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Una seguidora del aspirante demócrata Bernie Sanders, con una camiseta con la leyenda 'Únete a la revolución política hoy', durante un acto de campapa en New Hampshire.
Las primarias de EE UU prometen buenas peleas y suspense

Las primarias de EE UU prometen buenas peleas y suspense

Los caucus de Iowa abren una disputada y agria carrera en los campos republicano y demócrata

Miguel Salvatierra

Sábado, 6 de febrero 2016, 07:56

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Como en una buena serie de televisión, si de lo que se trataba era de provocar suspense, pasión y emociones fuertes en el primer capítulo, los caucus de Iowa lo han conseguido con creces. La aspirante demócrata e indiscutida favorita hasta hace unas semanas, Hillary Clinton, no se acaba de creer que el senador de Vermont, Bernie Sanders, de 74 años, y su entusiasta Ejército de jóvenes voluntarios estuvieran a punto de birlarle el triunfo. La ex primera dama tuvo que esperar hasta las cuatro de la madrugada para declararse (49,8% frente a un 49,6%). La mínima derrota de Sanders es a todas luces una gran victoria.

Lo sucedido en Iowa significa que va a haber partido y que Hillary tendrá que emplearse a fondo. En la siguiente pelea del próximo martes en New Hampshire los sondeos ya avisan de que Sanders será el más que probable ganador al contar con una ventaja de 29 puntos. Tanto la exsecretaria de Estado como el aparato del partido infravaloraron a este veterano socialista que ha arremetido sin miramientos contra el establishment demócrata. Un Sanders eufórico lanzó su desafío: El mensaje es que dadas las fuertes crisis que afronta nuestro país, ya es demasiado tarde para establishments, sean políticos o económicos.

La fractura ideológica está servida en el campo demócrata, con las bases del partido muy poco impresionadas por el apellido Clinton. Sanders lo está utilizando incluso para fomentar sus apoyos, sobre todo entre los jóvenes de 19 a 29 años: Compito con los Clinton, la organización política más poderosa de Estados Unidos. Y no solo política, el viejo senador se apoya en la creciente desigualdad para reprochar a Hillary sus vínculos con las grandes corporaciones financieras y las entidades que están contribuyendo a la concentración de la riqueza en una exigua minoría.

En el campo republicano, la pelea por el voto se ha convertido en un intenso intercambio de golpes bajos. El magnate Donald Trump, que en un principio acató con deportividad su derrota en Iowa ante el vencedor Ted Cruz, ha pasado a acusar al senador de robar el caucus con práctivas ilegales. Lo cierto es que, al menos en esta ocasión y sin que sirva de precedente, Trump tiene razón. El equipo de Cruz, un conservador evangélico, envió cartas a miles de votantes de Iowa, un Estado de fuerte impronta religiosa, asegurando que el candidato Ben Carson, un cristiano adventista del Séptimo Día, iba a anunciar su retirada, algo que el propio interesado negó. La cuestión es que Carson acabó cuarto y que la trampa pudo favorecer un trasvase de votos hacia Cruz.

Trump ha pedido que se repitan los caucus de Iowa, pero todos los consideran agua pasada y las miradas están puestas desde hace días en New Hampshire. Como el segundo puesto a Sanders, el tercer lugar le ha sabido a victoria al cubano-estadounidense y senador de Florida, Marcos Rubio, que emerge como la figura de centro que, lejos de los extremos, podría plantar cara a una posible candidatura de Hillary Clinton.

New Hampshire será vital para Rubio si quiere insuflar aire y dinero a sus aspiraciones. De momento sus arcas están en franca desventaja frente a las de Cruz y las del multimillonario. El objetivo es una buena posición que le permita seguir presentando batalla y alcanzar en buenas condiciones con miras al llamado Supermartes del uno de marzo, la cita en la que se disputarán más primarias en una misma noche, catorce.

Nada parece decidido en este arranque de la carrera electoral, ni siquiera la candidatura de Hillary Clinton que todos daban por segura. Demócratas y republicanos deberán decidir quien se disputará la presidencia de Estados Unidos y releva a Barack Obama. Si en el pasado, la gran novedad fue un mandatario negro, en esta ocasión puede ser que por primera vez acceda a la Casa Blanca una mujer o un hispano.

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