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Antonio Guterres, secretario general de la ONU. AFP
La ONU intenta no provocar la furia de Trump

La ONU intenta no provocar la furia de Trump

Nueva York empezará esta semana a hacer pruebas de anticuerpos en el personal médico y policial

mercedes gallego

Corresponsal en Nueva York

Miércoles, 15 de abril 2020, 21:45

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Se llama miedo, no respeto. Como una mujer ante un marido abusador, la ONU reaccionó este miércoles con humildad a la sacudida de Donald Trump, que ha desviado la culpa de su lenta reacción a la pandemia acusando de ello a la Organización Mundial de la Salud (OMS) y congelando sus contribuciones. Nadie quería provocar aún más al presidente del país más poderoso del mundo, que reacciona virulentamente ante cualquier crítica.

EEUU es el mayor contribuyente de este brazo de la ONU que vela por la salud mundial, con un 14,67% de su financiación frente al 5,68% de Alemania, el país europeo que más aporta. El segundo contribuyente también es estadounidense: la Fundación Bill y Melisa Gates, que aporta casi un 10% a este organismo que dedica la mayor parte de sus fondos a Africa, el continente que más sufrirá la decisión de Trump.

Bill Gates advirtió este miércoles de que la retirada de fondos por parte de EEUU en medio de la mayor pandemia del siglo es «tan peligroso como suena», tuiteó. «Su trabajo es ralentizar la epidemia y si eso se para no hay ninguna otra organización que pueda sustituirlo», advirtió. «El mundo necesita a la OMS más que nunca».

Tanto, que el editor de la publicación médica The Lancet lo calificó de «un crimen contra la humanidad» e instó a al mundo a «resistirse y rebelarse contra esta espantosa traición a la solidaridad global», escribió Richard Horton.

Palabras mucho más duras que el cauteloso comunicado del secretario general de la ONU Antonio Guterres, que desde que asumió el cargo teme que un nacionalista como Trump prive a la organización que dirige del sustento vital. «En mi opinión hay que apoyar a la OMS, ya que es absolutamente crítica para derrotar el Covid-19», escribió. Y como si no quisiera desmentir las acusaciones del mandatario para no dejarle mal ante sus bases, admitió implícitamente que la OMS ha cometido errores de los que se podrá aprender «en el futuro, pero ahora no es el momento».

Con la misma actitud, el director general de la OMS, Tedros Adhanom, que la semana pasada ya advirtió de que la politización de esta crisis costaría vidas, parecía albergar la esperanza de que si se deja maltratar como cabeza de turco podrá apaciguar los ánimos de Trump y salvar la vida. «EEUU ha sido durante mucho tiempo un generoso amigo de la OMS y esperamos que lo siga siendo», leyó. «Lamentamos la decisión de su presidente de congelar los fondos a la OMS. Estamos revisando el impacto que tendrá y trabajaremos con nuestros socios para llenar las lagunas financieras que deja y poder seguir trabajando de forma ininterrumpida».

Trump tenía razón. La mejor forma de subyugar al mundo no es aplicando la ley, sino chantajeándolo con lo que más necesita, al más puro estilo de mafioso inmobiliario. Esa estrategia funcionó también este miércoles con el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, cuyo estado aporta casi la mitad de los más de 25.000 muertos que registra ya EEUU. El presidente apostó a que los gobernadores no se resistirían a su autoridad porque «necesitan muchas cosas del gobierno federal», y acertó. Cuomo admitió este miércoles que de cara a la fase de reapertura los kits de diagnóstico y las pruebas de anticuerpos serán «tan importantes como los respiradores» en el momento álgido de la epidemia, pero no tiene capacidad para proveerlos sin la ayuda del gobierno federal.

Tocaba pues responder a los ataques de Trump con halagos y poner la otra mejilla. El estado cree tener la epidemia bajo control porque descienden el número de nuevas hospitalizaciones y, sobre todo, de entubaciones, aunque sigue registrando más de 700 muertos diarios. Bajar la guardia dispararía la epidemia de nuevo, por eso emitió este miércoles una orden ejecutiva que obliga al uso de mascarilla en lugares públicos. Cuomo quiere que la reapertura del país, que Trump intenta imponer para el 1 de mayo, se haga por fases dependiendo de la esencialidad de los trabajos y su capacidad para ejercerlos a distancia de seguridad.

El estado empezará a realizar esta misma semana las pruebas de anticuerpos en el personal médico y policial, pero Cuomo advirtió que no se podrá volver a la normalidad «hasta que tengamos una vacuna».

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