¿Qué ha pasado este sábado, 6 de diciembre, en Extremadura?
Pepa Rus, Olga Hueso, Silvia Abril y Gabriela Flores, en la función de anoche. J. M. Romero
Festival de Teatro de Mérida

Chute de feminismo y comedia en el Teatro Romano

Verso ágil y deslenguado para un reparto que conectó con el público desde el inicio

A. Gilgado

Jueves, 6 de julio 2023, 07:14

Votó varias leyes anoche el Romano. Y lo hizo después de noventa minutos de carcajadas. De papeletas verdes se llenó el auditorio. Unanimidad. Machismo enterrado. ... Solo mujeres en el escenario. Seis. Tan pronto eran la madre y el padre. El violador o el niño malcriado. La diosas Némesis con acento francés o la científica castigada. Verso rápido. Deslenguado. Con cierto vértigo y a coros. Entran y salen de la escena. Con barba postiza, con acento catalán o de Tarifa. Pero siempre con risa al final de cada estrofa. Números musicales. Interpelación al público final y comedia redonda. De las que el espectador recuerda y los actores disfrutan en el Festival de Teatro Clásico de Mérida.

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Confesó ya sin maquillaje Silvia Abril, la cabeza de reparto, de un sueño cumplido y de que hablará siempre de como conectó con el público desde el inicio. Se le llenó la boca del ¡Gracias Mérida! Repitieron sensaciones sus compañeras. Todas bajaron al final del estreno por el peristilo encantadas de lo que habían experimentada con la gente que les acompañó. Se encomendaron antes a Margarita Xirgu. Había generado expectación esta producción del Festival con El Terrat por ver cómo ponían del revés a Aristófanes.

A la función original escrita hace 2.400 años le faltaban mujeres. Algunas no tenían ni nombre en el reparto. Mujer 1, mujer 2, mujer 3…. Ni se molestó en darle personalidad a lo que decían. Y anoche algunas de esas 'sin nombre' entraron como una pandilla de adolescentes al escenario. Corriendo y avisando al público. «No sabéis dónde os habéis metido». Y luego empezó el diálogo en verso. No necesitaron música en directo porque ya la traía el texto de serie.

Las Asambleístas relata la historia de las mujeres de la antigüedad que deciden disfrazarse con los ropajes de sus maridos para participar en las asambleas y cambiar las leyes. No hay nada más inteligente que una mujer haciendo de hombre. Y en ese recorrido van ridiculizando todos los tópicos machistas. Tan clásicos como contemporáneos. Silvia Abril muta en Praxágoras. La revolucionaria que quiere abrir los ojos a su compañeras. Todas caen siempre en la trampa. Tropiezan. Que la política no es para las mujeres, que por algo los hombres mandan, gobiernan y cobran más…

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Y entre tanta comedia afloran también monólogos emotivos. Como el de Pepa Rus. Interpreta a la mujer liberal. La que huye de la maternidad y se divierte bailando. Pero le asaltan los miedos. Los que le hacen sentirse culpable por provocar o los que justifican que cinco hombres la asalten por la calle. La llave en la mano siempre para llegar pronto a casa. Y después está Serviciala. Agobiada por un carnero como marido y un niño medio cocodrilo. Se acabó el servilismo, dijo. Que me lloren. Que me busquen. Llamadme cuando hayáis aprendido a vivir sin mi.

Y no faltó la culpa. La de las mujeres que justifican los abusos porque el amor les nubla. Ya haré yo que cambie este hombre. Nunca cambian. El Romano votó de madrugada acabar con la culpa, el servilismo, la mano larga y la mente estrecha. Comedia y reflexión social.

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