espacios romanos. También era una integración social, para recuperar la vida que tuvo este espacio a lo largo de su historia. A eso se ha añadido la conversión del templo como un centro de interpretación, la plataforma que se instaló como escenario… Y qué hubiera sido de Emerita Lvdica, que ahora sabemos el éxito que tiene. Su espaldarazo viene de la apertura de este espacio para ese tipo de eventos. Y hay otros proyectos a la espera, como la recuperación del criptopórtico. En aquella época era un espacio de almacenaje, pero tiene muchas posibilidades desde el punto de vista museográfico. La idea es aumentar la oferta patrimonial para que se requiera más tiempo de visita.
–¿Y los locales del edificio perimetral del Templo de Diana?
–El edificio está inacabado, ese es el problema que tiene. Primero hay que acabarlo, creo que con financiación pública. Y a partir de ahí que haya una gestión de uso desde lo público y lo privado, pero hay que definirlo muy bien a la espera de presupuesto para poder afrontarlo.
La charla sobre el Templo de Diana abrirá un nuevo ciclo de conferencias del Liceo de Mérida en colaboración con el Instituto de Arqueología y el Consorcio de la Ciudad Monumental. Hasta el 25 de junio, cada miércoles se celebrará un encuentro dedicado a la divulgación de la historia y la arqueología. Se hablará de los nuevos hallazgos de la plaza de Santa Eulalia, del urbanismo emeritense a lo largo de la historia y de las mujeres en Augusta Emerita, pero también de los últimos datos sobre Atapuerca y Tarteso.
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