Volar con la mascarilla puesta

También las marcas en el suelo para mantener la distancia en la zona de embarque o en la fila de facturación, así como las mamparas frente a los mostradores, han cambiado ligeramente la cara de las instalaciones. Eso en tierra. «En los vuelos es todo igual, salvo que tienes que avisar si quieres ir al baño y es el personal el que te da permiso para levantarte si está libre», expone Cristina García, que este viernes voló a Canarias vía Madrid, donde reside, tras haber pasado una semana en Badajoz con su familia. «No venía desde carnaval y tenía ganas de ver a mis padres», reconoce esta pacense que la semana pasada tuvo que volar a Sevilla porque el aeropuerto extremeño todavía no había retomado los vuelos.

Por el mismo motivo se desplazó este viernes a Madrid Magdalena Sánchez. «Voy a ver a mi hija y a mi nieta, que llevo sin verlas desde febrero», decía antes de cruzar las puertas de acceso al recinto. Junto a ella estaba su hijo, que la acompañó hasta la puerta de embarque.

Entre pasajeros y acompañantes se notaba movimiento en el aeropuerto, aunque en ningún caso se produjeron aglomeraciones. Nada que ver con las imágenes de otros puntos de España que una cadena nacional emitía en la mañana de este viernes y que algunos viajeros veían en la televisión de la cafetería entre expresiones de asombro.

Las de este 3 de julio fueron las primeras conexiones con Madrid desde que se decretó el estado de alarma, el jueves ya se iniciaron los viajes con Barcelona. A nivel de pasajeros, los de la ciudad condal funcionaron mejor. «Se llenaron y a Madrid va medio pasaje», confirman fuentes del aeropuerto. De momento, hay vuelos a la capital de España tres días a la semana, lunes, viernes y domingo.

Los precios de los viajes se han reducido con la pandemia. «Son muy asequibles, por 48 euros he comprado la ida y la vuelta», según Sánchez, que sí tenía Madrid como destino definitivo.

Otros muchos pasajeros utilizan esta conexión como trasbordo hacia diferentes puntos de España y del extranjero. Es el caso de Valeria Torres, que retomó una de sus rutinas tras varios meses. «Trabajo fuera de España y utilizo el aeropuerto una vez al mes», exponía esta viajera tras facturar su equipaje. Ella ha notado pocas diferencias en la infraestructura, más allá de las evidentes medidas de seguridad y la presencia de mascarillas en todo el personal y en los pasajeros.

También hicieron trasbordo en Madrid, pero con destino a Tenerife, Borja Olivera y Gloria García. Tras muchas semanas de teletrabajo deben volver a sus puestos en la isla. «Soy funcionario y es un recorrido que ya se ha vuelto habitual, paso por aquí seis veces al año», indicaba en dirección a la cafetería, a la vez que reconocía que no estaría mal que se pudiera estirar durante más tiempo el trabajo telemático y se le adivinaba una sonrisa del otro lado de la mascarilla.

Más alegría se percibía en la zona de llegadas. Abrazos que evidenciaban reencuentros se produjeron en la puerta de salida de los pasajeros del vuelo procedente de Madrid.

En ese avión aterrizaron Marco Moreno y Andrea Egea, dos jóvenes que habían partido de Mallorca, su lugar de residencia –aunque él es de Badajoz y ella de Córdoba–, e hicieron trasbordo en la capital. Ellos pasarán el fin de semana en Extremadura para visitar a unos amigos. «Ya tenía ganas de salir de la isla», bromeaba Moreno.