La huelga desgasta a los manifestantes franceses tras 37 días

«Va a ser muy difícil llevar la huelga más allá de la semana que viene. Económicamente, no podemos más», reconocía este jueves Sophie Roptin, conductora del metro de París, y en huelga desde el pasado 5 de diciembre. Cargada con una «caja de solidaridad», Roptin apelaba este jueves a los manifestantes del gran cortejo parisino a soltar unos euros para ayudar a los trabajadores de su línea, la 11, que han secundado la huelga.

Desde el inicio de la movilización, su línea ha conseguido recolectar 7.000 euros. Una minucia, reconoce, porque cada día de paro le cuesta a cada uno de ellos 100 euros. La conductora no podía reprimir este jueves un regusto de amargura. «Los otros gremios nos han abandonado durante las fiestas. Muchos nos apoyan, pero quienes perdemos somos nosotros. Los ferroviarios y el metro somos los únicos que hemos aguantado sin parar desde el principio, pero esto es ya insostenible», reconocía.

Como ilustrando sus palabras, al paso de la comitiva, una joven colgaba desde una oficina de un primer piso un cartel con un corazón que rezaba «Solidaridad con los huelguistas», que desataba una pequeña ola de aplausos. Los manifestantes le invitaron a unirse, pero la joven se limitó a sonreír. Según los últimos sondeos, un 61% de franceses dice apoyar la movilización y, paradójicamente, un 57% de ellos desea, sin embargo, que se acabe. Son muchos los profesores, abogados, enfermeros o funcionarios que han participado en las grandes convocatorias de manifestación como la de este jueves, pero el peso de la protesta lo llevan los conductores de tren y del metropolitano. Sin ellos, es previsible que la presión decaiga.

El sentimiento de que se ha llegado al límite se ha extendido entre muchos trabajadores de la RATP (la empresa pública de transportes de París), como confirmaba este jueves Lydia Boucema, también conductora, que ha perdido más de 2.000 euros desde el inicio de la crisis. «No queremos ser derrotistas, pero vemos que el Gobierno no se ha plegado, así que la semana que viene, si nada se ha movido, se acabó», reconocía con tristeza. La protesta continuará, pero quizás de otra forma.

El discurso desde la cabeza de las centrales sindicales sigue siendo, sin embargo, de firmeza. El secretario general de la CGT, Philippe Martinez, que pide directamente la retirada completa de la reforma, advertía este jueves de que «la pelota está en el campo del Gobierno. O escucha, o gobierna contra su pueblo». La reformista CFDT, favorable a una reforma que acabe con los 42 regímenes especiales actuales para instaurar uno universal, como busca Emmanuel Macron, pone como condición, sin embargo, la retirada de la medida que retrasará de manera efectiva la edad de jubilación. Desde el Gobierno se volvió a escuchar este jueves que «todo está abierto» sobre ese punto. Hoy, sindicatos y Ejecutivo vuelven a reunirse, pero el tiempo -y el desgaste que conlleva- parece jugar, por el momento, a favor del Gobierno.