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Antonio Gilgado
Viernes, 10 de junio 2016, 08:29
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La asociación recreacionista Ara Concoridiae escenificó ayer en la cripta del Museo un fvnvs, un funeral romano.
20.30 horas
Desfile. Entrada de las legiones romanas desde el Puente Romano hasta el Templo de Diana, con paradas militares en la plaza de España, Arco de Trajano y Puerta de la Villa. Asociaciones Recreacionistas.
19.30 horas
Templo de Diana. Apertura mercado artesanía y tabernas romanas.
21.30 horas
Legiones. Presentación de Legiones y su llegada al Templo de Diana.
22.00 horas
Ritual. Ceremonia propiciatoria de aprobación de los Dioses en el Templo de Diana. Asociación Emértia Antiqva.
22.30 horas
Matronalia. Una historia de mujeres y guerreros. Asociación Ara Concordiae.
El aforo para presenciarlo se completó en pocos minutos. El fvnvs se ha convertido en uno de los ritos que más interesan del Emerita Lvdica y que con más atención se sigue en la ciudad.
A través de la recreación de un funeral romano se pueden extraer varias conclusiones de la sociedad de la época. Se determina, por ejemplo, el periodo del Imperio o la clase social del fallecido.
El fvnvs empieza desde que la persona está agonizando y termina con la incineración.
En este rito también queda patente el sentido de trascendencia de la cultura romana, era una forma de despedida a otra vida, la vida eterna.
El rito empieza con la exposición del cadáver. Después se traslada a la parte de la cripta donde se localizan enterramientos. Allí se procede a la cremación del cuerpo y se da el último adiós a la persona a la que se honra con perfumes y ungüentos. Hasta el siglo II, la forma de enterramiento más usual fue la incineración. Al principio coexistían la inhumación y la incineración, pero sólo las familias acomodadas se podían permitir incinerar a sus muertos.
La escena representada ayer se hacía en torno al tercer cuarto del siglo I después de Cristo, atendiendo tanto al vestuario como a la realidad arqueológica en la que se celebra. Hay que tener en cuenta que este tipo de enterramientos no eran generalizados, eran muy caros y sólo los ciudadanos libres, importantes y con suficientes medios económicos tenían este homenaje al morir.
Los romanos, en cierto modo, no le tenían miedo a la muerte, sino al olvido. Las ceremonias de los más poderosos perseguían precisamente ser recordados siempre.
Por eso eran habituales los monumentos funerarios, con este tipo de obras se garantizaban que figura iba a ser recordada siempre.
Uno de los ritos más populares de la Roma pre cristiana es el epitafio 'Sit tibi terra levis' (que la tierra te sea ligera o leve) como despedida de un muerto. En muchas lápidas de esa época se conserva la inscripción S.T.T.L. La locución implica un deseo de trascendencia por la esperanza de permanecer poco tiempo en la sepultura aguantando el peso de la tierra antes de pasar a una vida mejor. Tras el rito en la cripta, ya en el auditorio, el profesor Desiderio Vaquerizo cerró las jornadas técnicas de Emerita Lvdica hablando precisamente del miedo a los muertos.
Miedo a los niños muertos
Los romanos tenían un miedo atroz a los muertos, especialmente a los niños y a las mujeres fallecidas en el parto. Consideraban que al haber muerto prematuramente estaban irritados, por lo que podían volver y vengarse en los vivos de su desgracia.
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