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Una Universidad ante el cambio

Es necesaria una constancia en la oferta de becas para formar a nuevos investigadores, demasiadas veces sujetas a vaivenes y discontinuidades temporales que desalientan a los estudiantes a seguir en la carrera investigadora o les obligan a emigrar a otros centros

Alfonso Marzal Reynolds

Sábado, 10 de noviembre 2018, 00:26

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La ley que rige a los seres vivos dice que estos deben tener la suficiente plasticidad para adaptarse a los cambios en su medio ambiente. Todo organismo que no responda a los nuevos requerimientos de su entorno está condenado a desaparecer. Esta máxima también sería aplicable a nuestra Universidad, inmersa en una sociedad con unas demandas y requisitos muy diferentes a los que había en el momento de su creación, hace más de 40 años. Los integrantes de una universidad con futuro y del futuro deben saber dar respuesta a los retos actuales y venideros. Aquí propongo una serie de medidas, basadas en mi experiencia en esta y en otras universidades, que pueden ayudarnos a responder a los nuevos desafíos en la docencia e investigación.

La investigación en la universidad es fuente generadora de conocimiento a corto plazo, y uno de los pilares del crecimiento económico de nuestra sociedad a medio y largo plazo. El establecimiento y participación en redes de investigación internacionales, el retorno del talento formado en la UEx y la atracción de nuevos investigadores de otros centros son esenciales para el fortalecimiento de los grupos de investigación. Asimismo, es necesaria una constancia en la oferta de becas para formar a nuevos investigadores, demasiadas veces sujetas a vaivenes y discontinuidades temporales que desalientan a los estudiantes a seguir en la carrera investigadora o les obligan a emigrar a otros centros.

Pero esta consolidación del personal científico no es la única necesaria para generar conocimiento. Para hacer frente a la inmensa y cada vez mayor burocracia que conlleva nuestra actividad, los investigadores y profesores de la UEx contamos con la ayuda del personal de administración y servicios. El Servicio de Gestión y Transferencia de Resultados de Investigación y los gestores de los diferentes Grupos de Investigación realizan una labor esencial, pero pocas veces reconocida. Me atrevo a decir que, sin su apoyo, hoy en día sería imposible captar recursos y gestionar proyectos. Igualmente, los Servicio de Apoyo a la Investigación de la UEx brindan infraestructuras y personal cualificado para producir conocimiento de vanguardia en diferentes campos. Si de verdad queremos apostar por la I+D+i como motor de crecimiento en nuestra región, las administraciones deben afianzar y fortalecer sus plantillas y su oferta tecnológica.

La transición al Espacio Europeo de Educación Superior trajo consigo la idea de un nuevo modelo de docencia, pasando de la clase magistral a las metodologías activas. La idea es buena, pero su desarrollo no ha sido todo lo exitoso que se esperaba. El personal docente debe seguir un proceso continuo de aprendizaje y mejora, adaptando nuevas metodologías de enseñanza y actualizando los contenidos de sus materias, cosa que no siempre se hace. Pero tampoco se le puede exigir al profesorado unas tareas que no son valoradas en su labor docente. La dirección de trabajos fin de grado, máster y tesis doctorales exigen una dedicación de tiempo mucho mayor al que se le computa. O se les insta a que dediquen horas al seguimiento y tutorización de alumnos en algunas asignaturas, pero no se contabilizan en su plan de ordenación docente.

En esta nueva manera de enseñanza cobra especial importancia el bilingüismo. El inglés es el idioma primordial en los negocios, la ciencia y la comunicación. No es normal que, a pesar de que cada vez son más los centros de enseñanza extremeños de primaria, secundaria y bachillerato que la brindan, la oferta de docencia en inglés sea aún residual en nuestra universidad. El cambio implicaría un esfuerzo en el personal docente para adaptarse y en los alumnos para perder el miedo a estas asignaturas, pero tendría un gran beneficio. Por un lado, nuestros estudiantes serían más competitivos en un mundo laboral dominado por el inglés. Y por otro, tendríamos una oferta educativa capaz de atraer a estudiantes extranjeros a nuestros grados y másteres, como ocurre con varias universidades de nuestro entorno, paliando así el déficit de alumnos de nuevo ingreso de los últimos años.

Los cambios en la manera de la enseñanza también conllevan un esfuerzo en el estudiante para adaptarse a una nueva forma de aprendizaje. Debe prepararse para un mundo laboral cada vez más competitivo y hacer frente a una sociedad que atiende más a la cantidad de 'me gusta' y retweets que a la veracidad de los hechos. Esto conlleva una gran dedicación y esfuerzo, pues implica salir de su zona de confort al que están habituados y asumir autonomía y responsabilidad en su proceso de aprendizaje. No vale con estudiar sólo los apuntes tomados en clase, ni copiar y pegar desde cualquier página web. Tienen que saber acceder, gestionar y extraer la información con capacidad crítica. Y deben aprender a planificarse y trabajar en equipo para lograr un aprendizaje integral. Solo con la responsabilidad, esfuerzo y buen hacer de todos los integrantes de la comunidad universitaria podremos hacer frente a los cambios que se nos plantean.

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