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Suministro de bocadillos a los negociadores británicos y de la UE reunidos este viernes en una sala de conferencias en Londres. EFE
El 'brexit' entra en una fase «crítica» mientras Francia amenaza con vetar «un mal acuerdo»

El 'brexit' entra en una fase «crítica» mientras Francia amenaza con vetar «un mal acuerdo»

Los negociadores de la UE y Reino Unido interrumpen los contactos para consultar a sus superiores al «persistir diferencias significativas»

salvador arroyo

Bruselas

Viernes, 4 de diciembre 2020, 23:29

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¿Carga retórica en el tramo final del regateo o señal grave? Las negociaciones entre el Reino Unido y la UE entran en una fase «crítica», «decisiva», como definieron el momento diplomáticos de las dos partes. Michel Barnier, que tenía previsto celebrar este viernes en Bruselas un encuentro informativo con la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, y los embajadores de los Veintisiete, decidía en el último momento quedarse en Londres y arremangarse. Un «día importante, determinación», decía poco antes de reanudar las conversaciones con el equipo británico. El ambiente, enrarecido, cargado de mensajes contradictorios (tan pronto se auguraba el acuerdo como se hablaba de fracaso inminente), se enturbió todavía más al filo de las nueve de la noche.

En un breve comunicado conjunto difundido a través de sus cuentas de Twitter, los negociadores británico, David Frost, y comunitario, Michel Barnier, anunciaron que interrumpían el diálogo para informar a sus superiores de que la persistencia de «diferencias significativas» no hacía posible «las condiciones para un acuerdo». «La presidenta de la Comisión y el primer ministro británico, Boris Johnson, hablarán este sábado por la tarde sobre la situación», añadieron.

En cierta manera, lo previsto. El 'brexit' (como otros grandes asuntos geopolíticos) es propenso a estos mensajes extremos cuando el calendario estrangula. En este caso, las 23.00 del día 31, hora británica. Poco más de tres semanas. Pero menos tiempo, de hecho, si se tiene en cuenta que el próximo jueves y el viernes los líderes europeos celebrarán la última cumbre ordinaria del año y esperan algún resultado. Hay impaciencia.

REACCIONES:

  • Michel Barnier - Negociador de la UE. La víspera habló de que se estaba «a milímetros» de un pacto; este viernes continuó en Londres. «Día importante, determinación», dijo

  • Clement Beaune - Ministro francés Asuntos Europeos. «Si el acuerdo no fuera bueno, nos opondríamos. Todos los países tienen derecho a veto»

  • Charles Michel - Presidente Consejo Europeo. Se refirió a la posibilidad de un arreglo en «horas, días». Consideró clave «los equilibrios» en pesca, gobernanza y competencia

Son ellos los que tienen que aprobarlo por unanimidad. Y tras ellos, el Parlamento Europeo, que se prepara desde hace tiempo para programar un pleno extraordinario bien el 23, bien el 28 de este mes. Todo excesivamente comprimido, contrarreloj, al uso de las grandes negociaciones en la UE. Con picos y valles de tensión.

El de este viernes, pico. A última hora del jueves, el Gabinete de Johnson hablaba de «retroceso» en las perspectivas de un acuerdo inminente. Desde Londres se culpaba a un supuesto «nuevo paquete de demandas» introducidas por el equipo europeo (y negadas por este) en el último momento. Culpaban directamente a funcionarios franceses de haber estado «presionando duramente» a Barnier y los suyos.

Tres espinas

Un último giro drástico, quizá para forzar cesiones en la contraparte. Pero que llegaba justo cuando parecían haberse dado avances en los tres asuntos clave que han sido, siguen siendo, causa de estancamiento durante meses: la gobernanza del futuro acuerdo, la competencia justa y el acceso recíproco a los caladeros pesqueros. La UE defiende que su potente sector no pierda el acceso a las aguas británicas. Y en lo referente a la competencia, que empresas (sobre todo en relación con las ayudas de Estado) y trabajadores continúen ajustándose a los estándares de la Unión. Frente a esto, los principios de Johnson: control absoluto de sus aguas y soberanía para articular sus propias reglas.

CALENDARIO:

  • 23 o 28 de este mes. Fechas posibles para la necesaria validación del pacto en la Eurocámara.

La cuestión es que, tras el jarro de agua fría de Londres, la penúltima traca del embrollo la tiraba París. El ministro de Asuntos Europeos, Clement Beaune, aseguraba durante una entrevista a Radio Europe 1 que Francia estaba dispuesta a bloquear cualquier acuerdo que no satisfaga sus intereses nacionales. «Si no fuera bueno (...) nos opondríamos». «Todos los países tienen derecho a veto», aseguraba a continuación, para dejar claro el sentido de su amenaza.

La andanada pillaba a Charles Michel compareciendo en rueda de prensa para hacer balance de su primer año al frente del Consejo Europeo -un acto 'conmemorativo' que, por cierto, Ursula von der Leyen había decidido suspender-. Cuando se cuestionó al belga por las manifestaciones del ministro Beaune, optaba por rebajar la tensión. Se retrotraía a 2016 (año del referéndum británico) para destacar que los Veintisiete han mantenido siempre la «unidad» y el respaldo a Barnier. Se mostraba, de hecho, «optimista» ante la posibilidad de que Bruselas y Londres consumasen en «horas o días» un acuerdo. Eso sí, se cuidó muy mucho de que ese mensaje no fuese leído como predicción. La ruptura a las bravas, el descarrilamiento, nunca se descarta.

«Los Estados miembros tendrán que decir cuál es su análisis tras haber estudiado lo que esté encima de la mesa», añadía el máximo responsable de la institución que coordina a los Veintisiete. Pensaba en la cumbre de la próxima semana y ponía el foco, en concreto, en la importancia del «equilibrio global» entre los tres «asuntos más difíciles» Se trabajará «hasta el último segundo». Tic tac, tic tac...

Londres se queja de Macron

IÑIGO GURRUCHAGA | Londres

Comentaristas en los medios recordaban este viernes que las cumbres europeas han tenido en el pasado un conato de fracaso por un enfrentamiento entre británicos y franceses antes de su final feliz. Los optimistas describían por eso lo ocurrido entre jueves y viernes como una pantomima o una farsa, géneros de los respectivos teatros nacionales. Los negociadores de la UE y de Reino Unido agotaron otra larga jornada de tiras y aflojas. Cargamentos de pizza y menús llevados por una cadena de comida sana fueron servidos en la velada para mantener la energía de los funcionarios, en su afán de añadir letras a un documento que tendría ya 1.800 páginas. Y que, a tenor de la nueva interrupción de los contactos, puede seguir engordando.

El portavoz de la canciller alemana afirmó que Angela Merkel reconoce que cada parte tiene líneas rojas que no pueden traspasar, pero que «siempre hay margen para la negociación». Los medios británicos, que, como sus gobiernos, han esperado en vano desde 2016 que Merkel interviniese para evitar el 'brexit' o para suavizarlo, vieron en las palabras del portavoz «una intervención significativa».

La euforia causada en el Gabinete de Boris Johnson por su victoria en la carrera para tener la vacuna del Covid -un ministro dijo que el éxito se debe al 'brexit', otro que no es la marcha de la UE, sino que Reino Unido es mucho mejor país que Francia, Bélgica o Estados Unidos- quizás sirva al primer ministro para inmunizarlo de las cesiones que inevitablemente tendrá que hacer si se llega a un acuerdo. Emmanuel Macron ya asoció el 'brexit' al inicio de la ola triunfal del llamado 'populismo', debilitado tras la caída de Trump. El presidente francés habría expresado en 2017 su deseo de cobrar un alto precio por la marcha de la UE, con su mirada también en la política doméstica. Quizás batalla este fin de semana por lograr el símbolo que cristalice esa estampa.

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