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Un helicóptero policial sobrevuela el glaciar Marmolada tras el accidente. Afp
El riesgo de desplomes complica la búsqueda de los 13 desaparecidos en la Marmolada

El riesgo de desplomes complica la búsqueda de los 13 desaparecidos en la Marmolada

Los equipos de salvamento planean recorrer a pie con perros el lugar de la avalancha, donde a la inestabilidad del terreno se suma ahora el riesgo de toparse con bombas de la I Guerra Mundial, según los bomberos

D. menor | M. pérez

Roma

Lunes, 4 de julio 2022

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Las autoridades italianas han advertido del riesgo parcial de colpaso de la Marmolada tras el desprendimiento el domingo de un enorme bloque de hielo que ha causado siete muertes y la desaparición de trece personas en esta región de los Alpes Orientales. Los expertos han detectado una gran inestabilidad en el glaciar, lo que alimenta el riesgo de nuevos desplomes, e incluso no descartan que resulte necesario volar con explosivos las áreas más frágiles. Los bomberos han cerrado por completo el acceso y alertado a los senderistas para que respeten las normas, ya que muchos se acercan al lugar a curiosear o continuar sus planes excursionistas.

Las ilusiones de encontrar supervivientes de la avalancha son casi nulas. Se fían a un milagro. «Es imposible que haya alguien con vida», explica un coordinador del operativo. Porque ni los helicópteros ni los drones que localizan señales de teléfonos móviles o fuentes de calor ofrecen ya esperanzas. El trozo de glaciar desprendido el domingo en esta región de Italia es ahora una gran masa blanca fría e inerme, 264.000 metros cúbicos de nieve, roca y astillas de hielo donde los equipos de salvamento buscan restos humanos en una lucha contra los cambios meteorológicos y la inestabilidad del propio nevero.

A todo ello se añade un nuevo riesgo: las bombas de la Primera Guerra Mundial que permanecen sin explotar enterradas bajo la nieve. Los responsables del operativo temen que algunos de aquellos artefactos, ocultos bajo el manto blanco desde principios del siglo pasado, hayan surgido a la superficie al removerse las tierras encerrando un peligro letal para los rescatistas. «Son artefactos muy difíciles de manejar», explica un bombero adscrito a las labores de búsqueda.

Los Alpes se convirtieron en uno de los frentes de batalla más duros entre las tropas italianas y los soldados del Imperio Austrohúngaro entre 1914 y 1918. Los enfrentamientos se prolongaron durante cuatro años entre las Dolomitas y el valle de Santa María, en la frontera con Suiza. Allí, a 3.600 metros de altitud, los dos ejércitos trasladaron gran cantidad de munición pesada, que incluyó proyectiles rellenos de gas tóxico según cuentan las crónicas. Con el deshielo de las últimas décadas, las montañas han devuelto numerosos restos. En 2015 la fricción entre los glaciares de Presena y Ortles-Cevedale hizo aflorar los esqueletos de decenas de soldados pertenecientes a varios pelotones junto con sus armas y restos de uniformes. En agosto de 2019, el campeón de bike trail catalán Eloi Palau y otro deportista sufrieron un grave accidente al resultar heridos tras la explosión de una bomba con la que se toparon accidentalmente en el glaciar de Presena.

Un bloque vertical e inestable

La posibilidad de nuevos derrumbes preocupa a los técnicos. En las últimas horas se han colocado radares en la Marmolada que alertan de cualquier movimiento súbito de la masa helada. En declaraciones a 'La Stampa', Nicola Casagli, profesor de Geología Aplicada en la Universidad de Florencia, ha explicado que por encima del refugio «se ha formado un bloque vertical e inestable que bajará lentamente porque no aguanta los desniveles. Si va bien, se caerá en pedacitos pequeños. Si va mal, en pedacitos grandes». Casagli coincide con otros expertos que han analizado el desastre y lo atribuye al calentamiento global. La temperatura era de 10 grados centígrados en lo alto del glaciar cuando se produjo el desprendimiento sobre decenas de excursionistas. Aparte de los trece desaparecidos, siete personas han perdido la vida y ocho resultado heridas.

La singularidad térmica y el aparente calentamiento del nevero formaba parte desde hace días de las conversaciones de los guías y montañeros. No se trata de un hecho aislado de los Alpes Orientales. El Gobierno de Italia acaba de decretar la situación de emergencia en cinco regiones a causa de un prolongado episodio de sequía extrema. Sin embargo, la catástrofe de la Marmolada resultaba «muy difícil de predecir». Frecuentado por los turistas, el glaciar ha perdido hasta el 85% de su volumen en el último siglo y las predicciones apuntan a su desaparición completa antes de 2050. El desastre es muy similar al que afecta a los icebergs, solo que en este caso sucede en tierra. Es posible el bloque de hielo y roca llevase encerrado en el interior del nevero desde tiempo indefinido hasta que la temperatura reblandeció la superficie y venció por su peso. Otras teorías sugieren un debilitamiento de toda la estructura debido a arroyos de agua formados por la nieve al fundirse. Ahora, los técnicos debaten si será necesario volar con explosivos otras partes del glaciar para reducir el peligro de las avalanchas.

Los rescatistas prevén recurrir en las próximas horas a perros de salvamento para continuar la inspección de la 'zona cero'. Las dos ramas en que se divide el «río de hielo, rocas y nieve» no han podido ser inspeccionadas a pie de manera minuciosa. Cuatro drones han sido los encargados de localizar la mayoría de restos humanos y de ropa de las víctimas hasta el momento. Esta misma mañana han localizado varios jirones de tela, pero se desconoce si son antiguos o pertenecían a alguno de los excursionistas. «La intervención será cuesta abajo partiendo desde el borde del hielo. Los drones ya han dado mucho, pero la intervención en tierra debería permitir un mayor volumen de hallazgos importantes», explica Maurizio Dellantonio, presidente del Grupo Nacional de Salvamento Alpino, que espera la llegada en cuestión de horas de unidades caninas y veinte profesionales altamente cualificados.

No obstante, el elevado grado de destrucción apunta a la imposibilidad de encontrar supervivientes. La avalancha segó literalmente a los visitantes y los «trituró», diseminando sus restos en una extensa superficie. El palacio de hielo Gianmario Scola, en la localidas de Alba di Canazei, ha sido transformado en una inmensa morgue donde se depositan y registran todos los hallazgos: desde enseres personales y ropa destrozada hasta partes minúsculas de los cuerpos, un dedo que conserva puesto un anillo o trozos de piel donde se adivina un tatuaje. Los forenses trabajan en un contexto sobrecogedor con el ánimo de identificar los restos mientras en el exterior las autoridades continúan reclamando precaución para no empeorar la tragedia. Varios escaladores y senderistas han sido identificados en las últimas horas realizando travesías en los alrededores del lugar del accidente, por lo que se ha puesto en marcha un plan para cerrar la montaña. La catástrofe ha coincidido con la muerte en el lado italiano del Matterhorn de dos montañeros que se precipitaron al vacío desde una altura de 400 metros en la zona de Colle del Leone, situada a 3.581 metros de altitud. A este respecto, las empresas de ocio de las regiones alpinas quieren diseñar una estrategia para conciliar el turismo de montaña con las nuevas precauciones a las que obliga el cambio climático en las cumbres heladas. «Debemos darnos cuenta de que tanto en la montaña como en el mar, el riesgo cero no existe y la prudencia es el elemento más importante ante el cambio climático», señala un promotor de Trentino.

«Hoy Italia llora a las víctimas»

El lunes, un día después del desprendimiento de parte de un glaciar en la montaña de la Marmolada, al noreste de Italia, sólo la llegada de un temporal provocó la interrupción durante unas horas de las labores de rescate. Pese al gran riesgo de la operación, los socorristas continuaron con su tarea con la esperanza de encontrar a más supervivientes, como ocurrió a primera hora de la tarde, cuando fueron halladas con vida 4 personas que fueron trasladadas inmediatamente a un hospital. También fue localizado otro cadáver. El balance de este desprendimiento es de 7 muertos, 8 heridos, de los que 2 están graves, y de 13 personas de las que sus familiares han comunicado a las autoridades que no saben nada de ellos.

Se teme que el número total de desaparecidos sea todavía mayor porque había 16 coches aparcados en el lugar donde comienza la ruta de ascenso a la Marmolada. Ya se ha identificado a varias de las víctimas mortales: son tres italianos y un checoslovaco, mientras que todavía se desconoce la identidad de los otros fallecidos por la avalancha. Entre los ocho heridos hay una pareja de alemanes, mientras que los medios locales informaron que entre los desaparecidos hay ciudadanos de nacionalidad italiana, alemana, checa y rumana.

El primer ministro italiano, Mario Draghi, visitó el lunes la localidad de Canazei, en la provincia de Trento, donde se encuentra la sala desde la que se están coordinando las labores de rescate y donde se reunió con las autoridades locales. «Hoy Italia llora a las víctimas. El Gobierno debe reflexionar sobre lo sucedido y tomar decisiones para que lo que ha pasado tenga una probabilidad bajísima de volver a suceder o pueda incluso ser evitado», dijo Draghi tras agradecer la «generosidad, profesionalidad y valentía» de los socorristas, pues las operaciones de rescate se desarrollan «en una situación de gran peligro».

La tragedia provocó que el jefe del Estado, Sergio Mattarella, llamara al presidente del Trentino, Maurizio Fugatti, para mostrar su preocupación por lo sucedido y presentarle sus condolencias, y que incluso el Papa Francisco publicara un mensaje en las redes sociales asegurando que rezaba por las víctimas de la avalancha en la Marmolada y por sus familias. «Las tragedias que estamos viviendo con el cambio climático nos deben impulsar a buscar urgentemente nuevos caminos respetuosos para las personas y la naturaleza», dijo el Pontífice.

Numerosos expertos consideraron igualmente que lo sucedido es una consecuencia más del calentamiento global. Los científicos de la ONU llevan años advirtiendo de cómo la emergencia climática está haciendo desaparecer los glaciares de los Alpes, en particular los que se encuentran por debajo de los 3.000 metros de altitud. Un informe realizado hace dos años por la asociación ecologista Legambiente junto al Comité Glaciológico de Italia señaló que el glaciar de la Marmolada había reducido su volumen en un 85% entre 1905 y 2010, por lo que se temía su desaparición completa entre 15 y 30 años.

A la localidad de Canazei, donde se coordinaban las operaciones de rescate, fueron llegando durante el día varios grupos de familiares de los desaparecidos para tratar de identificar los cuerpos hallados, lo que no está resultando nada fácil porque acabaron desmembrados debido a la violencia del impacto con el alud. Se calcula que la avalancha de hielo, nieve y piedras bajó por la montaña a unos 300 kilómetros por hora, arrollando al menos a cuatro grupos de excursionistas.

Drones y helicópteros

En las operaciones de socorro participa personal del Socorro Alpino, Protección Civil y bomberos. No obstante, hay «pocas esperanzas, por no decir nulas» de encontrar a más supervivientes, según reconoció el presidente del Socorro Alpino en el Alto Adige, Giorgio Gajer. «La avalancha les habrá triturado, es difícil pensar que podamos encontrarlos con vida», declaró a la agencia Agi.

La avalancha estuvo provocada por las altas temperaturas de estas últimas semanas tras un invierno en el que ha nevado muy poco, por lo que al glaciar le faltaba la protección que le ofrece la nieve. En el pico de la Marmolada se alcanzó el pasado sábado un récord de 10 grados centígrados, lo que habría facilitado el desprendimiento de un gran bloque de hielo, dando lugar a un alud. La meteorología resulta determinante para el desarrollo de las operaciones de rescate.

La Fiscalía de Trento ha abierto una investigación para aclarar si el desastre se debió sólo a causas naturales o pudo haberse producido alguna negligencia humana. El fiscal Sandro Raimondi, de momento, advirtió que el número final de fallecidos parece destinado a dispararse. «Temo que las víctimas aumenten al menos al doble o al triple, visto el alto número de desaparecidos y al hecho de que había aparcados 16 automóviles. La primera cosa que hay que hacer en este momento es la identificación de las víctimas, lo que no resultará fácil y harán falta exámenes de ADN», dijo Raimondi.

«Se desató un mar de hielo»

Los testimonios alrededor de la tragedia de la Marmolada resultan desgarradores y dibujan un panorama desolador de muerte y desesperanza difícil de imaginar. «Encontramos algunos cuerpos destrozados entre el montón de hielo y escombros esparcidos por más de mil metros», explicó al 'Corriere della Sera' Gino Comelli, especialista de los equipos de rescate de alta montaña, que fue uno de los profesionales que llegó primero al lugar de la avalancha. «Es casi imposible que haya quedado alguien vivo», confirmó otro de los socorristas.

Entre los testimonios recogidos por el periódico figura el de Stefano Dal Moro, un ingeniero que había acudido hasta el glaciar para enseñárselo a una amiga israelí. «Escuchamos un ruido sordo y en ese momento se desató un mar de hielo. No tenía sentido correr, solo rezar», declaraba el joven, felicitándose porque ambos habían sobrevivido al alud. Mauro Mabboni, del equipo de rescate alpino de Trento, un veterano bregado en avalanchas alpinas, aseguraba que «nunca» había visto un deslizamiento como éste y, al igual que otros expertos, no descartaba que fuera necesario recurrir a los exámenes de ADN para identificar los cuerpos. «La gente se metió en el vórtice y lo que les pasó es algo que duele solo de pensarlo. Porque hay que pensar que esto no era nieve sino hielo afilado y roca», relataba.

Marina y su marido escaparon a la catástrofe por cuestión de minutos. Acababan de descender desde la terraza de la Marmolada cuando vieron caer el bloque a una enorme velocidad. Solo recuerdan una «nieve negra y podrida» que se ha quedado grabada en su memoria.

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