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¿Qué ha pasado hoy, 28 de marzo, en Extremadura?
Gala de Extremeños de Hoy 2017. :: hoy
59 segundos

59 segundos

Cómo manejarse con destreza en las charlas de más de un minuto

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Martes, 5 de diciembre 2017, 07:51

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Soy muy bueno durante 59 segundos. Después, naufrago sin remedio. Cuando me paro por la calle a saludar a alguien o cuando en un cóctel, fiesta, gala o recepción me encuentro con un conocido, manejo la situación con desparpajo y solvencia durante 59 segundos: comento, ironizo, hago juegos de palabras y sentencio con reflejos y ocurrencias hasta llegar al minuto. A partir del segundo 60, naufrago sin remedio, no sé qué decir, me paralizo, freno en seco y mi interlocutor se lleva de mí una impresión deplorable.

En 59 segundos, puedo comentar el tiempo, el último partido de fútbol y la situación catalana sin que se sepa si soy partidario de la lluvia o del sol, del Madrid o del Atlético, de Arrimadas o de Iceta. Es más, yo creo que si viviera en Barcelona, sería capaz de conversar sobre política catalana en un ascensor sin que se supiera si prefería al Puigdemont, a la Rovira o al Domenech, a tal capacidad de control soy capaz de llegar durante 59 segundos.

El problema es lo que sucede a partir del minuto. Imagínense la escena: se detiene el ascensor por avería o resulta que tu interlocutor callejero no acaba de despedirse para seguir su camino y hay que entrar en materia: profundizar en la meteorología, dar pistas sobre la ideología, optar por Cristiano, Messi o Griezmann... En ese punto, me callo, pero no crean que es por falta de valentía para mostrar mis preferencias, no, me callo porque me bloqueo, porque pienso que a quién le puede interesar lo que yo opine, por miedo a ser pesado y porque, la verdad, no sé qué decir y me dan lo mismo el anticiclón y la borrasca, el Cholo y el Zidane, el Oriol y el Albiol.

Admiro a la gente que alarga las conversaciones durante minutos y minutos. Tengo una amiga que es capaz de convertir en tema de debate una fotocopia, una croqueta o un novelista. Y cuando ya ha profundizado en estas tres cuestiones y discutido intensa y apasionadamente sobre el rebozado, las tintas y los personajes de Sánchez Adalid, cuando crees que se ha terminado la conversación y puede seguir el día su curso, encuentra una fisura para retomar las diatribas recurriendo a las horas que conviene dormir, al estado de la traumatología extremeña o a los decibelios de las aspiradoras Dyson.

Me fascinan esas personas desesperantes que están conversando en una esquina cuando vas a a comprar fruta, chacina, carne y pan y siguen charlando en la misma esquina cuando vuelves de visitar al frutero, al charcutero, al carnicero y al panadero. Me fascinan y las envidio. ¿Por qué no seré yo capaz de charlar durante más de 59 segundos sin que se me ponga cara de circunstancias?

En esta vida es muy importante saber conversar sobre la nada como si estuvieras conversando sobre el todo. El lugar de Extremadura donde más se pone a prueba la capacidad para relacionarse es la gala anual de Extremeños de HOY. Se juntan mil personas, lo más granado de Extremadura, con ganas de conocerse. Tras los discursos, las mil personas se distribuyen alrededor de 25 grandes mesas redondas y comienza la prueba. Para superarla, has de saludar, por lo menos, a quinientas sin quedarte en blanco ni una sola vez. Además, es imprescindible no perder el ritmo porque si te apagas, te pueden suceder dos cosas: que te quedes solo en una esquina, lo cual hundirá sin remedio tu reputación, o que te quedes toda la noche pegado a alguien, buscando su protección, lo cual demostrará tu obsolescencia.

En estos trances, mi ídolo es Vidal Julio, a quien todos conocen por el nombre de la empresa que dirigió durante años: El Arroyano. Es un maestro de la relación pública durante 59 segundos y durante 59 minutos, tiene la palabra exacta para cada persona y cada situación y siempre está rodeado de gente que ríe. Me he encontrado con él en todas las fiestas a las que he acudido y me he convertido en su parásito oficial. Vidal me protege y me educa, pero yo sigo sin ser capaz de superar los 59 segundos.

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