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No sé si las encuestas que está publicando HOY este fin de semana se ajustarán a los resultados electorales que se produzcan el próximo 26 de mayo. De lo que estoy segura es de que el suspense político que abren durará toda la campaña y, probablemente, más allá, hasta que se constituyan los ayuntamientos y se elijan los alcaldes. La situación que retratan estos sondeos en Cáceres y Badajoz es tan ajustada que puede ocurrir cualquier cosa. Quedan casi dos semanas de campaña, y en ese tiempo las cosas pueden cambiar lo suficiente para que quien hoy se sueña vencedor se desinfle, y quien se ve derrotado salve la cara y los muebles gracias a un pacto oportuno.

¿Quiénes van a ser los alcaldes de Cáceres y Badajoz? Dado que ningún partido tiene demasiadas opciones de lograr la mayoría absoluta, el nombre del elegido dependerá de los pactos. Ya saben ustedes que en los ayuntamientos no es posible repetir elecciones, por lo que por muy enrevesado que sea el reparto de concejales los partidos están obligados a entenderse para elegir un alcalde.

La encuesta de Sigma Dos permite casi cualquier combinación: pactos a la derecha y a la izquierda y alcaldes de todos los colores. Todo dependerá de quién sea más hábil a la hora de concitar acuerdos de gobierno.

El mapa municipal es mucho menos diabólico en Mérida y Plasencia. Al menos en los sondeos, a los que no hay que tomar como la verdad revelada, pero que sí marcan tendencias importantes. Pues según esos sondeos, los alcaldes Antonio Rodríguez Osuna y Fernando Pizarro, uno socialista y otro popular, tienen muchas posibilidades de revalidar su mandato, e incluso de conseguir mayorías absolutas que nos les hagan depender de grupos más pequeños.

No deja de resultar curioso que las cuatro ciudades más grandes de Extremadura tengan panoramas políticos tan distintos. Esa disparidad demuestra algo que a menudo olvidamos: que las siglas pesan, pero también cuentan las personas, el perfil de los candidatos. Y esto se aprecia con más fuerza en las elecciones locales, en las que los vecinos ponen nota a la gestión de sus alcaldes, sin mirar tanto a qué partido pertenecen.

Si las elecciones generales son la consulta con más carga ideológica, las municipales son las que escapan más a menudo de la división derecha/izquierda. No hay marea, roja, azul, naranja o morada que tumbe a un alcalde bien valorado por sus electores. Y son esos alcaldes, sobre todo en ciudades pequeñas y medianas, los que pueden quedarse al margen del multipartidismo que divide el voto y aleja las mayorías absolutas.

Lo hemos visto en las generales y, salvo excepciones, lo veremos en las autonómicas y locales. De repente, los políticos españoles, que tan poca tradición de pacto tienen, se van a ver obligados a sentarse a negociar con sus rivales cuotas de poder.

El reparto del voto entre al menos cinco fuerzas, tal como se ha visto en la generales y como se prevé que ocurra en las autonómicas y locales, abocará a buscar acuerdos. Y salvo en aquellos casos en que la suma de PSOE y Podemos alcanza la mayoría absoluta, la llave de muchos ayuntamientos va a estar en manos de Ciudadanos. Para que gobiernen socialistas como Luis Salaya en Cáceres, por ejemplo, o populares como Francisco Fragoso en Badajoz. O, ¿por qué no? para reclamar Ciudadanos alguna Alcaldía. A cambio de qué ya se verá. El suspense político estriba en eso, en que hay muchas piezas en el tablero y los movimientos de unos y de otros no están determinados de antemano.

Las elecciones del 26 de mayo van a ser vistas también como la segunda vuelta del 28-A, como los comicios que apuntalen el triunfo de Pedro Sánchez o resarzan a Pablo Casado de la derrota sufrida. Pero esa es otra historia con todas las dosis de intriga política.

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