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Los accesos a la plaza Roja de Moscú. Efe
Moscú echa el telón por el coronavirus

Moscú echa el telón por el coronavirus

El 2 de abril, las autoridades rusas extendieron hasta final de mes todas las restricciones vigentes desde el 29 de marzo

rafael m. mañueco

Moscú

Domingo, 5 de abril 2020, 12:34

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La orden de confinamiento total dada hace una semana por el Ayuntamiento moscovita para luchar contra la pandemia ha transformado completamente la rutilante capital de Rusia, cuya población supera los 12 millones de habitantes y tiene una superficie de 2.500 kilómetros cuadrados, el doble que la de Roma y cuatro veces más que la de Madrid.

Sus numerosos teatros, cafés, restaurantes y salas de conciertos dejaron ya de funcionar antes de que sobreviniera el retiro domiciliario forzoso. El alcalde Serguéi Sobianin mandó echar el telón, pero no apagar las luces de la mayor metrópoli de Europa. Aunque conserva una resplandeciente iluminación en un número inmenso de edificios, Moscú ha dejado de ser lo que era.

Sus amplias y kilométricas avenidas están prácticamente desiertas por la noche. Por el día, sin embargo, muestran cierto trasiego de ambulancias, coches de Policía y transporte público. También hay vehículos privados, sobre todo en las horas en las que los empleados autorizados a desplazarse se dirigen a sus centros de trabajo.

Apenas hay peatones, salvo los que acuden a las tiendas de alimentación y las farmacias o los que sacan sus perros a pasear. Estos tres casos y la incursión para arrojar la basura al contenedor son los que permiten abandonar el domicilio. También acudir al médico, incluso haciendo uso del automóvil, si bien tendrá que justificarse si la Policía lo exige.

Fuera de estos supuestos, todo lo demás (pasear, jugar con los niños en los parques o alejarse demasiado del domicilio que figura en el documento de identidad) podrá ser castigado con una multa de 4.000 rublos (cerca de 50 euros). Los reincidentes pagarán 5.000 rublos (unos 60 euros). Sobianin ha dicho en declaraciones a los medios de comunicación sentirse satisfecho de cómo se está observando el confinamiento en la ciudad.

«La mayoría de los moscovitas lo respetan», señala. El alcalde puntualiza que «estamos en el equilibrio que necesitamos mantener. No podemos cerrar toda la ciudad de tal manera que todo se reduzca a cero, pero cuando más de los dos tercios están en casa en aislamiento y alrededor de un cuarto en movimiento se puede considerar satisfactorio».

Según Sobianin, «tenemos ahora alrededor de 3 millones de personas en sus puestos de trabajo: organismos públicos, personal sanitario, fuerzas de seguridad y empleados del transporte y de las industrias de producción esencial». Pero los informativos de muchos canales de televisión de ámbito federal se emiten ya con las presentadoras habituales enclaustradas en las habitaciones de sus casas. Según el centro de crisis de la capital rusa, el número de pasajeros en el metro ha caído en un 84% .

Las esplendorosas boutiques de lujo del centro de la capital están cerradas, eso sí, manteniendo sus elegantes escaparates bien alumbrados. Los clubs nocturnos y discotecas también echaron el cierre. Hasta los grandes centros comerciales, las instalaciones deportivas y los museos están clausurados.

Saltarse el confinamiento no tiene mucho sentido porque no hay a dónde ir y pasear por la calle conlleva el riesgo de que una patrulla de la Guardia Nacional (Rosgvardia) te dé un disgusto. Más allá de la multa, que para algunos puede resultar asequible, es muy desagradable tener que soportar el consiguiente interrogatorio de los agentes, sus miradas condenatorias y la eterna comprobación de los documentos. Ponerse gallito y meterles prisa supone por lo general acabar en comisaría. El Departamento de interior de Moscú informa de más de mil denuncias que los infractores han recibido en dependencia policiales y una cantidad similar entregadas directamente en la calle tras rellenar el correspondiente formulario.

Pero lo que peor están llevando los moscovitas, al menos los más pudientes y juerguistas, no hay que olvidar que la capital rusa es la que concentra el mayor número de multimillonarios del mundo, es no poder reunirse con sus amigos en la discoteca, en el restaurante o en los numerosos club VIP que hay por la ciudad.

Los habitantes de Moscú, no han empezado todavía a cantar desde los balcones ni a aplaudir a nadie, pero sí se han visto desde la calle fiestas en edificios de viviendas con la música más alta de lo acostumbrado e incluso, como sucedió este viernes junto al hotel Radisson Ucrania, con lanzamiento de pirotecnia. Se está disparando además el consumo de alcohol, según reconocen las autoridades.

El mes pasado, la noticia de una fiesta de cumpleaños a la que acudió la flor y nata de la élite rusa, incluidos altos funcionarios y artistas famosos, levantó una ola de indignación en las redes sociales al saberse que fue un foco de coronavirus. Algunos de los asistentes no se sometieron a la cuarentena obligatoria tras regresar del extranjero portando el COVID-19.

Otro sector de población moscovita que lo está pasando muy mal son los aficionados al hockey sobre hielo y, más todavía, el selecto público que llena habitualmente los teatros, los espectáculos de ópera, ballet y las filarmónicas. En Moscú hay cerca de 400 escenas y salas de audición y espectáculos. Uno se puede conformar contemplando las representaciones en vídeos a través del móvil. Pero no es lo mismo, falta el esencial componente social, el calor del público y el pulso vital de las interpretaciones.

También sufren los más humildes, aquellos que los fines de semana se iban a pescar o a pasear simplemente por el bosque. El campus de la Universidad Lomonósov de Moscú (MGU) también está desconocido, completamente despoblado de estudiantes cuando ya se acerca el final de curso.

Y la City, el centro económico de la ciudad, entre cuyos rascacielos pululaban hasta hace bien poco los empleados de las grandes firmas cuando salían en el descanso para tomar un refrigerio, también aparece desierto y sin los coches de altísima gama que daban realce a la calzada.

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