Borrar
¿Qué ha pasado hoy, 28 de marzo, en Extremadura?
HOY LO CONTÓ EL 20 DE AGOSTO DE 1975

Los últimos alfareros extremeños del vino

En el año 1975 este diario se coló en una industria familiar en Arroyomolinos de Montánchez para contar su proceso de producción

ALBA BARANDA

Lunes, 20 de agosto 2018, 08:08

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

BAdaJOZ. Extremadura es una de las principales regiones productoras de vino de España. Los caldos extremeños se producen principalmente en la provincia pacense por su mayor concentración de viñedos.

Rosados, blancos, tintos e incluso cavas... Como consecuencia de tanta variedad y calidad, ha nacido toda una cultura en torno al vino extremeño, que va desde catas hasta visitas guiadas por el interior de las bodegas. Pero hay un sector que actualmente ya no se puede conocer ni visitar: el de la creación de las tinajas de barro que albergan nuestros caldos.

TAMBIÉN SE PUBLICÓ UN 20 DE AGOSTO

  • Nuevo descarrilamiento del tren En 1975 este diario contaba que en un mes se habían producido varias salidas del ferrocarril de las traviesas que iban de Zafra a Huelva, sin tener que lamentar víctimas personales.

  • 3.430 millones de pesetas de pérdidas por la sequía La falta de lluvias en 1976 provocó en Extremadura graves estragos en los cultivos no cerealistas (pera, olivar y la cabaña ganadera) que se tradujeron en pérdidas.

  • El fuerte de San Cristóbal podría ser hostería y museo Este periódico dedicaba una página en 1978 a un detallado reportaje sobre el proyecto al que aspiraba convertirse esta construcción fortificada de la ciudad de Badajoz.

  • Una enciclopedia que abarque historia y cultura de los extremeños Los emigrantes de la región que vivían en 1980 en Cataluña, hicieron campaña para financiar un libro sobre las costumbres de la comunidad.

  • Un gran incendio destruye un almacén de frutas en Badajoz En el año 1993 se produjo un intenso fuego en la finca pacense La Adelantada. Los bomberos emplearon más de seis horas para extinguir las llamas.

Allá por el año 1975 este periódico visitó una fábrica de alfareros en la localidad cacereña de Arroyomolinos de Montánchez para explicar en qué consistía su proceso de elaboración. Una vez allí, el redactor se encontró con una triste realidad: la pronta desaparición del oficio.

La fábrica fue fundada en 1907 por el abuelo de los hermanos JiménezEn una buena temporada podían hacer hasta 200 conos

El reportaje comenzaba haciendo un juicio de valor sobre la industrialización. «Es indudable que la mecanización, los métodos modernos aplicados a todo tipo de industrias, el progreso... Dan al traste con costumbres y sistemas que tuvieron su particular encanto o que, en muchos casos parece que se lo encontramos ahora, cuando el tiempo ha dado fin a los mismos», reflexionaba el periodista.

Eso fue lo que pasó más o menos con esta industria de alfarería, única en la región, donde se elaboraban los conos que harían madurar a los mejores vinos de toda España. Era regentada por los hermanos Jiménez; Francisco, Juan Pedro y Manuel, que la heredaron de su abuelo, fundador original del negocio en 1907.

«Nuestros hijos se dedican a cosas distintas. Tienen carreras universitarias y así, esta fábrica morirá en nuestras manos», aseguraba uno de los Jiménez mientras, resignado, se encogía de hombros. «Ellos saben que en esto se trabaja mucho y se cobra poco», aseveraba antes de seguir con su tarea. En esa época, por cada arroba (aproximadamente 16 litros si se trata de medir vino; 12,5 litros si es aceite) se cobraban 30 pesetas. Las enormes tinajas podían albergar desde 160 hasta 3.200 litros.

Los conos se hacían a trozos, ya que no era posible terminarlos en una sola jornada debido a su gran tamaño. Por eso, se le dejaba en el borde de la parte terminada un paño húmedo para que el barro no endureciese y poder continuar al siguiente día por el mismo sitio.

Después de tener varios terminados, había que cocerlos. Para ello, tenían un horno «del tamaño de una casa normal» según citaba el texto. Introducían los recipientes por una puerta situada en la parte delantera, y una vez dentro, se tapaba totalmente el hueco de la entrada. En la parte trasera había una apertura por donde se echaban los troncos. Según el maestro alfarero, una de estas hornadas necesitaba 4.000 kilogramos de leña.

La cocción duraba desde las cinco de la mañana hasta las tres de la tarde del día siguiente. «Durante todo ese tiempo había que estar constantemente introduciendo leña en el horno», indicaban los profesionales. La última fase del proceso era la de embadurnar el interior de los recipientes. Los Jiménez estimaron que en una temporada «buena» se llegaban a fabricar unos 200 conos.

Vocacional

Los tres hermanos mostraban cierto orgullo por ser los únicos fabricadores de estos recipientes en toda Extremadura. Sin embargo, cuando el periodista les preguntó si les gustaba su trabajo, se mostraron reticentes. «¿Y qué sabe uno si no ha hecho otra cosa en la vida?», se cuestionaba amargamente Francisco.

En agosto, cuando terminaban la faena, después de diez duros meses de trabajo, desde su factoría de Arroyomolinos salían varios camiones para repartir los conos por todos los rincones del país. En el momento del reportaje, había uno a punto de salir con destino a Alicante, aunque los alfareros confesaban que la mayor parte de su mercancía se vendía en el sur de la provincia pacense.

El redactor termina su texto con una intuición personal, fruto de sus conversaciones con los artesanos Jiménez. «Uno tiene en la epidermis de la evocación como una sensación de fuga, del escape de algo que se va hacia la historia...», pensaba mientras veía alejarse quién sabe si uno de los últimos camiones con conos extremeños.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios