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ARANTZA FURUNDARENA
Martes, 20 de agosto 2019, 09:05
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Familia, gente, tenemos que acabar con gente así!», arenga Kiko Rivera a través de sus redes sociales, convertido de pronto en defensor de la buena educación al volante. Le falta haberlo etiquetado 'Kiko for president'... El hijo de Isabel Pantoja se ha subido al púlpito virtual de internet para denunciar que ha sufrido amenazas de muerte por parte de un conductor exaltado. Y de paso justificar su ausencia en un bolo que tenía contratado el sábado en la localidad asturiana de Tuilla (Langreo), donde su público todavía se está acordando de la madre que lo trajo al mundo, y no precisamente para bien.
«Bueno, familia, para mí es muy triste tener que contar esto», comienza el vídeo que se ha autograbado Kiko en Instagram. Después de dicha introducción, muy en la línea del 'es triste de pedir', el Dj comienza a relatar los hechos. Cuenta que, cuando llegó al evento de Tuilla, él y su equipo se encontraron con un coche aparcado que les impedía el paso. «Se le pidió amablemente que se apartara porque teníamos que llegar al escenario», explica el hijo de la Pantoja. Entonces, del coche salió un señor, «si se le puede llamar señor -matiza Kiko-, totalmente fuera de sí, arrasando con todo lo que había, empujando a niños, ancianos, gritando, pegando golpes en mi coche, diciendo que si se me ocurría bajar del coche me iba apuñalar y me iba a matar». Rivera confiesa haber pasado «uno de los peores ratos» de su vida y aclara que, «por medidas de seguridad, se decidió no salir».
Al margen de esos temores, lo cierto es que en el lugar de los hechos la cancelación se ha interpretado como un plantón de Kiko a su público por un simple coche mal aparcado. Así lo reflejaba la periodista Marta Varela en su crónica del pasado domingo en el diario asturiano 'El Comercio'. Y recogía también la indignación de la comisión de festejos: «Consideramos un motivo excesivo el no actuar y poco profesional de su parte. No pensamos pagarle por una actuación que no realizó», avisan. El público, que ya se había caldeado con la actuación de Los Chunguitos (¿teloneros de Kiko Rivera?, lo que hay que ver...), comenzó a gritar «¡Fuera, fuera!» al conocer la 'fuga sin tocata' del mediático pinchadiscos. Su espacio lo llenó finalmente un Dj local.
Lo único que puede consolarle ahora mismo al hijo de Paquirri es que por fin puede presumir de haber tenido en su vida un gesto torero, aunque se trate de la 'espantá', huida expeditiva que en los ruedos han practicado con mayor o menor tronío muchos diestros de renombre, empezando por el gran Curro Romero, del que sus incondicionales solían decir: «Qué bien se sabe de ir...». Los seguidores de Paquirrín no parecen opinar lo mismo. «Qué pena que no hayas sacado los genes de valentía de tu padre, majete», le increpa una espectadora de Tuilla. Pero otra contraataca: «Yo soy asturiana y me avergüenzo del que aparcó mal y se puso chulo».
Ajeno a la guerra de acusaciones, Kiko Rivera, que el viernes actuó en Xátiva, sigue con su gira, dispuesto a deleitar a su público con letras como 'Ella quiere ser la diva de Instagram, rapa-parrapa-papán'. De fondo, siguen sonando los dardos envenenados que le envían desde Asturias, mezclados con las balas de fogueo que le dispara su hermana Isa, con la que cada vez se lleva peor. Pero, carne de cañón, Kiko está habituado a mantener varios frentes abiertos. En eso ha salido a su madre.
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