EE UU investiga el hallazgo de restos humanos en aviones procedentes de Kabul

No fue un efecto óptico, ni uno de los falsos vídeos que se vuelven virales. Esos dos puntos flotando en el vacío cuando el avión militar estadounidense ya había despegado corresponden con toda probabilidad a los que no pudieron seguir aferrados al ala del avión cuando este tocó las nubes. Al aterrizar en la base catarí de Al-Udeid, el personal de tierra encontró restos humanos en el jet de propulsión y el tren de aterrizaje. La Oficina de Investigaciones Especiales de las fuerzas aéreas conduce en estos momentos entrevistas y analiza concienzudamente los videos de la estampida afgana del lunes en el aeropuerto internacional de Hamid Karzai, cuando subirse a uno de esos aviones parecía la única alternativa entre la vida y la muerte.

Miles de familias desesperadas que habían unido su suerte a la de los extranjeros ocupantes que les vendieron el sueño de un país moderno rompieron el perímetro de seguridad y se lanzaron en tromba a la pista para subirse hasta por las ventanillas de cualquiera avión que fuera a cualquier parte. La masa escalaba las barandillas y reptaba por el vientre de los aviones comerciales. Los pilotos no se atrevía a despegar con tanta carga de pasajeros amontonados en el suelo que se colaban hasta en los compartimentos de equipaje. Ni siquiera lograban cerrar las puertas del aparato, porque nadie aceptaba salir.

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Los desesperados cruzaron la pista al trote y llegaron hasta la zona militar del aeropuerto en la que aterrizaba en ese momento un C-17 cargado de avituallamiento que, de pronto, se encontró rodeado de miles de personas que corrían a su par. Asustado, el piloto no llegó a detenerse. Cuando se le acabó la pista izó el vuelo con todos los que se le habían subido por el aparato colgando de él. Algunos aguantaron hasta rozar las nubes de la libertad. Un vídeo tomado desde dentro del avión de carga muestra un cuerpo pataleando en el aire. Otro, desde el suelo, recoge su descenso al vacío en caída libre.

No hay ninguna cifra oficial, pero según Associated Press al menos siete personas murieron ese día. Otros medios lo elevan a diez. La evacuación se detuvo. Tres batallones estadounidenses tardaron 24 horas en retomar el control del aeropuerto, para lo que tuvieron que disparar contra los que trepaban por el muro. El martes se reanudó la evacuación que, hasta el miércoles por la noche, había sacado en 18 vuelos a 2000 personas, de las cuales sólo 325 eran ciudadanos estadounidenses. Muy lejos de la meta de capacidad de 5.900 personas al día que se ha puesto el Pentágono.

Nadie piensa que el día 31, cuando se acabe el plazo pactado con los talibanes para terminar por completo las operaciones en el país, se habrá podido sacar ni a la mitad. Por eso el Pentágono advirtió este miércoles que la prioridad son los ciudadanos estadounidenses. El aeropuerto, custodiado por 4.500 tropas americanas, es el último reducto. Fuera de la alambrada gobiernan con mano férrea los talibanes, que sólo han accedido a dejar pasar a los que tengan pasaporte estadounidense. Para los afganos no hay promesas. El secretario de Defensa Lloyd Austin solo se ha comprometido a llevarse «a tantos como sea posible».