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¿Qué ha pasado hoy, 28 de marzo, en Extremadura?
Vara saluda a su mujer en presencia de Valentín García. Brígido
Vara no quiere desmelenarse

Vara no quiere desmelenarse

Pablo Calvo

Cáceres

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Miércoles, 26 de junio 2019, 11:42

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A Vara no le gusta sentirse un pato cojo. Ya saben, como llaman los norteamericanos a los presidentes que afrontan su segundo y último mandato. Vara preferiría ser un candil que alumbra, como le aconsejó su madre cuando le anunció su propósito de entrar en política. Pero al reelegido presidente extremeño no le sentó bien que la oposición le recordara ayer que inicia su último mandato, una manera de rebajar el triunfalismo de la mayoría absoluta y decirle: Vale, has ganado, pero ya no vas a ganar más. Monago hasta lo llevaba calculado, «sus últimos 1.460 días», repitió. Así que, después de hora y media escuchando a los tres portavoces de la oposición, Vara salió como un animal que hubiera estado enjaulado y «como si nos riñera», que diría luego Cayetano Polo, les recordó el motivo obvio por el que él hablaba el último: «Nosotros (PSOE) hemos ganado y ustedes tres han perdido». A Vara, en fin, no le gustó que empezaran a ponerle tan pronto en las páginas de la historia, y eso que la portavoz de Unidas por Extremadura se lo dijo hasta con cariño y en la más genuina tradición norteamericana, cuando los presidentes dejan las políticas más atrevidas para ese segundo mandato del que ya no serán examinados. De Miguel le instó a que aproveche esta combinación de mayoría absoluta y último gobierno para que «arriesgue y haga historia», y hasta pareció que iba a pedirle que se desmelenara, pero no se atrevió y en el último instante dijo «desempolve la chaqueta», signifique eso lo que signifique.

La sesión de investidura sirvió de hecho para desempolvar palabras que empezaban a estar en desuso. Se volvió a escuchar lo del rodillo y también comunismo, uno de los dos únicos momentos en los que el diputado de Unidas por Extremadura y anterior portavoz Álvaro Jaén, que ocupó su sitio más de una hora tarde, levantó la cabeza de su pantalla, que no abandonó ni para seguir la intervención de su compañera De Miguel. La otra vez fue cuando Vara le recordó que hace cuatro años le había dicho que no quería pactar con el PSOE, una manera sutil de restregarle la mayoría absoluta. «Usted también es prescindible», le espetó.

Aunque la votación final insinúe lo contrario, Vara estuvo ayer más duro con la formación de izquierda y con Ciudadanos que con el PP. Hasta le dijo a Monago que necesitaba de su experiencia, haciendo así de menos al recién llegado Cayetano Polo. El líder de la formación naranja se estrenaba en la tribuna de la Asamblea y quiso demostrar tanta compostura y falta de miedo escénico que su estilo fue un pelín aburrido. Se erigió en la voz de los empresarios frente a la maquinaria burocrática de la Administración. Monago en cambio estaba encantado con que Irene de Miguel reconociera que le saca parecido con un dirigente soviético de la serie 'Chernobyl'. «Me llamaban barón rojo, pero esto lo supera», dijo divertido. Con Lara Garlito, que se estrenaba con buenas maneras como portavoz del Grupo Socialista, llegaron las citas, de Muñoz Molina, de Kennedy, y dibujó un estado tan catastrófico recordando el anterior gobierno del PP como el que dejó la antigua central nuclear. Por eso, vino a decir, han vuelto a ganar. Irene de Miguel tenía otra teoría: la mayoría absoluta se la deben a ellos, que apoyaron la moción de censura de Sánchez. Vara se lo tomó a broma, pero tampoco sonrió.

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