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OSKAR BELATEGUI
Domingo, 26 de agosto 2018, 10:38
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Leonardo González Feliz (Matarrosa del Sil, León, 1962) ha llevado a un millón de personas al cine con 'El mejor verano de mi vida', la comedia sorpresa de estas vacaciones. Leo Harlem, el monologuista de la España de 'cuñaos', se ha revelado un actor de altura.
- Eso hay que preguntárselo a la gente que paga la entrada. Yo creo que ha funcionado el boca a boca, es una película familiar, con un humor muy blanco. No sigo mucho las cosas del cine, pero un millón es mucha gente, ¿no?
- Escúchame, es que Tom lleva ya muchas misiones de esas. Se pega unas palizas... ¡Subir por las ventanas habiendo ascensor!
- En absoluto. El humor en primer lugar es para relajarse, no lo entiendo como una manera de tensar y provocar; para provocación ya tenemos la vida normal.
- Nunca he tenido la pretensión de llegar a nada, todo me lo tomo según va viniendo. ¿Que la gente dice que lo hago bien? Fenomenal. Ojalá pase a formar parte de esa lista con Pajares, Landa, López Vázquez...
- A campo y a mina, a polvo de carbón, está en la cuenca minera del Bierzo. Me fui pequeñito de allí y hace mucho que no vuelvo, como no tengo carnet de conducir es difícil que alguien me llleve.
- Era un bar con una colección de discos impresionante, poníamos mucho jazz y soul. Pero tienes razón: El Gran Wyoming, Quique San Francisco... Parece que poner un nombre americano da más resonancia. Leo Bronx sonaría más cañero.
- Tengo Psicología, Sociología y Antropología convalidadas. Trabajando cara al público desarrollas unas capacidades tremendas, enseguida sabes quién la va a la liar o se va a ir sin pagar. Si yo fuera alguien en este país, ahora que no hay mili, establecería que todo el mundo trabajara un año cara al público.
- El horario es infernal, lo bueno que no te molesta nadie. He sido muy feliz en el bar y en la panadería. Por algo mi segundo apellido es feliz.
- Sí, a ver quién es el más ingenioso... Me llevan la cuenta porque las redes sociales me dan pánico. Morirán de éxito cuando no se pueda distinguir lo real de lo ficticio. Tampoco tengo WhatsApp, que ha acabado con las conversaciones de tren.
- Sí. Yo puedo hacer un chiste de un tío con gafas porque las llevo. Pero la gente está muy susceptible. Yo ya me cortaba al inicio de mi carrera, porque venía del bar y conocía el percal. Por eso no hago monólogos de política ni de sexo. Me río sobre todo de las cosas que se ponen de moda en esta sociedad hiperactiva, donde tienes que correr la media maratón, tirarte en parapente, hacer la mejor paella del mundo y estar en la discoteca hasta las cuatro. Estamos sin cabeza, y yo lanzo los dardos por donde va saliendo la masa encefálica.
- Por la proximidad. Hasta hace poco, las familias españolas eran muy numerosas. Hay un poso de 'cuñaos' muy grande, una red social anterior a Facebook. Todos tenemos 'cuñaos' que saben hacer las cosas mejor que tú y encuentran las mejores ofertas. Si además el 'cuñao' es autónomo, es el que sostiene la sociedad.
- Por familiaridad y campechanía. Creo que sé empatizar, soy como el 'cuñao' majo. Llevo una vida muy sencilla: salgo, me tomo una caña, voy a una exposición... Hago lo mismo que cuando trabajaba en el bar, aunque ahora tenga más pasta.
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