El valle del Ambroz a vista de pájaro
En Cabezabellosa ·
Un llamativo mirador con dos pasarelas de 27 y 44 metros apoyadas en rocas permitirá contemplar el paisaje con la sensación de asomarse al vacíoDoscientos metros por encima de la ermita de Nuestra Señora del Castillo de Cabezabellosa, un grupo de obreros termina de construir un mirador al que ... ya hay quien señala como uno de los mejores de Extremadura para ver el atardecer. Porque no es Cabezabellosa (340 habittantes) un lugar cualquiera. Y menos aún el punto concreto elegido para situar este doble balcón de acero y vidrio en plena natraleza.
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El pueblo –a 24 kilómetros de Plasencia en dirección a Salamanca– está a más de 800 metros de altitud, una cota elevada para un municipio en Extremadura. Y además, se localiza entre dos valles, el del Jerte y el del Ambroz. Es un emplazamiento bien conocido por los aficionados al parapente, que se lanzan a planear desde el pico Pitolero, cuyo empinado acceso se ha acondicionado recientemente a base de hormigón y zahorra. En este contexto de vistas panorámicas se ultima estos días la construcción del mirador del Cerro del Búho, que financian la Diputación de Cáceres y la Unión Europea con cargo al programa EDUSI (Estrategia de Desarrollo Urbano Sostenible e Integrado) de Plasencia y su entorno.
Se han invertido 123.000 euros para levantar un mirador que está en la cota 870 y que llama la atención por su diseño. Lo firma ACID Consultoría técnica, de los arquitectos Irene Calle Izquierdo y Alfredo Díaz Soto, y destaca por las dos pasarelas de distinta longitud que se elevan sobre el suelo para dejar al visitante frente a un paisaje abrumador. Esos pasillos con vidrio al final «tienen 27 y 44 metros de largo respectivamente, y en sentido ascendente se integran en una orografía escarpada, paseando sobre las rocas», detalla Irene Calle. «Las pasarelas –continúa– se convierten en un mirador flotante, que ofrece, por una parte, disfrutar del Valle del Ambroz y las Tierras de Granadilla desde una panorámica estratégica para admirar la vista, y por otro lado, permite al visitante situarse en un punto de observación sobre el vacío de la escarpada ladera».
Las estructuras se apoyan de modo discreto sobre las rocas, y tienen un diseño que por materiales y color se integra en el paisaje. Como es habitual en intervenciones de este tipo que se desarrollan en plena naturaleza, hay quien critica su ubicación y aspecto, aunque la oposición al proyecto ha sido mínima en comparación con los elogios que está recibiendo cuando todavía no está acabado. No se ha intervenido sobre una zona aledaña que podría acoger restos arqueológicos, ni se han realizado excavaciones, porque los apoyos son sobre las rocas, explica Calle. La arquitecta añade que la dificultad de acceso al lugar ha obligado a subir las planchas de acero a mano. Pesan más 200 kilos y las han estado trasladando grupos de seis trabajadores.
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Con perfiles metálicos y barandilla protectora, «los visitantes pasearán sobre las rocas, a más de cinco metros, y podrán disfrutar a vista de pájaro de la inmensidad del horizonte», propone Calle, que explica también que «como para llegar hasta el mirador es necesario un pequeño esfuerzo físico, surgió la idea de crear un espacio de descanso en mitad del mismo, para sentarse a desconectar y dejarse envolver por la inmensidad del paisaje y disfrutar de la puesta de sol».
Junto a un bosque
El diseño del mirador del Cerro del Búho recuerda al de algunas pasarelas repartidas por el valle del Jerte, en espacios donde el agua y las gargantas son los protagonistas, y que fueron concebidas por el mismo estudio.
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«La subida desde el núcleo urbano a la zona de la ermita es accesible a pie, y discurre entre vegetación bien conservada, en un pequeño bosque de caducifolias que le da al trayecto un encanto especial», explica la Diputación de Cáceres, que estima que la nueva infraestructura, de clara vocación turística, estará lista en abril.
Las dos pasarelas de acero con balcones en sus extremos forman, según la administración provincial, «un conjunto muy liviano que se integra perfectamente en el paisaje, supone el menor impacto visual y consigue proporcionar unas vistas preciosas, casi aéreas, de todo el valle del Ambroz».
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Para completar la intervención se añadirá señalización, tanto de situación –para informar sobre la ubicación del lugar y facilitar la llegada a él– como interpretativa, o sea, que explique al visitante qué es lo que está viendo desde la pasarela. El mirador forma parte de un proyecto que incluye la puesta en valor de un lavadero comunal en la localidad y la señalización de puntos de interés para el turismo activo.
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