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Corresponsal. Nueva York
Viernes, 14 de febrero 2020, 21:31
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Donald Trump piensa que puede hacer lo que le de la gana, así lo ha dicho varias veces. Que el cargo de presidente le da un poder omnipotente que cada vez se va perfilando más. Este viernes también tuiteó que tiene «el derecho legal» a interferir en las decisiones del Departamento de Justicia, aunque hasta ahora haya «elegido» no hacerlo.
Con ese tuit mañanero volvió a socavar a su fiscal general William Barr, que la noche antes había intentado con una entrevista a la cadena ABC controlar los daños de su intervención en el caso de Roger Stone, amigo íntimo del mandatario y exjefe de su campaña, para quien los fiscales pedían entre 7 y 9 años de prisión. Horas después de que Trump estallara en Tuitter advirtiendo de que no se podía permitir esa «gran injusticia», el Departamento de Justicia pidió a la jueza una sentencia menor, lo que provocó la dimisión en pleno de los cuatro fiscales encargados del caso y un gran clamor público.
En lo que muchos creen que fue una entrevista coreografiada para servir de coartada, Barr dijo a ABC que él «no le pone atención a los tuits» del presidente. Debe de ser el único, porque entre los más de 72 millones de seguidores que tiene Trump en esta red social se cuentan todos los miembros de su Gobierno, muchos de los cuales han conocido su despido por Twitter. Hasta los jueces han entendido que, con este presidente, esos caracteres apresurados tienen valor de Estado.
«¿Le está diciendo al pueblo americano que (ese tuit) no tuvo absolutamente nada que ver con su decisión?», le preguntó incrédulo el presentador. «Sí, totalmente», suscribió Barr. «De hecho, el presidente nunca me ha pedido que haga nada con respecto a un caso criminal».
La declaración bajo juramente de Michael Cohen, el exabogado de Trump en prisión, resonó en la mente de muchos. Cohen contó a los legisladores que Trump nunca pide algo, habla de ello de tal forma que la gente a su alrededor sabe lo que tiene que hacer. Como los jefes de la mafia.
El leal fiscal general de Trump sorprendió al decir que «los tuits del presidente» hacen «imposible» su trabajo y en eso muchos estuvieron de acuerdo. Si Trump no hubiera tuiteado previamente, Barr podría haber intervenido sin mayor escándalo. Con todo, muchos consideraban que «lo imposible» es creer que no presta atención a sus tuits, dijo el exjefe de prensa de la Casa Blanca con Obama, Joe Lockhart. La prueba sería ver si estallaba al ver la entrevista. «Si no lo hace es que ha sido puro teatro político», afirmó.
«Al presidente no le han molestado lo más mínimos esos comentarios», aclaró la portavoz de la Casa Blanca Stephanie Grisham. «El fiscal general tiene derecho a expresar sus opiniones públicamente como cualquier ciudadano».
El magnate Michael Bloomberg lanzó un operativo de seducción para convencer a los votantes negros, un caudal importante en el Partido Demócrata, de que es la persona correcta para enfrentarse al presidente Donald Trump en las elecciones de noviembre en Estados Unidos. El exalcalde de Nueva York, de 77 años, visitó Texas, Estado de importante peso electoral, para lanzar en el Buffalo Soldiers Museum su campaña «Mike por un Estados Unidos Negro», en claro desafío a su rival Joe Biden, preferido de la comunidad afroamericana.
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