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ERC y la repetición de elecciones

ERC y la repetición de elecciones

Antonio papell

Miércoles, 19 de junio 2019, 10:45

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La formación de los ayuntamientos ha consolidado los bloques en la política española. Ciudadanos, en una controvertida decisión que puede costarle el ser o no ser, se ha alineado inequívocamente con PP y con Vox, hasta formar un todo monolítico en que las escasas excepciones confirman la regla. La constitución de los ejecutivos de las comunidades autónomas confirmarán con seguridad la alineación sistemática de la antigua bisagra con los conservadores. Es altamente significativo que Ciudadanos haya roto su relación con Valls por haber posibilitado el acceso de Colau a la alcaldía de Barcelona, en perjuicio del independentista Maragall, olvidando que Ciudadanos nació precisamente para oponerse y combatir el nacionalismo catalán. En cualquier caso, Valls le ha dado a Rivera una soberbia lección de elegancia democrática, de coherencia ideológica y de saber estar en política.

Estas evidencias complican la investidura de Pedro Sánchez. Primero, porque la pauta adoptada por Ciudadanos se ha consolidado y ya no hacen mella las acusaciones de inconsecuencia que se le hacen a Ciudadanos con el argumento de que no tiene sentido criticar al PSOE que se eche en brazos de los independentistas cuando el partido morado le empuja irremediablemente a ello.

En segundo lugar, estos procesos de negociación complican todavía más las relaciones entre ERC y el PSOE, ya muy deterioradas tras el veto a los presupuestos y la negativa a permitir que Iceta fuera senador. El PSC ha sido pieza clave del fracaso de Maragall en Barcelona, pero hay indicios en sentido contrario: en Sant Cugat del Vallés, JxCat de Puigdemont, que llevaba gobernando 32 años, ha perdido la alcaldía tras una alianza entre ERC, CUP y PSC. En Figueras ocurría algo parecido y JxCat era desplazado por una alianza entre ERC, PSC, Guanyem y Canviem Figueres. Y en Badalona, era el socialista Álex Pastor y no el popular Albiol quien se hacía con la alcaldía tras otra alianza ERC-PSC-Guanyem. Hay otros ejemplos de pactos parecidos en localidades de menor entidad.

En el Estado, PSOE y Unidas Podemos suman 165 escaños, a 11 de la mayoría absoluta. En segunda votación, la investidura podría estar asegurada con la abstención del nacionalismo catalán progresista y de EH Bildu. En definitiva, la estabilidad y la tranquilidad de un gobierno presidido por Pedro Sánchez se asegurarían si se llegara a un acuerdo con ERC para que los republicanos se abstuviesen al menos en la investidura y se prestasen a negociar en determinadas condiciones los presupuestos generales del Estado. Porque si la investidura es esencial para el desarrollo de la legislatura, también lo es la aprobación de las leyes orgánicas, que requiere mayoría absoluta en el Congreso.

Cualquier acuerdo entre el PSOE y ERC es en este momento extremadamente delicado, entre otras razones porque está pendiente la sentencia del Supremo en una causa en que se ha señalado a Junqueras como el principal organizador de lo que la fiscalía llama 'golpe de estado' del 1-O. Pero si la minoría mayoritaria, el PSOE, está realmente dispuesta a ofrecer una negociación al soberanismo en el marco constitucional y con absoluta transparencia, nada realmente importante se opone a un principio de acuerdo con ERC, condicionado. Y las condiciones irrevocables son dos: renuncia al unilateralismo y disposición a no sobrepasar el marco constitucional.

Algunos preferiríamos que las negociaciones entre el gobierno de centro-izquierda y ERC se llevaran a cabo sin ese previo pacto de estabilidad, pero después de ver la falta de sentido del Estado de Ciudadanos, que en su papel de bisagra debería prestar su apoyo para impedirlo, y dado que nada hay que ocultar, el referido pacto puede ser la solución para evitar nuevas elecciones.

No sería justo que, después del atracón electoral a que se ha visto sometida la ciudadanía, los políticos reclamaran ahora de nuevo el dictamen del pueblo soberano en las urnas. La obligación de la clase política es gestionar los resultados con altura de miras y sentido común.

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