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Paula Rosas
París
Miércoles, 2 de octubre 2019, 21:48
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Los últimos cinco años en Francia no han sido fáciles, y menos aún para la Policía. El elevado nivel de alerta en que se encuentra el país desde la oleada de atentados que comenzó en 2015 y la crisis de los 'chalecos amarillos', que desde hace algo menos de un año fuerza a grandes despliegues policiales casi cada fin de semana, ha llevado a los uniformados franceses hasta el límite. Agotados, denuncian falta de medios y una auténtica epidemia de suicidios, 52 agentes en lo que va de año.
Este miércoles, en una manifestación sin precedentes en las últimas dos décadas, cerca de 22.000 policías desfilaron por París en una «marcha de la ira» para denunciar el profundo malestar Instalado en el cuerpo. «Los policías hemos sido abandonados en nuestro sufrimiento», denunciaba el martes a este diario Fabrice Schwaitzer, delegado del sindicato Alliance, uno de los organizadores de la manifestación, que pedía más medidas al Ministerio del Interior para frenar los suicidios. Los sindicatos denuncian una «deshumanización» de la Policía Nacional y una fatiga tanto física como moral, además de un aumento de las agresiones contra los agentes.
Si tras los graves atentados de 2015 los policías fueron aplaudidos como héroes por los franceses, su imagen se ha degradado en el último año. El origen se encuentra en gran medida en la radicalización de las manifestaciones de los 'chalecos amarillos', a menudo secuestradas por grupos violentos, que ha desembocado en enfrentamientos entre agentes y manifestantes donde la Policía ha sido acusada de usar de manera excesiva la fuerza. Pero los agentes también aseguran que la falta de respuesta penal ante los delitos ha generado una pérdida de autoridad.
La presión y la sensación de abandono por parte de las autoridades se han ido acumulando a lo largo de los años, denuncian los sindicatos, al igual que las horas extras. Se calculan hasta 23 millones de horas suplementarias que no han sido pagadas.
La falta de personal tampoco permite convertirlas en días libres, como detalla Schwaitzer: «durante las manifestaciones de los 'chalecos amarillos', por ejemplo, es habitual que los agentes hagan 16 horas seguidas de trabajo aguantando insultos, que les tiren cubos de pintura o incluso sacos con excrementos de animales y que luego no les cuenten las horas extras». Además, hay policías «con 2.000 horas extras que no pueden cogerse vacaciones porque nadie les puede sustituir».
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