El Festival de Mérida celebra los noventa años en la Academia

En el Hotel Wellington de Madrid se reúnen mañana los académicos de las artes escénicas de este país, y entregarán al Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida su medalla de oro.

Reconocen de esta forma los profesionales del sector la aportación de Mérida al teatro. La mejor forma de estrenar su noventa aniversario es hacerlo de la mano de los que trabajan, trabajaron o quieren trabajar bajo las columnas de su escenario.

Jesús Cimarro, el actual director del Festival, cree que la trayectoria y la resonancia en la escena española le hacen merecedor de esta medalla. No olvida tampoco que es una fuente de empleo relevante para técnicos e intérpretes de toda España. «El nombre de Mérida se ve luego en los grandes festivales y en otros teatros».

Gana igualmente estatus. «Eso es muy importante, pero a la vez da mucho vértigo porque el nivel de exigencia es mayor».

Define el director del Festival de Teatro de Mérida el prestigio como la suma final de las expectativas de cada edición. «En los últimos años ha dado un salto cualitativo y cuantitativo. Ya no es solo de Mérida, es de Extremadura. Las extensiones y la programación abarcan gran parte de la cultura».

Se despliega en varios escenarios, exposiciones, conferencias, encuentros profesionales o talleres internacionales. El verano pasado, por ejemplo, vinieron jóvenes de España y México a un campo de trabajo. Ese añadido continuo, más las representaciones oficiales, lo convierten, a juicio de Cimarro en un escaparate cambiante al que muchos miran. «El Festival es una de las mejores embajadas que tiene la Cultura de Extremadura», afirma.

Ese espejo común también ve Javier Llanos en el Festival para el teatro y para la cultura. Llanos es actor, director y ha investigado a fondo la historia de sus noventa años de trayectoria. «No es solo verano, genera interés y noticias durante todo el año y eso es extraordinario. Tenemos producciones que se hacen aquí en verano que luego van a otros teatros», asegura.

Cuesta recapitular con objetividad lo más relevante de estos noventa años. La importancia viene marcada, a veces, por la participación y la implicación de cada uno. Y eso le ocurre a Javier Llanos. Pero hay fechas que permanecen para todos. El 18 de julio de 1933 se hace la primera representación en el Teatro Romano. Fue una 'Medea' del Teatro Español protagonizada por Margarita Xirgu en una versión traducida de Unamuno. Otro hito se puede colocar en 1954, con José Tamayo. Hizo un 'Edipo Rey' y un 'Julio César'. Fue la primera vez que se simultaneó Teatro y Anfiteatro. En la Transición vino José Luis Gómez con un 'Edipo' al que le puso música Enrique Morente. O el 83. Un año muy particular porque fue el propio Ayuntamiento quien se encargó de esa edición. En el 84 entró José Moleón y puso las bases del Festival que conocemos hoy. «Hasta ese momento era un conjunto de representaciones aisladas que primaban la temática clásica y romana, pero con Moleón hay una propuesta más Mediterránea». Llegaron también las primeras óperas. En 1967 hubo un concierto basado en el 'Julio César' de Händel aunque la que todo el mundo recuerda es la 'Medea' de Montserrat Caballé en 1989. Luego los Broadway como el primer 'Golfus de Roma' que dirigió Mario Gas.

Y Llanos se detiene también en los años en los que se despliega producciones paralelas por el Foro o el Templo de Diana en las que se implica a vecinos de la ciudad. «Cada uno tiene sus fechas importantes en el Festival y eso es también lo bonito, que por encima de la trayectoria oficial hay momentos que cada uno guarda».