Borrar
¿Qué ha pasado hoy, 17 de marzo, en Extremadura?
Excrementos de palomas acumulados en la pared de los bloques de la Corraleta.

Ver fotos

Excrementos de palomas acumulados en la pared de los bloques de la Corraleta. Brígido

La plaza de la Corraleta, el refugio de las palomas

Los vecinos de la plazoleta, que se ubica en La Antigua, critican la proliferación de los excrementos de las aves y su falta de limpieza

MARTA PÉREZ GUILLÉN

Viernes, 15 de septiembre 2017, 07:11

MÉRIDA. En el suelo. También en la fachada de los bloques de pisos que delimitan la plazoleta. Incluso en el cableado que sobresale por las paredes. «Y en la ropa que tendemos», apunta una de las vecinas que se dispone a recoger lo que ya está seco. La acumulación de excrementos en la Corraleta, que se ubica junto al colegio de Nuestra Señora de La Antigua, pone mal cuerpo a cualquiera.

Se trata de una plazoleta delimitada por 168 pisos repartidos en diferentes bloques. Cuenta con sus zonas verdes y grandes árboles, que proporcionan sombra y sirven como lugar en el que anidan todo tipo de aves, aunque en su mayoría son palomas. «Hemos visto hasta patos», comenta una de las vecinas. Y no solo se las detecta entre las copas y las ramas. El hecho de que algunos pisos se encuentren abandonados provoca además que las palomas campen a sus anchas por los balcones y ventanas. Con solo un vistazo es fácil localizar los apartamentos que sirven como refugio a estos animales. En apenas unos metros de pared se pueden observar hasta veinte ejemplares.

Su presencia deriva no solo en la proliferación de excrementos, que se mezclan hasta con el plumaje, por cualquier rincón de la Corraleta. «Cuando no se mete una en tu casa, aparece muerta en el balcón», recalca una afectada. Los vecinos intentan transitar lo menos posible por la plaza. Las madres no quieren que sus hijos jueguen en el espacio. Y no solo eso. «La mayoría de las veces nos encontramos la ropa tendida llena de porquería, que además no se quita con un lavado. Necesita hasta tres», apuntan. Reconocen que su presencia podría estar justificada con que haya vecinos que las alimenten. «Se ve que alguien les deja pan. Esto es su paraíso», subrayan.

Falta de baldeo

A la cantidad de suciedad que provocan las palomas se suma también la de los perros. En las pequeñas zonas verdes, en las que están prohibidos, se acumulan también sus excrementos. «Los propietarios no las recogen y los operarios de limpieza tampoco», recalcan. Pese a la problemática, los afectados coinciden en que sí que se limpia en la zona, aunque no con la determinación e intensidad que requiere la plaza. «Las calles necesitan un buen baldeo para retirar la suciedad y eso hace bastante tiempo que no se hace», indica un vecino.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

hoy La plaza de la Corraleta, el refugio de las palomas