¿Qué ha pasado este domingo, 7 de diciembre, en Extremadura?
Estrella muestra, desde el patio de su casa en Cáceres, los informes médicos que tiene del último año. a. méndez
Vacunas Covid

«Tras ponerme la vacuna de AstraZeneca estuve tres meses casi sin poder andar»

La cacereña Estrella Valverde, de 36 años, forma parte de la asociación de trabajadores esenciales afectados por esta marca

Álvaro Rubio

Cáceres

Domingo, 1 de mayo 2022, 07:57

Estrella Valverde se vacunó contra la covid el 26 de marzo de 2021. En ese momento estaba trabajando como maestra de Educación Infantil en Jaraíz ... de la Vera y fue citada por el SES para recibir la primera dosis de AstraZeneca, la formula anglosueca que dejó que administrarse en España. Hoy es una de las extremeñas que forma parte de la Asociación de Trabajadores Esenciales Afectados por la Vacuna de AstraZeneca (Ateava).

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Su historia empezó hace poco más de un año. Plenamente convencida de la importancia de la vacunación, acudió a la llamada del Servicio Extremeño de Salud y recibió el pinchazo para hacer frente al coronavirus, pero después de 72 horas comenzó lo que para ella se ha convertido en un sufrimiento.

«Al día siguiente empecé a tener mal cuerpo y al tercero, por la noche, comencé a notar un hormigueo muy extraño. Al despertarme veía todo borroso y apenas podía moverme. No me mantenía de pie y me tuvieron que acompañar al centro de salud de Jaraíz de la Vera. Vieron que el cuello y la espalda estaban totalmente rígidos y no articulaba bien al hablar, así que fui en ambulancia desde Jaraíz al hospital de Plasencia. Allí me hicieron análisis y me dijeron que tenía que darme de baja, con antiinflamatorios para quitar el dolor», relata esta cacereña de 36 años.

Al ver que iba mejorando se incorporó al trabajo, pero a los pocos días notó que la sensación de hormigueo iba a más y también pasaba a las piernas. «Sentía mucha presión circulatoria, empecé a ver que no aguantaba de pie y que mientras daba clases me tenía que sentar. No podía casi andar», recuerda.

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A partir de ahí todo fue a peor. «Se me hincharon los pies, notaba 'cuchilladas' en las piernas, me salieron sarpullidos en las manos y se me llenó la espalda de pequeños granitos; ya era imposible mantenerme de pie». En ningún momento le detectaron un trombo tras pasar por fisioterapeutas y servicios de Urgencias. «Me daba igual lo que fuera, yo solo quería saber qué me estaba pasando», matiza.

«No soy negacionista ni antivacuna, solo pido que nos escuchen y hagan un registro de afectados» reclama esta maestra

En la sanidad privada le hicieron varias pruebas y le recomendaron que fuera a un neurólogo. «Tras la vacuna estuve tres meses casi sin poder andar. Iba de la cama al sofá; temblaba muchísimo y me tenían que ayudar para moverme, me daban convulsiones y fiebres», recuerda.

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Desde entonces, muchas pastillas, complejos vitamínicos y pruebas para comprobar si podía tratarse de una polineuritis, que supone la inflamación de varios nervios periféricos a la vez. Por aquel entonces también estaba yendo a rehabilitación. «Empecé a tener días en los que ya comenzaba andar, pero muy despacio porque había perdido mucha masa muscular», recuerda.

Continuó yendo a más consultas de especialistas para intentar mejorar hasta que dio con el internista que actualmente le trata. Eso sí, nunca ha tenido un diagnóstico concluyente. «Me han llegado a decir que he pasado por el Síndrome de Guillain-Barré o una mielitis transversa, pero nada es definitivo. En este tiempo he gastado más de 3.000 euros en sanidad privada», detalla, un poco aliviada, porque ahora le trata un facultativo internista en Cáceres con el que está «mejorando mucho gracias al tratamiento y la atención».

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Lleva un año pasando por consultas del sistema público y de especialistas privados, pero no tiene un diagnóstico concluyente

Sigue padeciendo, según explica, problemas de estómago, migrañas que se llegan a prolongar hasta tres días, fotofobia, náuseas, vómitos y agotamiento. «No he parado de buscar ayuda, mi vida se ha parado», dice Estrella. Así hasta que ha dado con Ateava, un agrupación a nivel nacional que empieza a tener presencia en Extremadura.

La forman profesionales que cuando estalló la covid fueron considerados trabajadores esenciales y fueron unos de los colectivos que primero se vacunaron contra este virus. Entre ellos hay profesores, policías y personal del sector sociosanitario.

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Reivindican que la patología que sufren sea reconocida como una enfermedad laboral y que el Sistema de Farmacovigilancia haga un seguimiento de sus casos. Los datos que se conocen de Extremadura es que hasta el 21 de marzo de 2022 AstraZeneca fue la vacuna de la que más notificaciones de sospechas de efectos adversos hubo. En concreto 433 sobre un total de 206.616 dosis, es decir, un 0,21%.

Registro de afectados

Ateava también solicita que se haga un registro de todas las personas que han desarrollado efectos secundarios y se les reconozca como «hecho causante de su sintomatología la vacunación».

Reclaman unidades específicas de estudio y tratamiento sanitario para todos aquellos cuya sintomatología no tiene, a día de hoy, un diagnóstico claro y, como consecuencia no logran una total recuperación.

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Ahora Estrella vive con el miedo de infectarse de la covid. «Tengo muchísimo cuidado. No sé que me pasaría si ahora encima cojo el virus porque no me puedo poner la segunda vacuna. Tampoco dispongo el pasaporte covid al no tener la pauta completa. Estamos en un limbo», dice esta maestra. «He sido de las que ponía los zapatos en la puerta y me duchaba nada más entrar en casa tras el trabajo por miedo al virus. Estaba deseando vacunarme y me sentía privilegiada. No somos negacionistas ni antivacunas; solo pedimos que nos escuchen y nos atiendan», concluye Estrella.

Hay que recordar que la vacuna de AstraZeneca dejó de administrarse en España para menores de 60 años tras los casos de trombos detectados y los cálculos realizados por los expertos de beneficio y riesgo. Fue en junio de 2021 cuando la Unión Europea decidió no renovar el acuerdo con la compañía anglosueca después de iniciar acciones legales contra la farmacéutica por no cumplir las entregas.

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