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M. ÁNGELES MORCILLO
MÉRIDA.
Lunes, 25 de mayo 2020, 08:24
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Si ya de por si el alzhéimer es una terrible enfermedad que roba al que la padece, no solo los recuerdos sino la esencia de lo que es, la situación se complica mucho más en estos momentos. El confinamiento provoca que se alejen mucho más de la realidad y hace mucho más difícil que entiendan lo que pasa.
Para ayudar a que los que padecen esta enfermedad lleven mejor esta situación, el Conservatorio de Música de Mérida se ha propuesto ofrecerles una actividad a través de la Neuropsicología de la Música.
Una asignatura que se imparte en el centro musical desde hace varios años gracias a la iniciativa de su profesora, Silvia Núñez. Con sus enseñanzas y contenidos ha enganchado a un buen número de alumnos para que la cursen y puedan aplicarla a situaciones de la vida cotidiana.
Precisamente eso es lo que han hecho tanto Silvia como algunos de sus alumnos a través de videoconferencias con familias que tienen enfermos de alzhéimer y que pertenecen a AFAM, la Asociación de Familiares y Enfermos de alzhéimer y otras demencias de Mérida.
Sesiones diarias de ritmo, con cuatro de estos alumnos, que incluyen sonidos musicales que emite, por ejemplo, un piano, y que hace que estas personas puedan incluso reproducirlos.
Una iniciativa que ya se realizó el año pasado y que como tuvo tan buenos resultados se decidió repetir. Aunque con el confinamiento se tiene que hacer de forma telemática. «Hay personas que se han tenido que quedar fuera porque no tienen medios», dice Silvia lamentándolo mucho.
Está sobradamente demostrado que la música influye en las áreas de atención, en las áreas de atención sostenidas, que, son las que hay que estimular. «Con ello conseguimos ese despertar, una estimulación, la psicomotricidad y la memoria a corto plazo. Notamos también menos desorientación y lo más importante es que los enfermos están muy contentos. Tener esa vinculación con personas jóvenes les despierta ternura y complicidad».
Al mismo tiempo, a los jóvenes también les reporta muchas cosas buenas. «De alguna manera, esta actividad da sentido a toda la teoría que han estudiado. Da un sentido práctico a todo lo que han dado», indica Silvia.
En la actualidad son en total siete alumnos. Unos desarrollarán estas prácticas con enfermos de alzhéimer. Otros las comenzarán con Neurorredes, es decir, con personas con alguna discapacidad.
María Jesús García, psicóloga de AFAM cree ciegamente en el proyecto de Silvia, con la que colabora desde el principio del mismo.
Indica que esta actividad reporta múltiples efectos beneficiosos para estos enfermos. Además de poder seguir el ritmo de los sonidos con el cuerpo y las extremidades, estas personas consiguen sacar al exterior emociones positivas, logran controlar conductas desadaptativas como la agresividad o el nerviosismo e interactúan con otras personas. «Además, potencia mucho la comunicación en el caso de los enfermos que se encuentran ya en una fase moderada avanzada en la que han perdido ya todo contacto con su entorno y con la realidad. Es una manera de que ellos mantengan el contacto con su cuidador u otras personas», dice María Jesús.
Al ser una actividad que se realiza con chicos jóvenes es intergeneracional. Esto tiene muchos beneficios a la hora de potenciar muchas funciones cognitivas en personas con esta enfermedad. «Son pequeños logros para ellos pero grandes avances para sus familiares y cuidadores», insisten desde AFAM.
Silvia por su parte, también resalta la importancia que tiene cursar una asignatura de estas características en un conservatorio de música, ya que forma a los músicos de forma completa. «Se forma al alumno de manera artística y de manera profesional, para poder ser un futuro profesor de música de un conservatorio o un concertista. Se forma a un futuro profesor para que pueda entender cómo funciona el cerebro. Al mismo tiempo convierte a la persona en mucho más empática con la nueva realidad de las personas que sufren enfermedades neurodegenerativas, que cada vez son más habituales en personas de avanzada edad».
Los efectos que tiene la música en las personas son terapéuticos. Pero además son infinitos. Todavía queda mucho por descubrir en este campo. En ello trabaja duro desde hace varios años Silvia.
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