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Los vetones y la identidad extremeña

Ya es hora de invertir y de profundizar también en la historia prerromana, andalusí, fronteriza y contemporánea de nuestra región. No es tanto una cuestión de identidad, sino de ser conscientes de nuestra realidad histórica, presente y futura

juan rebollo

Sábado, 14 de septiembre 2019, 23:07

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En ocasiones veo extremeños ávidos de Historia. No son muchas veces, pero son algunas, que ya es bastante. La última fue el pasado día 5 de septiembre de 2019, en Hervás, en la jornada técnica que se dedicó a los Vetones, aquel pueblo que, según los antiguos autores griegos y latinos, estaba asentado en los entornos del Sistema Central occidental antes de la llegada de Roma. A pesar del día, un jueves cualquiera de septiembre, me consta que se completaron todas las plazas disponibles, aunque luego hubo gente inscrita que no fue y gente no inscrita que sí. La inscripción era gratis, todo sea dicho. Financiaba el programa Diputación Desarrolla.

El caso es que el cine teatro Juventud de la capital del Ambroz estaba a rebosar. Y ni mucho menos defraudó el evento. El nivel técnico y la calidad comunicadora de los ponentes fueron excelentes. Baste citar a los profesores Jesús Álvarez (Univ. Complutense) y Enrique Cerrillo (Univ. de Extremadura). La organización también estuvo perfecta (se conoce que había dinero). El único 'pero' que se comentó por parte del público asistente fue lo ajustado del tiempo (apenas cuatro horas a repartir entre seis ponentes), no dando oportunidad a debate alguno. Tan solo tres o cuatro personas pudieron lanzar preguntas y reflexiones al final, pero eran ya casi las 14:30 horas. Que figure en acta que la gente se quedó con ganas de más.

Insisto, el interés entre los asistentes fue grande por conocer un tiempo lejano, una cultura enigmática, unos yacimientos cercanos y una posibilidad de revalorización del territorio rural. Historia y arqueología de la que en Extremadura tenemos en grandes proporciones que, por el extraño motivo que sea, aún desconoce la mayor parte de la población.

Nada que ver, por ejemplo, con lo que ocurre al otro lado de las montañas, en Ávila, donde, según nos contó el arqueólogo abulense Francisco Fabián, un buen proyecto de investigación y socialización del patrimonio arqueológico vetón ha conseguido dinamizar la provincia vecina, con castros como el de Cogotas (II), el de Ulaca o el Raso, pegado a La Vera este último.

En nuestra parte extremeña, por el contrario, la arqueóloga Alicia Prada expuso las dificultades que ha encontrado en sus excavaciones –o en la falta de ellas– y en la difusión limitada del yacimiento de Villasviejas del Tamuja, en Botija. Entre ellas, más allá de la cuestión económica, la falta de sensibilización patrimonial de los expoliadores.

Intervinieron finalmente los arqueólogos Clara Martín y José Miguel Labrador, auténticos impulsores de la Jornada, poniendo el foco en las Tierras de Granadilla y Valle del Ambroz, comarcas donde se encuentran algunos de los más interesantes restos arqueológicos de los vetones.

Sus recientes investigaciones mantienen la esperanza de que algún día se revalorice este legado en la zona, donde se hallan los castros de El Gordo, Cabeza Gorda o el Picute. Muchos extremeños expresamos nuestra gratitud y reconocimiento por tanta dedicación sin apenas recursos. De todas formas, quede dicho que de nada sirve disponer de recursos (económicos) si no se dispone socialmente de una perspectiva humanística amplia.

Hace unos años, en algún reportaje de Canal Extremadura escuché decir al arqueólogo Víctor Gibello (recientemente premiado por su labor de difusión del patrimonio regional) que la identidad extremeña había obviado el pasado prerromano en general y el vetón en particular. Quizá hemos dedicado todos los esfuerzos a Roma y América por la proyección de Mérida, de Cortés, de Pizarro o de la Virgen y el Monasterio de Guadalupe.

Ya es hora de invertir y de profundizar también en la historia prerromana, andalusí, fronteriza y contemporánea de nuestra región. No es tanto una cuestión de identidad sino de ser conscientes de nuestra realidad histórica, presente y futura. Los vetones siguen esperando.

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