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¿Qué ha pasado hoy, 18 de abril, en Extremadura?
Obra en la calle Antonio Hurtado de Cáceres. :: A. T.
«No tiren ningún árbol»

«No tiren ningún árbol»

Los viandantes acosan a preguntas y avisos a los obreros de las calles

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Martes, 23 de julio 2019, 08:45

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Vivo en la región europea frutera por excelencia. La fama se la llevan el Alto Adigio, Valencia, Lleida o el Loira, pero la fruta está en Extremadura. Esta mañana, he ido a comprar fruta y ya casi no quedan cerezas, aunque en la frutería anunciaban que traerían las últimas cajas de ambruné, sin tamaño, pero con calidad. Esto de la cereza y el tamaño es una polémica muy entretenida. Ayer fui a la librería a por un par de novelas y estuve media hora hablando con el librero, que, además de entender de libros, es de Cabezuela del Valle, cosecha cerezas y sabe de lo que habla. Se desesperaba porque la gente paga el doble por un kilo de cerezas del calibre 30 que por un kilo del calibre 26, a pesar de que saben igual.

Pero bueno, acabadas las cerezas, bienvenida sea la invasión de paraguayas, nectarinas y melocotones, todos extremeños, todos dulcísimos y en su punto. Ya sé que los chauvinismos aldeanos son una tontería, pero me sigo desesperando cada vez que cuento por ahí que Extremadura es el paraíso de la fruta de hueso, en cantidad y calidad, y los asturianos, los aragoneses o los valencianos me miran con cara de incredulidad, como si les estuviese vacilando.

Yo creo que todo proviene de la educación: los mayores de 50, cuando éramos niños, no aprobábamos Geografía si no sabíamos de memoria que los melocotones nacían en Lleida, las naranjas y el arroz en Valencia y el maíz y las nueces en Asturias. Pero eso era hace medio siglo. Ahora, el arroz, los melocotones, el maíz, las nueces y hasta las naranjas son de Extremadura, pero los niños ya no necesitan saber eso para aprobar Geografía y así sucede lo que sucede, que cualquier politicucho ignorante suelta que los campesinos extremeños pasan el día en el bar y no se le cae la cara de vergüenza.

Pero les había dejado camino de la frutería, yendo a comprar y comprobando que Cáceres sigue en obras a pesar de que ya han pasado casi dos meses desde las elecciones municipales. Y ya sea en Cáceres, ya sea en cualquier ciudad española, podemos asistir a un popular fenómeno social: los viandantes que se detienen ante la obra, llaman al operario y lo fríen a preguntas, a consejos y hasta a amenazas.

Esta mañana, cuando iba a por la fruta, una señora avisaba a un obrero, que abría zanjas en la calle Antonio Hurtado: «Como tiren algún árbol, se van a enterar». Y el obrero, que aprovechaba la conversación para enjugarse el sudor y respirar un poco, le aseguraba que no iban a tirar nada, pero que, en todo caso, esa no era una decisión suya.

Un par de metros más adelante, otro trabajador hablaba por teléfono con el jefe cuando un caballero, paseante ocioso y observador conspicuo, se le acercó, lo agarró del brazo, impidiéndole seguir la conversación, y le preguntó por los detalles de la obra que estaban llevando a cabo. El obrero, pacientemente, pidió a su jefe que esperara un momento y se deshizo en explicaciones técnicas.

Seguí mi camino, cargué el carrito de la compra con tomates de La Codosera, los más ricos para ensalada y tan apretados y carnosos que con cuatro tomates haces kilo y medio, y volví a casa por el mismo camino. Allí estaban de nuevo los pobres trabajadores sacando tierra con una pala al tiempo que atendían las curiosidades del personal. «¿Cuándo acaban?», preguntaba una señora. «¿Quedará como antes?», inquiría un caballero. «¿Van a arreglar las baldosas de la acera para que no nos pongamos perdidos cuando llueve?», se interesaban dos amigas que acababan de salir de un bar cubano donde ponen buenos pinchos.

Las empresas de obras públicas callejeras deberían contratar un relaciones públicas para cada proyecto que acometan. Sale más barato pagar un sueldo a un community manager que venda la obra en las redes sociales y a pie de zanja que pagar un mes más a cada peón por culpa de las paradas 'sociales' para explicar lo que están haciendo.

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