Una ruta Destino Napoleón para Extremadura
En las inmediaciones de Don Benito, Medellín, Mesas de Ibor, Alcántara, Usagre, La Roca de la Sierra, Fuente de Cantos, Valverde de Leganés, Torremocha, Salvaleón, Mérida o Baños de Montemayor se libraron combates y hazañas memorables que tuvieron como protagonistas a muchos extremeños cuya historia merece ser rescatada
Julián García Blanco
Jueves, 6 de febrero 2020, 00:23
EL pasado 9 de mayo, el Rey Felipe VI hizo entrega del Premio Carlos V de la Academia Europea e Iberoamericana de Yuste a los Itinerarios Culturales del Consejo de Europa. A la indudable transcendencia internacional del galardón, se sumaba en esta ocasión la circunstancia de recaer por vez primera en la ejecución de un programa institucional. Precisamente, el jurado encargado de examinar las candidaturas justificó que no se premiase a un personaje de relevancia contrastada para subrayar el reconocimiento unánime a la promoción y el fomento de los valores europeos que, desde hace al menos tres décadas, venían representado en este contexto los Itinerarios Culturales. En la actualidad cuentan con 33 propuestas que recorren 64 países de cuatro continentes, invitando al viajero a descubrir el rico patrimonio común de todos ellos a partir de un modelo de gestión basado en la cooperación entre administraciones, junto a una amplia gama de asociaciones y actores socioeconómicos.
Hace cuatro años los Itinerarios inauguraron la Ruta Destino Napoleón con el objetivo de fomentar el patrimonio histórico cultural de la época napoleónica, esencial para entender el proceso integración europea, a través de exposiciones, eventos artísticos y circuitos orientados al turismo de calidad. En especial, el ligado a recreaciones históricas y visitas a campos de combate o fortificaciones, que vive una edad dorada, como prueba que la recreación de la batalla de Waterloo lograse atraer a 175.000 visitantes, desbordando las previsiones hosteleras del área de Bruselas y generando un retorno económico de casi 20 millones de euros. En la actualidad, la Ruta Destino Napoleón cuenta con más de 60 ciudades adscritas, dentro de un amplio trazado que se extiende por 16 países, desde Portugal a Rusia, en el que el nuestro está representado por Aranjuez, Bailén, Ciudad Rodrigo, Fuentes de Oñoro, Granada, Lerma, Uclés, Vitoria-Gasteiz y Zaragoza.
Las ciudades españolas que aprovecharon el apoyo institucional que brinda los Itinerarios, generaron el último año más de 100 millones de euros en beneficios, creando cerca de 3.000 puestos de trabajo directos y otros 7.000 indirectos.
A su vez, la propuesta ha generado otros proyectos, como el NAPOCTEP presentado en FITUR hace días, que cuenta con una inversión cercana al millón y medio de euros destinados a fomentar el turismo napoleónico transfronterizo entre Castilla y León y el distrito portugués de Castelo Branco, además de coordinar esfuerzos para recabar una futura declaración de la ONU sobre sus fortalezas rayanas.
En Extremadura, sin embargo, el patrimonio inmaterial que representa la época napoleónica está desaprovechado. El potencial de la región en este campo resulta inmenso, puesto que aquí se libraron varios de los combates más importantes de la Guerra de la Independencia, y por aquí discurrieron tropas de todos los países europeos que en la actualidad demandan este tipo de turismo: soldados franceses, belgas, holandeses, alemanes, suizos, polacos y británicos, legaron biografías y memorias en las narraban con todo lujo de detalles las bondades de nuestra tierra y contaban sus experiencias entre nuestras gentes.
Es cierto que algunos municipios, como Casas de Miravete, Romangordo, Miajadas, Arroyomolinos de Montánchez o La Albuera, cuya batalla es Fiesta de Interés Turístico Regional desde el año 2000, han conseguido consolidar, con gran éxito de participación ciudadana, una serie de eventos histórico-militares, que hasta hace bien poco eran tratados con recelo, mientras otras muchas localidades, quizás por desconocimiento, continúan desaprovechando este activo que las singulariza.
Y es que en las inmediaciones de Don Benito, Medellín, Mesas de Ibor, Alcántara, Usagre, La Roca de la Sierra, Fuente de Cantos, Valverde de Leganés, Torremocha, Salvaleón, Mérida o Baños de Montemayor, se libraron combates y hazañas memorables que tuvieron como protagonistas a muchos extremeños cuya historia sin duda merecen ser rescatada.
El propio Ayuntamiento de la ciudad de Badajoz, cuya importancia como capital de Extremadura y plaza fuerte dominante de todo el suroeste peninsular fue crucial para el desarrollo del conflicto, parece haber atendido finalmente las sugerencias que lleva tiempo realizando la asociación Alfonso IX, en aras a la explotación festiva de los cercos que sufrió la plaza durante el período napoleónico. Un aprovechamiento turístico que debería contar asimismo con la colaboración de Elvas, Campomayor y Olivenza, para articular una futura declaración de Patrimonio de la Humanidad sobre el conjunto de sus fortalezas.
Ahora que tanto se habla de la España vaciada, estamos ante una oportunidad única para que las localidades extremeñas que más sufrieron los estragos de la Guerra de la Independencia puedan verse económicamente resarcidas gracias al ingente patrimonio inmaterial que atesoran.
La asociación Alfonso IX ha elaborado un dossier que pone gratuitamente a disposición de ayuntamientos, Diputaciones y Administración autonómica, junto a la experiencia de todos sus miembros, con el compromiso de que sirva de base al desarrollo de este atractivo turístico internacional de primer orden. Sin duda, una medida efectiva de sostén demográfico y desarrollo rural para Extremadura.