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¿Qué ha pasado hoy, 18 de abril, en Extremadura?

Sofía, son de mar

EL TAMBOR ·

ALFREDO LIÑAN CORROCHANO

Domingo, 23 de agosto 2020, 10:32

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AGOSTO enfila ya por derecho a su final. Pronto el hueco del verano se vestirá de vendimia para dorarse al sol de septiembre y todo volverá a ser como antes. España sestea en estado permanente de confusión, nadie sabe nada, nadie cree en nada, nadie espera nada, mirando con aprensión las fauces abiertas de un otoño que parece querer tragarnos a todos. Desde las ventanas altas de Marivent, Sofía, princesa de Grecia y Dinamarca y Reina de España pierde su mirada mar adentro mientras el olor a pinos y a salitre la envuelven en la memoria de aquel mar Egeo que la vio nacer. Es el mismo mar, el mismo aire tibio, idéntico olor. El amor, o la razón de Estado, o las dos cosas la hicieron española que es, en definitiva, ser mediterránea, hija del mar en cuyas orillas nació nuestra cultura. Sofía de Grecia, Reina de España.

La vi por primera vez hace muchos años, cuando ella era una recién llegada a la que carlistas y falangistas gritaban aquello de «aquí no llega la manga griega» cada vez que podían y yo, un estudiante con la cabeza hecha un revoltijo de ideas contradictorias –igual que ahora, pero sin canas–. Nunca olvidaré ni sus ojos, ni el color de su piel, ni la «sofrosine» que irradiaba su presencia. Armonía. Serenidad. Fragilidad hecha aplomo. Voluntad, dominio y, sobre todo, dignidad, esa virtud que cuando sale de dentro se convierte en grandeza. Nació princesa real, se apasionó con el arte y la arqueología y probablemente hubiera sido muy feliz entre piedras y vasijas, pero fue reina y aunque la historia en justicia habrá de reconocerla como una de las reinas más importantes de España, pagó un alto precio por ello. En silencio, como quien no está, supo ser la cabeza y el corazón de su familia y el más firme soporte de la Corona. El «cherchez la femme» siempre me pareció una simpleza galante, pero con Doña Sofía creo que se cumple al pie de la letra. Por eso me indigna el ver cómo ahora hay quien intenta atacarla, considerando quizá que la pillan en debilidad. Y no sólo el auto titulado «experto en bodas reales» que mudó de cortesano en bilioso sans-culottes con la 'malafollaíca' de mi paisanaje, sino los que saben que para minar a la Corona es esencial atacar a quien el pueblo sigue considerando su Reina por encima de cualquier circunstancia, la mujer más querida y respetada de España con toda certeza. Pese a que alguna ministra consorte tuerza el gesto y nos endilgue una teórica igualitario paranoide del santo escrache. La democracia española tiene una deuda impagable con el Rey Juan Carlos, pero también con la Reina Sofía pese a que los apóstoles de la desmemoria quieran olvidarlo.

Al parecer por acuerdo de algún 'estratega' del marketing real, durante la estancia de los Reyes en Marivent se han cuidado muy mucho de esconderla y evitar cualquier foto de familia. Un error más, pero ya estamos acostumbrados.

La democracia española tiene una deuda impagable con el Rey Juan Carlos, pero también con la Reina Sofía pese a que los apóstoles de la desmemoria quieran olvidarlo

Sofía, Reina en son de mar. Gracias.

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