«El cine en 35 mm tenía ese toque que lo hacía mágico»
José Sánchez es protagonista junto a su padre del cartel del Festival de Cine Inédito, en el que participa desde 2006
A principios de junio el director del Festival de Cine Inédito de Mérida, Ángel Briz, llamó a José Sánchez Barrasa. Le dijo que le quería hacer una fotografía a su padre, Manuel Sánchez García, y a él. En ese momento no le desveló el por qué ni para qué era la instantánea. Solo había un requisito: hacer la foto al lado de un proyector de cine antiguo.
Cuando ya tuvo hecha la instantánea, obra del fotógrafo Rodian, Ángel les desveló que padre e hijo iban a ser la imagen del cartel que anunciara la XV edición de este festival de cine que, si todo va bien, se celebrará del 19 al 28 de noviembre.
Algo que enorgullece mucho tanto al padre como a su hijo que, desde muy pequeño, es amante del cine. Pero no solo es de los que le gusta ir a una sala de cine, comprar palomitas, buscar la butaca y disfrutar de una buena cinta con imágenes impactantes y el mejor sonido.
«Entre la pandemia y las plataformas digitales creo que el cine va en plena decadencia»
José confiesa que él es de los que les gusta estar detrás de la proyección, aprendiendo todo lo que tiene que ver con proyectores, sonido... Siempre ha estado cerca del área más tecnológica del mundo cinematográfico.
«Desde que era pequeño, he estado con mi padre en la cabina, he visto cientos de películas y es algo que llevo en la sangre».
La vida de José, que tiene 32 años, ha estado siempre relacionada estrechamente con el mundo del cine. En los Multicines de la Plaza de Toros hizo de todo. Fue donde comenzó a trabajar en el mundo del cine en solitario. Se dedicó desde a vender palomitas y entradas a ser operador del I Festival de Cine Inédito en 2006.
Pasó después al centro cultural Alcazaba, el año en que fue sede de la Filmoteca. Y de ahí a Cinesa El Foro como operador de cabina de 2009 a 2015. En los últimos años ha formado parte de las proyecciones de verano de las Universidades Populares.
Actualmente no se dedica a nada relacionado con este sector y en los últimos meses trabaja en electromecánica.
Su padre, Manuel Sánchez García, nació en 1947. Con 13 años comenzó a trabajar de botones en el cine Alcazaba, una empresa que explotaba además los cines Trajano, Deportivo y Ponce de León, del que Manuel fue encargado cuando se inauguró en 1970. Diez años después pasó al cine Alcazaba, que cerró sus puertas en 1986.
Manuel fue después el operador del cine de la Casa de Cultura de la calle Moreno de Vargas, función que realizó también en el cine María Luisa cuando pasó a ser de propiedad municipal. Terminó siendo operador en el centro cultural Alcazaba y fue premio Miradas en 2009.
José no coincidió con su padre trabajando en el cine María Luisa. «Lo recuerdo a él cuando trabajaba allí, en el año 94-95, y yo le ayudaba a llevar las bovinas, a montar las películas...».
Confiesa que una de las películas que más le han gustado a lo largo de su vida es una de tres horas de duración en la que dice que salían monjes cartujos entonando cantos gregorianos. «Una preciosidad de película, aunque ahora no me acuerdo cómo se llama».
Observaba a los espectadores
De lo que siente más orgulloso y lo que más le conmovía era ver, desde la cabina de proyección, cómo la gente se reía, lloraba o se emocionaba con las películas. «Cuando acababa la película yo me iba a la salida y le preguntaba a la gente qué le había parecido. Y hablábamos de cine, que era lo que más me gustaba de mi trabajo. Ahora, por desgracia, ya no se hace eso. Era un público muy fiel y la mayoría de los espectadores iban todas las semanas».
No se muestra nada optimista con la situación actual del cine. Aunque él va cada vez que puede. «Entre la pandemia y las plataformas digitales creo que el cine va en plena decadencia. Y aunque no tenga nada que ver y pierde todo su encanto, a la gente se le da la posibilidad de ver en sus casas lo que podría ver en el cine», lamenta. «Igual que se ha perdido también mucha magia. Porque ahora, con tanta digitalización, el cine es perfecto. Ahora la imagen es impecable. Mientras que en 35 mm tenía ese toque de color y esas imperfecciones, que era lo que le daba el valor a la película y esa magia tan especial».