'Sequía' no atrapa
Cáceres es Cáceres. La serie de TVE muestra la ciudad moderna y antigua, pero le falta intensidad
Ya se ha estrenado la serie 'Sequía' y hemos podido ver planos de Cáceres estupendos: la parte antigua, el Arco de la Estrella, la plaza ... Mayor, la nueva comisaría, Nuevo Cáceres... Podemos disfrutar de escenas rodadas en Aldea Moret y algo que me hizo mucha gracia fue la escena erótica tan cacereña que se desarrolla en el aparcamiento del santuario de la Virgen de la Montaña, con Cáceres a sus pies. Era algo rara con unos neones verdes en la barandilla del mirador, pero resultaba muy propia en una ciudad donde las parejas primerizas suelen subir a la Montaña para hablar de amor... En la serie, además, lo hacen. Tambien atrapan las tomas de la ciudad monumental desde San Marquino. En fin, tras ser Segovia, Barcelona, Roma o un reino ignoto y exótico, Cáceres es Cáceres.
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Sin embargo, la serie tiene un problema: no atrapa. Es el comentario general: le falta ritmo, es lenta, parece un poco antigua, no te la acabas de creer... Esta antología de opiniones está recogida de conversaciones de familiares, colegas, frikis de las series... 'Sequía' no está mal del todo, se puede ver, pero cuesta y, si no saliera Cáceres, es posible que muchos optáramos por la oferta desorbitada de series que ofrece hoy la televisión.
A algunos de los actores cuesta creérselos y todo destila, en fin, un aroma antigüino que contrasta con la modernidad de la comisaría cacereña e incluso con la personalidad de la protagonista, Elena Rivera, que a veces tira ella sola de la serie. En fin, una pena que la publicidad para la ciudad vaya a ser menor de la esperada porque será difícil, ¡ojalá me equivoque!, que 'Sequía' tenga audiencias multimillonarias.
La serie se desarrolla a un lado y a otro de la frontera. Algunas escenas portuguesas te dejan estupefacto, no sabes qué sentido tienen. Recuerdo una persecución de un policía (Marco D'Almeida) a un posible delincuente que, la verdad, no sé a qué venía como no fuera para que supiéramos que ese señor era poli. La película es una producción de Televisión Española y Radio Televisión Portuguesa.
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Los actores portugueses hablan en su idioma y están bien subtitulados, menos mal porque esto de los subtítulos se ha convertido ya en un pitorreo y casi en un juego. Se trata de ver series y jugar a pillar errores divertidos en las traducciones. Y si escuchas la serie en castellano y pones subtítulos, entonces te aseguras momentos desopilantes en los que el doblador va por un lado, el subtitulador por otro y tienes dos versiones.
El problema es que, a veces, las frases de los actores las traduce un programa informático y el algoritmo no entiende de relaciones familiares, pronombres ni contextos culturales y sale lo que sale. Los subtítulos traducidos automáticamente pasan por una posedición mal pagada y el resultado es lamentable. Es lógico cuando un subtitulador trabaja muchas horas seguidas y los sueldos no son muy allá. Por traducir del inglés al español, Netflix paga 12 euros por minuto a las empresas multinacionales que se encargan de subtitular, pero la empresa paga al trabajador 2,5 euros por minuto, el resto se lo quedan por ejercer de intermediarios.
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No es el caso de 'Sequía'. Su defecto no son los subtítulos... En la segunda escena de la serie aparece el actor cacereño Juan Margallo y su presencia debería llenar la pantalla, pero está mal dirigido, mal encuadrado, en un escenario un poco artificial y ya desde ese momento sabes que algo está fallando en 'Sequía'. Si no te crees a Margallo es porque alguien está haciendo mal su trabajo y no es él. Seguiremos viendo esta noche 'Sequía' con la esperanza de que mejore.
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