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El presidente de Irán, Hasán Rouhan, el sábado durante la reunión del comité de coronavirus. AFP
Irán, bajo la sospecha de manipular los datos reales del coronavirus

Irán, bajo la sospecha de manipular los datos reales del coronavirus

Una fuente anónima afirma que el número de fallecidos triplica los 17.405 reconocidos por la república islámica, fijándose en 42.000, y duplica el de infectados, alcanzado los 451.000

Mikel Ayestaran

Jerusalén

Lunes, 3 de agosto 2020, 17:44

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Irán fue la puerta de entrada del coronavirus a Oriente Medio y desde el primer momento, como sucede en otros países, las cifras de contagios y fallecimientos no están claras. Un mes después de que el presidente Hasán Rohani encendiera las alarmas al admitir que «25 millones de iraníes podrían estar infectados», cuando la cifra oficial era de 272.000, la cadena BBC en persa obtuvo una serie de documentos desde una fuente anónima que certifican que el número de fallecidos triplica los 17.405 reconocidos por la república islámica, fijándose en 42.000, y duplica el de infectados, alcanzado los 451.000.

La filtración recibida por la cadena británica incluye datos detallados con el nombre, edad y síntomas de los ingresos en los hospitales en todo el país. La fuente decidió entregar los documentos «para sacar la verdad a la luz» y acabar con las «luchas políticas» en torno a la pandemia. Teherán tendría el mayor número de muertes, 8.120, y la ciudad santa de Qom, el que fuera epicentro del virus en las primeras semanas situado a 120 kilómetros de la capital, registraría 1.419, lo que supondría un muerto por cada mil habitantes, según los datos obtenidos por el canal en persa de BBC. El primer fallecido en el país se produjo el 22 de enero, un mes antes de lo admitido por el ministerio de Salud, y en el listado figuran 1.916 nombres de fallecidos extranjeros, la mayoría refugiados llegados de Afganistán.

Estos datos airean de nuevo las sospechas sobre la falta de transparencia. Como ocurría en China, la confianza de la población en las informaciones oficiales está cuestionada en la república islámica, especialmente tras el episodio del avión de pasajeros ucraniano derribado por la propia defensa aérea en enero. La primera versión fue que había sufrido un accidente, pero poco después admitieron que fue derribado por error.

El país vive en las últimas semanas una segunda oleada en la que, según el ministerio de Salud, se registra una media de 200 fallecidos y 2.000 nuevos infectados al día.

Alarma de Rohani

La voz de Rohani añadió confusión a la situación real de la pandemia en el país cuando declaró en un discurso televisado de hace un mes que «estimamos que 25 millones han sido infectados (…) y existe la posibilidad de que entre 30 y 35 millones estén en peligro». El presidente no dio más detalles, aunque mantuvo en 14.000 los muertos. Sus palabras revelaron la gran diferencia entre la información que manejaba el Gobierno y la que se transmitía a los medios.

La llegada del virus al país coincidió con la celebración de las elecciones parlamentarias y las autoridades decidieron seguir adelante con la cita con las urnas. La corriente ultraconservadora arrasó, pero fueron los comicios con la menor participación desde el nacimiento de la república islámica. En los primeros días la estrategia consistió en minimizar el impacto del virus y no se adoptaron medidas de choque para prevenir su expansión.

Un diputado de Qom elevó la voz, llamó mentiroso al Gobierno y denunció la muerte de al menos 50 personas en los hospitales de la ciudad santa, mientras que los datos oficiales hablaban de 12. Un día después, Iraj Harirchi, número dos de Sanidad y responsable de la operación contra la Covid-19, compareció ante la prensa para negar estas acusaciones, una intervención entre sudores que poco después confirmaron que él mismo estaba infectado. Fue el primero de una larga lista de altos cargos infectados desde entonces.

Hasta finales de febrero el ministro de Salud no admitió que «el virus llegó a Irán por medio de un comerciante de Qom, que murió al poco de regresar de China, a donde volaba con frecuencia». A los pocos días otros gobiernos regionales como los de Líbano, Irak, Kuwait, Bahrein, Omán o Emiratos Árabes Unidos también confirmaron la aparición de los primeros casos. La alarma sanitaria llevó a países vecinos como Armenia, Turquía, Afganistán y Pakistán a cerrar sus fronteras con la república islámica y a suspender los vuelos.

A mediados de marzo comenzaron los llamamientos a la población para que se confinara en sus casas y Rohani aprobó el bloqueo parcial de las zonas en las que detectaron los principales focos. La gravedad de la situación llevó al ministro de Exteriores, Javad Zarif, a pedir a la comunidad internacional ayuda para que Estados Unidos levantara su bloqueo, pero no tuvo éxito y las sanciones no solo no se redujeron, sino que Donald Trump las reforzó.

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