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La figura de una vaca viaja en la trasera de un tractor durante una protesta de productores de leche en el exterior de la sede de las instituciones europeas en Bruselas. REUTERS
La UE se empeña en recortar las ayudas al campo con los agricultores en pie de guerra

La UE se empeña en recortar las ayudas al campo con los agricultores en pie de guerra

La intransigencia de los países más ricos complica el objetivo de España, que busca minimizar el golpe

salvador arroyo

Corresponsal. Bruselas

Jueves, 20 de febrero 2020, 22:17

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La primera jornada de la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la UE en Bruselas convirtió en certidumbres dos pronósticos: que la negociación del primer gran presupuesto sin Reino Unido iba a ser tensa y larga -la cita de líderes arrancó este jueves por la tarde y lo hacía sin final programado (este viernes, incluso el sábado)-. Y que la única opción para salir de ese atolladero obligaba a rebajar posiciones maximalistas.

Lo primero era parte de la agenda (encuentros bilaterales previstos hasta casi las tres de la madrugada). Y lo segundo, de la lógica de cualquier negociación. Y aquí el recorte de las ayudas al campo se confirmaba como inevitable. Con los tractores en la calle -con manifestaciones de agricultores este jueves incluso en la capital comunitaria- la clave pasa a ser el porcentaje de la mordida; en minimizar al máximo los 53.000 millones de merma que los líderes tenían sobre la mesa.

TESTIMONIOS:

  • Sebastian Kurz - Canciller de Austria. «No es antieuropeo defender que el presupuesto no aumente de manera exagerada»

  • Mark Rutte - Primer ministro de Países Bajos. «Un tercio sigue siendo para agricultura, un tercio para cohesión. Esta propuesta no es buena»

Los dos grupos de países que se enfrentan en esta discusión seguían en bloqueo a última hora del día. De un lado, los 'frugales' (como se conoce a Holanda, Austria, Suecia y Dinamarca). Abogan por reducir el presupuesto, por no rebasar el 1% de la Renta Nacional Bruta (RNB). Y se movían en 'pack' compacto. «Queremos dar nuestro consentimiento juntos», advirtió el canciller austriaco, Sebastian Kurz.

De otro, los llamados Amigos de la Cohesión (con España y Portugal a la cabeza), defensores de un plan más expansivo y de no reducir ni la Política Agraria Común (PAC) ni los Fondos de Cohesión. En lo único en lo que estuvieron de acuerdo unos y otros (con razones lógicamente opuestas) fue en golpear el proyecto que servía de punto de partida, el del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel.

Un plan «decepcionante»

Proponía una contribución del 1,074%, con recortes del 14% en la Política Agraria Común (PAC) y del 12% en los Fondos de Cohesión. El primer ministro de Países Bajos, Mark Rutte, lanzó en el minuto cero aquello de «un tercio (del presupuesto) sigue siendo para la agricultura, un tercio para la cohesión. No puedo suscribirme a esta propuesta. Simplemente no es buena». Y desde el frente opuesto, Pedro Sánchez disparó también con artillería. Hasta en tres ocasiones calificó el plan del belga de «altamente decepcionante».

Michel empezó sus contactos con Angela Merkel y el francés Emmanuel Macron. Y siguió después con el núcleo duro (los 'frugales') antes de dar inicio a la reunión del Consejo. Breve descanso después de las primeras tres horas y a eso de las ocho de la tarde arrancaba la tanda de bilaterales (lo que se conoce como 'confesionarios' en el argot comunitario; Michel con cada uno de los Veintisiete líderes).

Romper el bloqueo requerirá rebajar las pretensiones. Y aquí es donde el discurso del «cero recortes» en la PAC se diluye. «España no va a ser el gran perdedor de esta cumbre», defendían fuentes diplomáticas. Pero algo sí se va a dejar. Nadie iba a ganar totalmente en la disputa. El reto, que fuera lo menos posible.

Una de las bazas de la negociación con la que jugaban los Amigos de la Cohesión para doblegar a los 'ricos' eran los 'cheques' o 'rebates'. Estos piden eliminarlos. Y el 'cuarteto' duro mantenerlos con el 1% del RNB. Son 'cheques' que se implantaron en 1984 con los británicos para contentar a los contribuyentes netos por la diferencia entre su aportación al presupuesto y lo que les reportaba. Esas compensaciones serían una posible moneda de cambio.

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