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¡Vaya semana!

El paro no es una novedad, pero sí una desgracia, sobre todo cuando el número de parados, ya muy alto en relación con la media española, lejos de disminuir, aumenta: ya estamos por encima de los 102.000

teresiano rodríguez núñez

Domingo, 7 de octubre 2018, 23:45

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NO olvidará Pedro Sánchez los días pasados en su periplo americano, tratando de mostrar a instituciones y mandatarios de varios países, USA incluido, la realidad de la nueva España cuyo gobierno él preside. Los vuelos anteriores en España y Europa debieron ser una especie de entrenamiento para superar el jet lag. Aunque bien puede ocurrir que tanto unos como otros hayan sido también y sobre todo una manera de situarse fuera del foco mediático, empeñado en mostrar la cara oculta de algunos de sus ministros y ministras, incluido el propio presidente, a cuenta de másters y titulaciones académicas, que ¡también son ganas! Como si no hubiéramos tenido ministros que sin títulos académicos han dado más juego que algunos licenciados y doctores.

Claro que no todo se reduce a eso. Pedro Sánchez aprovechó un momento crítico para lanzar su moción de censura frente al gobierno de Rajoy. Y el apoyo fue masivo, seguramente mucho mayor de lo que esperaban las huestes del PP. Aunque es probable que también el PSOE –y Pedro Sánchez más concretamente– estén haciendo una lectura equivocada de los resultados de la moción de censura. Porque una cosa es estar en contra del inmovilismo que venía practicando Rajoy frente a una situación comprometida, que parecía no ir con él, y otra muy distinta que el no a Rajoy significara un apoyo incondicional a un Pedro Sánchez que nunca ganó unas elecciones. Bien es cierto que la ley, mejor o peor hecha, es la que es: y la moción de censura aprobada por una mayoría deja el gobierno en manos de quien la plantea. Muchos– este escribidor entre ellos– son de la opinión de que semejante situación debiera conducir a una convocatoria de elecciones generales más pronto que tarde. Sin embargo, por lo visto hasta ahora, parece que Pedro Sánchez no lo ve así y su intención es –o cuando menos era-- agotar la legislatura. Y en esas estamos.

Sin embargo, hay dos hechos importantes que de una manera o de otra están condicionando el futuro, un futuro que no sólo aconseja sino seguramente obliga a tomar un par de decisiones importantes: una es la situación en Cataluña y otra la posición en la que se encuentra Pedro Sánchez, tras haberse visto obligado a ¿aceptar? la dimisión de algunos de sus ministros por las irregularidades en la consecusión de sus titulaciones académicas e incluso a verse él mismo cuestionado por idénticas razones. Me he referido en primer lugar a la cuestión de los másters no porque me parezca la más importante, sino al revés: para referirme con más detenimiento a la situación en Cataluña, que no hace sino empeorar. Pedro Sánchez, a la vuelta de su periplo, se ha dado de hoz y coz con el 1-O, del que no cabía esperar nada bueno. Y así ha sido. Si los acontecimientos del año pasado en Barcelona fueron lamentables, los de este año lo están siendo tanto y más. Y la voluntad de acercamiento de Pedro Sánchez a Quim Torra y sus huestes ha tenido la respuesta que todos hemos visto: una radicalización en las actitudes, que no presagian nada bueno. Creo que algunos de los hechos que han tenido lugar en Barcelona estos días han indignado incluso a miles de españoles bien alejados de todo patrioterismo: por ejemplo, los intentos de la CUP y CDR de tomar por la fuerza la sede del Parlamento catalán y el arrojar a la calle la bandera de España que ondeaba en el balcón para que quienes habían tomado la calle la pisotearan y le prendieran fuego y otros desmanes semejantes con la figura del Rey. Y por si a Pedro Sánchez le quedaba alguna duda sobre las verdaderas intenciones de Quim Torra, no se ha cortado un pelo para afirmar: «No renunciaremos nunca al derecho de autodeterminación». Está visto que tiene en la cabeza la 'República Independiente de Cataluña' y Pedro Sánchez no será capaz de sacársela ni con cincel y martillo. Y que en estas condiciones todavía haya alguien que se atreva a proponer a Puigdemont, padre de tamaño despropósito, como candidato al Premio Nobel de la Paz ya es tomar a España y a los españoles 'por el pito del sereno'.

Lo malo de centrar nuestra atención en el 'problema catalán' es que dejamos de lado otras cuestiones domésticas que nos tocan más de cerca. Por ejemplo, el paro. Que no es una novedad, pero sí una desgracia, sobre todo cuando el número de parados, ya muy alto en relación con la media española, lejos de disminuir, aumenta: ya estamos por encima de los 102.000. Así no es extraño que el número de los cotizantes a la Seguridad Social haya disminuido en más de 2.500. ¿Qué extraño es que vayamos por el camino de la despoblación y que un buen números de pueblos se nos estén muriendo poco a poco? Desde hace un tiempo se vuelve a hablar de Almaraz: el sólo hecho de que se alcance la fecha de su vida útil causa preocupación en la zona. Según he leído, Monago habría dicho que «la Región no es viable sin Almaraz». No creo que sea para tanto, aunque su desaparición se notará. Y más de uno se estará acordando de otros proyectos industriales recientes, frente a los que muchos extremeños bien acomodados tuercen el ceño . Y en esto sale anteayer nuestro HOY con la noticia de que una veintena de médicos se marchan a Castilla-León. ¡Y Coria y otros centros sanitarios quejándose de escasez de personal, mientras algunos ¿responsables? echan balones fuera¡ ¡Qué país!

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