Sentencia ejemplarizante

El Alto Tribunal, por unanimidad, enmienda la plana a los tribunales navarros y concluye que el caso de La Manada no fue un abuso sexual sino una violación en grupo. Por ello, eleva de 9 a 15 años de prisión la condena para los cinco amigos que agredieron a una joven en los sanfermines de 2016.

Es más, considera un «error» que la justicia navarra calificara los hechos como un único delito de agresión sexual continuada, pues entiende que los ya presos violaron al menos diez veces a su víctima y, por tanto, tendrían que haber sido condenados a entre 6 y 15 años de cárcel por cada una de las violaciones. Sin embargo, no puede cambiar esa calificación, dado que no fue impugnada ni por la Fiscalía ni por las acusaciones.

Como ha dicho la Fiscalía, el fallo del Supremo «garantiza la seguridad jurídica que estaba reclamando la sociedad en relación a los delitos contra la libertad sexual», es decir, deja claro que a partir de ahora casos como el de La Manada serán juzgados con más dureza. Por ende, puede tener un efecto disuasorio sobre otras manadas, que, preocupantemente, están proliferando en España: hay más de cien judicializadas con 350 encausados, según el informe 'Nueva pornografía y cambios en las relaciones interpersonales', elaborado por la red Jóvenes e Inclusión y la Universitat de las Illes Balears (UIB). Los autores del mismo dan otro dato alarmante: el vídeo porno más visto en Youtube es una violación en grupo muy violenta.

Conclusión: el caso de La Manada es la punta del iceberg de un machismo creciente entre la juventud española alimentado por la facilidad de acceso a la pornografía que permite Internet. De acuerdo con el citado estudio, siete de cada diez jóvenes españoles han visto porno en la Red, al que acceden por primera vez a los 8 años, aunque su consumo se generaliza a los 14. Y este porno, que mucho más los chicos (el 87%) que las chicas usan de referencia para iniciarse en el sexo, está cargado de machismo y violencia, lo que genera un aumento del consumo de la prostitución y de las prácticas sexuales de riesgo. Porque el porno y la prostitución educan en la opresión de las mujeres, pues las cosifica, las reduce a objetos sexuales disponibles para el hombre, normalizando un sexo priápico que no es normal, ya que, como advierten los responsables del informe de la UIB, «se silencia el deseo femenino y todo empieza y acaba con la erección masculina».

Con razón, Byung-Chul Han sostiene que vivimos en una sociedad porno.

El filósofo surcoreano diagnostica que «el capitalismo agudiza el proceso pornográfico de la sociedad en cuanto lo expone todo como mercancía y lo entrega a la hipervisibilidad». Al mismo tiempo, a mi juicio, esta sociedad porno (o fálica) socava la democracia, porque refuerza el machismo, y una democracia no será real hasta que no sea feminista. Eso explica que la extrema derecha considere el feminismo un enemigo y cuestione todo lo que lo aliente, como la sentencia del Supremo contra La Manada, que Francisco Serrano, el presidente de Vox en Andalucía, ha reprobado porque está «·cargada de condicionantes mediáticos y políticos». Mas con estos bueyes han decido arar el PP y Ciudadanos. Dime con quién andas y te diré quién eres.