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¿Qué ha pasado hoy, 27 de marzo, en Extremadura?
De izquierda a derecha, Francisco Rubio, Vicente Rubio, Almudena Márquez, David Fort y Pedro Rubio con una de sus hijas. :: armero
La saga extremeña de Barbate

La saga extremeña de Barbate

Francisco abrió una tienda de productos típicos y tras 25 años en ella, sus hijos han tomado el testigo con dos bares | La carne y los embutidos de la región tienen un hueco junto al paseo marítimo

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Lunes, 28 de agosto 2017, 23:14

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A medio minuto a pie del paseo marítimo de Barbate (22.720 vecinos empadronados), un camarero se mueve entre las mesas del bar con una camiseta negra atravesada en vertical por letras blancas y azules. Forman una palabra: 'Extremeño'. Es decir: los hijos de Francisco Rubio. El abrió el camino y su descendencia lo ha seguido.

«Al bar -explica Pedro Rubio- le pusimos 'El extremeño' por mi padre, pero es que aunque le hubiéramos puesto 'Casa Pepe', por poner un ejemplo, la gente habría acabado llamándole 'El extremeño', porque es así como a él le conoce todo el mundo aquí».

El progenitor, el primero que llevó el nombre de la región a la localidad gaditana, abrió una tienda en el año 1994. En el horizonte de su pensamiento estaba el futuro de sus hijos, porque él tenía entonces 55 años. Atendían el negocio él y su mujer, y vendían jamón al corte, embutidos y otras delicias con el sello de la región en la que nacieron. Él en Alcollarín y ella en La Cumbre (junto a Trujillo).

«Nosotros -recuerda Pedro- llegamos a Barbate en 2011, y al año siguiente abrimos el bar». Durante un tiempo, el negocio del padre convivió con el bar del hijo. Así fue hasta el pasado mes de abril. Tras casi un cuarto de siglo, la tienda cerró. La traspasaron, y la bandera de la comunidad autónoma pasaron a enarbolarla sus hijos.

Y desde el año pasado, por partida doble, porque abrieron el segundo local, que se autodefine como 'Parrilla y gastro bar'. «Aquí tenemos productos típicos tanto de Barbate y la costa de Cádiz como de Extremadura», explican Pedro y su hermano Vicente, al que la mayoría en Cáceres conoce como 'Pacheco'. «Entre otros -detallan - morcilla patatera de Monroy, Torta del Casar, lomo que traemos de Monesterio, carne que compramos a un proveedor de Fregenal de la Sierra, vinos de la bodega Habla, de Trujillo...».

O sea, un trozo de Extremadura a dos pasos del paseo marítimo de Barbate, que en verano luce turismo pero pierde fuelle en invierno. «Aquí lo que hay es paseo y playa, pero si quieres por ejemplo ir al cine, te tienes que ir lo más cerca a Chiclana», explica Almudena Márquez (27 años), que es extremeña y forma parte de la familia propietaria del bar. Ella y su pareja, David Fort (28) se establecieron en el municipio gaditano en mayo del año pasado, y vuelven a Extremadura un par de veces al año.

Playa de Barbate.::
Playa de Barbate.:: ARMERO

«En realidad -explica él-, esto no es tan diferente a Cáceres, yo lo hablo a veces con los amigos. Les digo que en un día de invierno, en Cáceres hay gente en la Plaza Mayor y el paseo de Cánovas y poco más, y aquí pasa algo parecido». «La gente de aquí -completa ella- va a San Fernando o a Jerez de la Frontera, que están a una hora. Así haces algo diferente, te mueves un poco».

Verano versus invierno

«En verano sí que hay movimiento, y en invierno tenemos nuestra clientela, principalmente de fin de semana», añade Pedro Rubio, que recoge un pensamiento en torno al pasado y el futuro de Barbate.

«Este era un pueblo que vivía del mar -comenta-, y quizás le faltó lo que en economía se llama diversificar, es decir, apostar por una cosa distinta a lo que ya está establecida, tratar de impulsar otro sector. No lo hizo, y ahora nos encontramos con que no hay muchas plazas hoteleras».

Es más habitual que los turistas alquilen apartamentos. Y que hagan vida en el pueblo, donde no faltan los locales para comer y cenar. El de la familia Rubio es un reclamo para los veraneantes procedentes de la región. «Tenemos a muchos clientes extremeños -cuenta David Fort-. A veces pasa que se sientan y te preguntan '¿Aquí quién es extremeño?'».

En el caso del bar, la respuesta está en el mismo nombre. El apelativo con el que Francisco Rubio es conocido en Barbate, el sitio en el que acabó estableciéndose tras vivir, entre otros sitios, en Barcelona y Algeciras. Su deseo fue siempre vivir lo más cerca posible de Cáceres, desde donde sus hijos viajaron para hacer vida común en la costa gaditana.

Allí hacen patria con su bar. Aunque no pierden de vista sus orígenes. «A veces -cuenta Pedro- decimos de broma que cuando paguemos este negocio, nos vamos a volver a Cáceres y vamos a montar allí un bar especializado en pescado».

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