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Precaución sin alarmismos

La expansión del coronavirus desata una comprensible inquietud, pero no justifica la histeria ni el pánico colectivo

Martes, 25 de febrero 2020, 23:50

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Una característica común a las crisis sanitarias globales es que el miedo se extiende con una velocidad muy superior a la de las propias epidemias en las que tiene su origen. Así ha sucedido con el coronavirus, cuya propagación fuera de China ha confirmado la dificultad para ponerle barreras y desatado una inquietud social comprensible, pero de una magnitud que sobrepasa con creces la dimensión alcanzada hasta ahora por el problema. El brote en el norte de Italia por el que ya han fallecido once personas ha disparado los temores en Europa. La confirmación de un primer caso en la Península –en concreto, en Barcelona–, que se suma a los cuatro detectados en Canarias, y el aislamiento de un millar de turistas en un hotel de Tenerife en el que se alojaba un matrimonio italiano infectado han alimentado el nerviosismo más allá de lo razonable.

La alerta ante una situación preocupante, como lo es sin duda la generada por el Covid-19, aconseja adoptar medidas preventivas y activar protocolos para frenar su expansión. Es lo que han hecho el Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas, que ayer recomendaron no viajar a las zonas de riesgo y reforzaron el control sobre los pacientes procedentes de ellas y los ingresados con neumonía en los hospitales. Además, decidieron ampliar la información sobre el coronavirus en los puertos y aeropuertos dentro de un paquete de actuaciones para favorecer su detección precoz y transmitir tranquilidad.

España no es, hasta el momento, un foco de infección. Todos los casos descubiertos han sido importados y no hay constancia de transmisión alguna dentro del país. El sistema de salud, que se ha ganado a pulso la confianza de los ciudadanos, ha actuado con eficacia y está preparado para afrontar las situaciones que se le presenten por complejas que sean. Las autoridades sanitarias han establecido cauces de coordinación que resultan ineludibles para combatir con éxito la epidemia.

No existen, por tanto, motivos para el alarmismo. Sí para actuar con la debida precaución ante un virus sobre el que aún quedan por despejar múltiples interrogantes y cuyo índice de mortalidad fuera de China ronda el 0,7%. La información veraz y contrastada es una medicina idónea para luchar contra él. No cabe olvidar que la gripe común se cobra cada año cientos de vida en España sin que por ello se desaten la histeria ni el pánico colectivo.

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