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Imagen de los disturbios en Newtownabbey. EP
Gánsteres manipulan los disturbios en Irlanda del Norte

Gánsteres manipulan los disturbios en Irlanda del Norte

Los unionistas están airados, pero tras la violencia juvenil de la última semana se ocultan «elementos siniestros»

iñigo gurruchaga

Corresponsal. Londres

Lunes, 5 de abril 2021, 19:35

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Continuos disturbios desde hace una semana en Londonderry, ataques a la Policía también en Newtownabbey y Carrickfergus en la noche del domingo. Uno de los acusados de actos violentos tras un brote de violencia en Belfast, el pasado viernes, tiene 13 años. La Policía dice que en los disturbios de Londonderry había en la noche del domingo niños de 12.

Ataques a los furgones del Servicio de Policía de Irlanda del Norte (PSNI) con cócteles incendiarios o ladrillos no es un evento inusual. Es quizás una exageración afirmar que lo ocurrido en los últimos días en la región no sucedía desde el tiempo del conflicto terrorista, que comenzó a suavizarse hace 23 años, tras la firma del Acuerdo de Viernes Santo.

La población en la zona en la que se están produciendo los disturbios llaman a su ciudad Londonderry, en recuerdo de su fundación por financieros de la City de Londres a petición del rey. Esos vecindarios al este del río Foyle se conocen como Waterside y tienen una mayoría protestante y probritánica. Al otro lado del río, la población llama Derry a su ciudad. Son católicos y proirlandeses.

Newtownabbey y Carrickfergus son también áreas de predominio protestante. En ese sudeste de la región de Antrim tuvo fortaleza la Asociación para la Defensa del Ulster(UDA), uno de los grupos unionistas que emergieron en los barrios de clase obrera, incitados a menudo por el reverendo Ian Paisley para contrarrestar la violencia del IRA. La rama local de la UDA se escindió de la dirección tras el proceso de paz, para dedicarse fundamentalmente al gansterismo.

Según periodistas especializados, los disturbios serían una respuesta de la Brigada del Nordeste de Antrim a la Policía regional, que habría dado recientes golpes a la s estructuras de la organización. La UDA también tiene presencia en barrios del Waterside, pero comentaristas y políticos unionistas no creen que esta especie de revuelta coordinada sea enteramente la consecuencia de una orden mafiosa.

Logística y segregación

Los motivos políticos de la protesta que se mencionan son el Protocolo irlandés del Acuerdo de Retirada, cuyo efecto en Irlanda del Norte es su relativa separación del resto de Reino Unido por controles fronterizos, y el hecho de que la Fiscalía del Estado anunciase la pasada semana que no habrá procesamiento de los líderes del Sinn Féin por organizar, en junio de 2020, un enorme funeral de uno de los grandes jefes del IRA, Bob Storey, incumpliendo las restricciones de la pandemia.

LAS CLAVES:

  • La huella de la violencia. Tras el conflicto terrorista continuaron grupos en la región que se describen como «paramilitares»

  • Una realidad compleja. La segregación por barrios facilita las estructuras mafiosas, donde capos operan con el negocio de las drogas y la extorsión

Numerosos unionistas pidieron tras el funeral que dimitiese la viceministra principal, Michelle O'Neill, del Sinn Féin, por traicionar la política del Ejecutivo que codirige con la unionista Arlene Foster. Pero los fiscales afirman que la confusión creada por los cambios en las normas dictadas contra la covid, y el hecho de que un dirigente del partido de O'Neill coordinase con el PSNI la organización de las exequias, hace inviable que el procesamiento de 24 dirigentes del partido asociado al IRA culminase con éxito.

La rabia unionista es evidente. Arlene Foster ha pedido la abolición del Protocolo irlandés pactado entre Bruselas y Londres ,y también la dimisión del jefe de la Policía regional. Pero el PSNI ha advertido de que, detrás de los disturbios protagonizados por grupos de varias decenas de jóvenes, no hay política sino «elementos siniestros».

El final relativo de la violencia tras el proceso de paz ha desnudado la naturaleza de algunos grupos, que aún se describen en la región como «paramilitares». Durante el conflicto ya se desarrollaron en su seno estructuras mafiosas. La segregación en barrios facilita su funcionamiento. Sus capos gobiernan sus distritos mediante las rentas del comercio de drogas, la extorsión y la amenaza de violencia.

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