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Francisco José Fernández, en el centro, rodeado de los directivos de la peña en el Michel. J. M. ROMERO
De los atléticos de La Oficina a los atléticos del Michel

De los atléticos de La Oficina a los atléticos del Michel

50 aniversario. El 11 de enero de 1972 se fundó la Peña Atlética de Mérida, sus peñistas dedican este medio siglo de historia a los aficionados que ya no están

Antonio Gilgado

Mérida

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Lunes, 24 de enero 2022, 07:31

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Fue viendo un partido en el Marcelino. En el 2011. Antonio Tejeda, el presidente entonces de la Peña Atlética de Mérida, dejaba el vicio. Apenas había socios y su trabajo en una petrolera no lo dejaba tiempo para reflotarla. Entonces habló Chencho. Uno de los fundadores. De los que firmó el acta el 11 de enero de 1972 en el bar La Oficina de la calle Los Maestros. Y le lanzó un órdago a Fran. «O coges tú la peña o esto desaparece». Veinte años tenía Francisco José Fernández entonces.

Chencho se ganó el respeto de los peñistas a base de compromiso. Tesorero hasta sus últimos días y espectador exiliado del Atleti por prescripción médica. Se lo prohibió el cardiólogo. Dos años sin ver un solo partido. Pero le dejó seguir en la peña. Y cuenta Fran que aceptó ponerse al frente y evitar la disolución por gente como Chencho. Por esos primeros peñistas que habían generado un vínculo en la ciudad.

Por los que acababan en el cuartel que había frente al Hornito en los 70 cuando se juntaban más de diez a hablar del Atleti en la calle. Aburridos del monopolio blanco de la época.

Por los que en los 80 quedaban en el Gaspar de Travesía de Parejos y luego se ilusionaron con el Metropolitano de Santa Eulalia. Por los dorados 90 en el Peíto de la calle Adriano. Catedral todavía recordada hoy. Por los que tuvieron que emigrar al Marcelino de Marquesa de Pinares. Pero llegaron las plataformas. Toda La Liga en tu casa a veinticinco euros. Y empezó el declive. Dispersión y sin sede fija. Quizás había llegado el momento de finiquitarla. Y entonces fue cuando Chencho le dijo a Fran que la resucitara.

Aceptó también por su padre. José Fernández. Que fue presidente en los 90 y en una reunión nacional tomó la palabra para decirle a Jesús Gil a la cara que llevaría al Atleti a la ruina como llevó el Ayuntamiento de Marbella.

Incluso se enfrentó al club por un partido benéfico entre el Mérida y el Atleti que no era tan benéfico como se vendía.

Actualizaron censo, hicieron carteles y se fueron al Nevado. El Michel es el bar más futbolero de Mérida. El mejor sitio para salir el naufragio.

Dieron de baja a los que ya se habían desvinculado y quedaron menos de cuarenta. Fran y sus compañeros viven este cincuenta aniversario con orgullo. Reflotaron la peña. Hoy tienen ciento ocho socios activos.

Por eso quiere homenajear a todos los que estuvieron antes. A Francisco Álvarez Benito, el fundador. A Miguel Pacheco, que se puso en los 80o a Antonio Tejeda, que dio la voz de alarma antes de la disolución. Se ha convertido Fran en el presidente más longevo. Confiesa que no es fácil contentar a todos. Tampoco lidiar con el club. El Atleti no destaca precisamente por cuidar a sus peñas. Y más desde que emigraron al nuevo estadio. Ahora cuesta que le den más de treinta entradas por partido. Imposible para una logística que se sustenta en los sesenta asientos de autobús para hacer el trayecto Mérida Madrid rentable. También son víctimas colaterales de la mala relación del Atleti con clubes cercanos que les podían pasar entradas como el Sevilla o el Betis. Pero en el recuerdo para siempre los viajes a las dos finales de Champions y al simbólico último partido del Calderón.

También ha aprendido a valorar el vínculo familiar que genera la peña. Los niños de Mérida de los 80, cuenta, se sentían parte de una comunidad por los ratos que pasaron en el Marcelino o el Peíto.

No tienen fecha definitiva para el acto oficial del cincuenta aniversario. El club suele mandar al presidente y a algún jugador. En teoría, explica Fran, va a ser en marzo. Pero todo dependerá de la evolución de la crisis sanitaria. Más que del boato y las fotos de las cenas con directivos o exjugadores como Tomás Reñones o Pantic, que suele venir siempre que la peña de Mérida le reclama, Fran se queda con las tardes en el Michel, por haber compartido momentos con los que ya no están o con los cafés con los turistas que vienen a la ciudad y lo primero que hacen es llamar a la peña para hacerse una foto y cambiar la bufanda con el presidente. Recuerdos de peñista.

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