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Francisco Javier, María Antonia (sentada), Gema y Juana son voluntarios culturales del Museo Pérez Enciso de Plasencia. :: palma
Voluntarios de la cultura

Voluntarios de la cultura

La mayoría de los guías altruistas son personas jubiladas que reciben formación de los espacios expositivos para realizar esta labor | Dedican su tiempo libre a mostrar los museos a grupos de escolares y mayores

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Viernes, 30 de marzo 2018, 09:55

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José Luis, María del Carmen, Emilia, María Antonia, Dolores, Juana, Gema y Francisco Javier están incluidos en el mismo grupo de Whatsapp. No son familia, ni compañeros de trabajo, ni siquiera sus hijos van juntos a clase. La comunicación a través de la red social que comparten sirve para coordinar su presencia en el Museo Etnográfico y Textil Pérez Enciso de Plasencia, en el que ejercen como guías.

Sin embargo, ninguno cobra nada por acompañar a los visitantes por las diferentes salas de este espacio cultural y explicar las peculiaridades de la colección. Son voluntarios y realizan esta labor de manera altruista. Al igual que ellos, muchas otras personas en la región dedican su tiempo libre a mostrar los museos a grupos de escolares y de mayores.

Para poder efectuar esta tarea, deben formar parte del programa nacional Voluntarios Culturales Mayores, que desarrolla desde 1992 la Confederación Española de Aulas de la Tercera Edad (Ceate). En la actualidad, nueve espacios expositivos de Extremadura participan en esta iniciativa, tres de la provincia de Badajoz y seis de la de Cáceres, aunque próximamente otros cuatro museos cacereños van a iniciarse en este proyecto de voluntariado.

Guillermo Kurtz, Director del Museo Arqueológico: «La colección se entiende mejor cuando hay alguien que explica las piezas»

Laura Tirado, Directora del Museo Pérez Enciso: «Son personas activas culturalmente y suelen colaborar con otro tipo de entidades»

El nombre del programa da idea del único requisito que deben cumplir los guías participantes. En principio, está reservado a personas mayores de 55 años, con independencia de que estén o no jubiladas. Pese a ello, existe alguna excepción. «Todos están dados de alta en un registro a nivel nacional y tienen un seguro para cualquier incidencia que se pueda producir», expone Laura Tirado, directora del Museo Pérez Enciso y también integrante del grupo de mensajería instantánea a través del que se coordinan los guías de este espacio.

Formación

Para empezar a guiar visitas, el primer paso es la formación. «Les pedimos que se atengan a nuestras indicaciones en cuanto al contenido de las explicaciones», detalla Guillermo Kurtz, director del Museo Arqueológico de Badajoz. Así, son los propios museos los encargados de impartir las sesiones formativas. «Yo hice un curso de un mes, más o menos, en el que nos explicaron las piezas; íbamos aprendiendo por salas», recuerda Francisco Arroyo, voluntario del mismo espacio.

Por un proceso similar han tenido que pasar todas las personas que desempeñan la labor de voluntarios culturales. Precisamente, en el Museo de Cáceres se está iniciando un proceso de formación de nuevos candidatos, que arrancará el 9 de abril, con el que espera duplicar el número de guías y llegar hasta diez. «Queremos que antes de verano tengan información suficiente para comenzar», en palabras del director de este centro, Juan Manuel Valadés.

Francisco Arroyo es guía en el Arqueológico de Badajoz.
Francisco Arroyo es guía en el Arqueológico de Badajoz. C.M.

A pesar de no existir exigencias relacionadas con el nivel académico ni con otros aspectos de su desempeño profesional, sí es cierto que los voluntarios se ajustan a un determinado perfil. «Son personas activas culturalmente, suelen colaborar con entidades de carácter más social en otras facetas de su vida y la mayoría son jubiladas», expone Tirado, en una línea que se repite. Además, predominan quienes se han dedicado a la docencia y al hablar con ellos se detecta que sienten un gran apego por la cultura de sus territorios. «Me encanta mi tierra, me enseñaron desde pequeña a amarla y me encanta enseñársela a la gente», dice Gema Bermejo, una de las guías del Pérez Enciso, como una de sus principales motivaciones.

En este sentido, cada uno de los voluntarios tiene sus razones para dedicar su tiempo libre a hacer más completa la visita a las exposiciones, porque si en algo están de acuerdo los responsables de las mismas es que los museos son mejores con guías: «La colección se entiende mejor cuando hay alguien que explica las piezas», concede Kurtz. Uno de los términos que se repite al preguntar por los motivos es 'enriquecedor'. «Siempre hay alguien que te cuenta la historia de su tierra y se intercambian datos», indica Juana Pulido, voluntaria en Plasencia.

Por otro lado, sí hay restricciones a la hora de atender a los grupos y los guías voluntarios deben centrar sus explicaciones en las visitas de escolares y de colectivos de mayores. «Se trata de facilitar la visita a quienes no podrían tener acceso a guías profesionales», informa Valadés.

Uno de los aspectos que demandan los museos es el compromiso de las personas que se incluyen en el programa. La mayoría de las visitas se conciertan con tiempo, por lo que la coordinación es más sencilla. Aún así, hay momentos en los que se producen necesidades puntuales «En esos casos no hay problema en ir a echar una mano», puntualiza Francisco Javier Sánchez, que también colabora con el Pérez Enciso.

La dedicación de estos voluntarios contribuye a mejorar la imagen de los museos y la experiencia de los visitantes. «La gente agradece las visitas guiadas, porque vamos más allá de la cartelería», en palabras de María Antonia Rivera, que lleva casi dos décadas como guía voluntaria en el museo etnográfico placentino y se siente muy satisfecha con esta tarea. En una línea similar se expresa Arroyo: «Es maravilloso cuando al final te aplauden; el aplauso es muy gratificante», ríe a la vez que asegura que en alguna ocasión le han querido pagar, pero que en ningún caso admite dinero.

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