'El aroma de Roma' un imperio de música, baile y carcajadas
El musical de Woody Aragón se luce en el Teatro Romano mientras canta al arte y la música como alternativas a la violencia
María Isabel Hidalgo
Jueves, 11 de agosto 2022, 07:41
Anoche por fin se disfrutó de una noche de brisa en el monumento romano; un soplo de aire fresco que trajo consigo música y humor ... para demostrar al público que en el Festival caben todos los géneros con un musical que utiliza las canciones no como excusa para atenerse al género, sino como argumento para narrar la obra.
Bajo el ritmo de: «El aroma de Roma» Nerón cuenta y canta que los romanos son los amos del mundo, pero los amos en la función de ayer fueron los catorce actores que componen el elenco de este musical y que estuvieron sensacionales.
Una obra en la que por fin se olvidan de presentar a los personajes para dejar que sea el público quien vaya descubriendo quién es cada uno y que comienza con un solo, el de Jaime Figueroa que interpreta a Nerón un emperador del imperio romano que lejos de ser el emperador tirano y cruel es un hombre obsesionado con cantar, las rimas y dejar el Imperio un tiempo para hacer una gira y triunfar con sus canciones. El papel de Nerón cambia en esta historia para convertirse en un personaje chistoso e ingenuo que borda Jaime Figueroa quien con su actuación consigue arrancar más de una carcajada al público.
Mientras Nerón se preocupa por cantar y escribir canciones la vida en el Imperio sigue su curso, los esclavos entrenan para librar sus batallas de gladiadores a quien dirige Pisón interpretado por Agustín Jiménez, que resulta más gracioso haciendo de Júpiter, porque el actor extremeño hace doblete.
El personaje principal es Cayo, a quien da vida Leo Rivera, sueña con ser saltator, (bailarín profesional de la escuela de danza del imperio) y en su lucha por perseguir su sueño comienza la comedia de este musical.
El musical bien podría ser un musical de musicales con guiños y dedicados a otras obras del género como Billy Elliot, Jesucristo Superstar o el Rey León, donde no faltan los leones sobre el escenario, Simba se convierte en Timba para la gracia del público y el rey león es vegano. Una coreografía ejecutada de forma brillante como todas las de la noche. En este musical no solo se canta, también se baila y se baila de todo su variedad de ritmos enriquecen la obra donde tiene cabida lo contemporáneo, con lo urbano, el reggae y hasta el beat box (uso de la voz para hacer bases rítmicas).
El texto de la función, fruto de Santiago Lancha es fluido, con ritmo y con guiños a la actualidad que hacen las risas del público, con guiños a frases míticas como «me llena de orgullo y satisfacción», que este autor pone en boca de Nerón o como el uso de «puertas giratorias» para que el emperador haga uso de su poder para que Cayo consiga ser un bailarín profesional.
Las letras de las canciones, escritas por otro de los hermanos Lancha, Fernando, son imprescindibles para entender el transcurso de la obra, no son una excusa sino un argumento más que todos defienden musicalmente a la perfección y algunos como Javier Canales que con su espectacular voz tenor y el humor de su personaje consigue ser uno de los personajes más queridos y aclamados por el público. Lorena Calero también hace unos solos que no dejan indiferente a nadie en las gradas.
Lo que tampoco pasa desapercibido es la escenografía, creada con una sutileza sobresaliente, un fondo con banderas del Imperio Romano que en un principio hace pensar que es algo estático, forma parte de la función convirtiéndose en un elemento indispensable para cambiar de escenario.
La Iluminación a cargo de Rodrigo Ortega, también está cuidada al detalle. Unas bombillas delimitan el rectángulo del escenario y un juego de luces y los diferentes colores dan intensidad a la obra, que tiene buen ritmo durante el primer acto, un descanso de 15 minutos divide el musical en dos, esto hace que el segundo acto se haga un poco más largo, y eso que este acto solo se dedica a resolver, con unas coreografías perfectamente orquestadas y ejecutadas.
No estuvo tan perfecto el sonido, que a veces entraba tarde y se perdía las primeras frases que habían soltado los actores y otras ajustaba el volumen sobre la marcha, algo de lo que hubo gente del público que se quejó.
Otro de los riesgos de las obras con toques cómicos son las risas del público. Entre tanta gente, anoche el teatro estaba rozando el lleno, es fácil que algún espectador tenga risa contagiosa y es lo que ocurrió en la función de ayer donde la risa de una espectadora provocó en numerosas ocasiones más carcajadas en el graderío que la propia obra. Nada que a nadie desagrade, como el musical que fue del gusto de muchos, tenía humor, mucha música y ritmo algo que gustó a la gente gustó, aunque hubo a quién se le hizo larga, fueron 135 minutos, sin contar los 15 minutos de descanso donde muchos aprovecharon para fotografiarse en un lugar tan emblemático.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión