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Jesús Castro se dio a conocer en la taquillera película 'El niño' (2014). efe
«Soy lo opuesto a un seductor»

«Soy lo opuesto a un seductor»

«De niño cada vez me queda menos, en este trabajo o maduras o te atropellan», sentencia el actor

ARANTZA FURUNDARENA

Sábado, 22 de febrero 2020, 12:14

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La asociación Cerveceros de España ha elegido a Jesús Castro como embajador de una campaña denominada 'Tu cerveza se hace así' y él se siente identificado con el proyecto. «No hay nada mejor en el mundo que tomarte una cañita en Vejer viendo una puesta de sol», certifica. No hay rastro de acento gaditano en este actor de 27 años que saltó a la fama hace seis al coprotagonizar 'El niño' junto a Luis Tosar. «Es que he tenido un logopeda -explica-. Yo amo mi acento, pero si me va a limitar a nivel laboral lo cambiamos... Eso sí, en cuanto bajo p'al sur y veo a mi madre le grito: 'Ea, ¿cómo está mi gorda?'», suelta con todo el gracejo de su tierra.

Enamorado de Vejer de la Frontera, «por su paisaje y su calidad de vida», Castro dice echarlo de menos. «Pero el trabajo está en Madrid y nadie va a venir a buscarte a la puerta de tu casa». Fue un niño un poco rebelde que desde los 15 años ya andaba con la 'amotillo' por las empinadas calles de su pueblo. «Nunca he sido muy de estar encima de las chicas -recuerda-. A ellas además no les gusta. Yo voy a lo mío y si algo cuadra sobre la marcha vamos viendo. Es un tira y afloja mutuo hasta el acercamiento. Pero ir de guapo no funciona. Además, la belleza es para gustos».

Lo dice este actor de ojos intensamente azules (a lo Steve McQueen, según algunos) al que han llegado a calificar de 'sex symbol'. «Eso para vender está muy bien -ataja él- pero no me representa. Soy lo más alejado que hay de un seductor». También le han colgado la etiqueta de 'El niño bonito del cine español'. Y tampoco... «Me veo un chaval normal. Cuando hablan tan bien y doran tanto la píldora es como que me pone alerta, porque el mundo no funciona así. Y yo sé quién soy. No vendo motos, no vendo humo, ni doro píldoras». Confiesa que se 'jartó' de carnavales de pequeño, y que se ve a sí mismo como un andaluz atípico. «No soy de Semana Santa, ni voy todo el día haciendo chistes en plan qué arte tengo. Casi parezco más del norte que del sur. Me río poco, lo justo. Si es una risa de verdad, bien, si no nada».

Puede sonar adusto. Pero la realidad es que Jesús Castro es un tipo simpático, sencillo y cercano que simplemente no está dispuesto a que la fama le cambie. Estudiaba un grado medio de Electricidad cuando un buen día, «por faltar a clase», se presentó a un casting. Resultó elegido entre 3.000 aspirantes y terminó protagonizando la película española cuyo estreno batió todos los récords de recaudación, superando incluso a 'Ocho apellidos vascos'. «Yo no hice nada más que dejarme llevar. Nunca pensé ser actor, aunque, bueno, de pequeño actuaba un poco para no ir al cole. Le decía a mi madre que tenía fiebre y ponía el termómetro en la lámpara, ja, ja, ja...».

'De churrero a sex symbol del cine español', llegó a pregonar la prensa. «Como titular está muy bien, pero yo no he hecho un churro en mi vida -aclara el actor-. Les monté una churrería a mis padres para que fueran dueños de su propio negocio. Les di mucha guerra de chaval y tenía que compensarles». Es el mayor de tres hermanos y advierte que de niño cada vez le queda menos. «Sobre todo en este trabajo en el que o maduras o te atropellan». No sueña con un papel concreto, sino con seguir sumando y aprendiendo. «Cuando ya esté construido el suelo empezaremos a mirar el techo. De momento el techo queda muy lejos».

Este gaditano se confiesa cabezota, siente aversión por los saltamontes (se le metió uno en la ropa de niño) y una especial atracción por las rubias, «aunque a mí cuando una mujer me atrae es cuando abre la boca, porque de imagen hoy vamos todos sobrados». Admite ser del Real Madrid hasta la médula, «tanto que si juega mi madre contra el Madrid yo quiero que gane el Madrid», y está encantado con la candidatura de Casillas, su modelo a seguir, a la presidencia de la Federación Española. «Iker es sinónimo de lealtad hacia el fútbol, de llegar a lo máximo y seguir siendo humilde. Los modales de Rubiales no me gustan, cuanto antes se quite de ahí, mejor».

Tras intervenir en varias series televisivas ('Mar de plástico', 'El Príncipe'...), el actor acaba de rodar una «película pequeñita» en Andalucía a las órdenes de Ezequiel Montes. Se titula 'Hombre muerto no sabe vivir'. «Hago de narcotraficante otra vez. Es que por lo que dicen cara de muy buena persona no tengo -bromea-. De hecho, me han parado alguna vez en el metro. Y, bueno, no es que yo sea la madre Teresa de Calcuta, pero tampoco soy un quinqui. Eso sí, me considero cañero. Con educación y respeto, pero cañero».

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