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Europa, a prueba

El nuevo equipo directivo de la UE deberá echar mano de su valía personal ante los desafíos que afectan a su cohesión interna

Jueves, 4 de julio 2019, 00:15

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La elección del socialista italiano David Sassoli como presidente del Parlamento Europeo para los próximos dos años y medio, acordando que lo releve el popular alemán Manfred Weber hasta completar los cinco años de legislatura, puso ayer en marcha la Cámara que examinará a las personas propuestas por el Consejo Europeo del martes para hacerse cargo del destino inmediato de la UE. La actual ministra de Defensa de Alemania, Ursula von der Leyen, para presidir la Comisión. El liberal belga Charles Michel para presidir el Consejo de presidentes y primeros ministros. Christine Lagarde para gobernar el BCE. Josep Borrell como responsable de la Acción Exterior de la Unión. El resultado de las tensas negociaciones de la última Cumbre evidenció que los principales socios –Alemania y Francia– se reservaron nombres que acabaran desentrañando la madeja de intereses en concurrencia. Angela Merkel consiguió la nominación de alguien tan próximo a ella como Von der Leyen con lo que aseguraba la doble influencia del país y de su corriente política al frente del Ejecutivo de la Unión. El regreso de Christine Lagarde al escenario europeo afianza la posición de Francia –de sus finanzas públicas y de su sistema bancario– en el marco regulatorio y supervisor del BCE. La candidatura de Borrell es indiscutible, tras una larga dedicación a la integración europea y a la acción internacional. Nombramiento que pasará a formar parte del haber español y de la socialdemocracia en un momento que advierte de las dificultades de la Unión para hacerse valer en el mundo. Pero las desavenencias previas al acuerdo revelan que el nuevo equipo directivo de la UE podría verse sujeto a las pretensiones que alberguen sus respectivos países de origen y sus valedores ideológicos, en tanto que no cuentan con más legitimidad que la de una componenda de última hora. Un punto de partida endeble como para asumir de manera efectiva el liderazgo de la Unión. Lo que interpela a la valía personal de los nominados como garantía de que la Europa comunitaria sea capaz de sobreponerse a su reducción a un club de 27 socios, a los desafíos que afectan a su cohesión interna, a la sostenibilidad financiera del sistema de bienestar que caracteriza a la Unión, a los retos que plantean las desafecciones nacionales al libre comercio en una economía que se anunciaba global. Siempre a riesgo de que haya Gobiernos que no se sientan concernidos por la actuación de las instituciones europeas, y de que sus mentores traten de corregir sus iniciativas a cada paso.

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