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Tren Ave en la nueva estación de ferrocarril de Segovia. :: E.R.
Ser puntual en Cáceres o en Segovia

Ser puntual en Cáceres o en Segovia

Qué necesidad hay de llegar a las cinco, cuando se puede llegar tranquilamente a eso de las cinco

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Martes, 30 de abril 2019, 09:07

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Había quedado con ellos a las cinco de la tarde y llegaron a las cinco y cuarto, corriendo, desencajados, sudando. Y me soltaron: «Ya nos habían dicho: Ese es puntual». Lo trascendente de la frase es asociar la puntualidad con un demostrativo con evidente sentido despreciativo, ese. Ser puntual en Cáceres y, en general, en provincias, es poco elegante, suena a extranjero, a rareza, a ridículo y a puntilloso. El puntual es un tocapelotas, así de claro. ¿Por qué llegar a las cinco en punto, corriendo, estresado y con angustia cuando se puede llegar a eso de las cinco? Es más, en la provincia española tranquila, que viene a coincidir con lo que llaman la 'España vaciada', se queda a una hora por decir algo, por establecer una aproximación, pero no porque sea necesario.

Te llaman por teléfono y no es difícil establecer un lugar para la cita, pero para fijar la hora parece que estáis jugando al póker y nadie quiere enseñar sus cartas. A las cuatro y media, a las seis, a las cinco y cuarto. Hasta que alguien opta por una hora tan indefinida como a eso de las cinco, no se acaba la partida.

Y en ese a eso se encierra la gracia de la provincia, la relatividad vital y la intrascendencia como filosofía. Ríete tú del existencialismo y del nihilismo, corrientes que llenan de ansiedad y de náusea. La intrascendencia es la esencia de la felicidad, nada importa, todo fluye, los problemas se arreglan o dejan de ser problemas, los intensos molestan y los concienciados espantan. Intrascendencia y relatividad, todo es a eso de. nada es estricto. Todo es fluir, dejarse llevar, paladear el instante sin importar el después, partido a partido, no bailar hasta que no empiece la música. ¿Y cuándo empieza la música? Pues a eso de las.

Michelle Greenwald es una señora norteamericana experta en innovación. Está enamorada de España, también de la vaciada y tranquila, desde que con 17 años vivió unos meses con una familia de Segovia para perfeccionar su castellano. Lo que más le gustó y mejor recuerda de su etapa española fue que en Segovia ningún reloj marcaba la misma hora. En una ciudad donde el reloj de tu casa marca y diez, el del ayuntamiento menos diez y el de la catedral y cuarto, todo es posible y el ritmo de la vida se tiñe de un relativismo excepcional. ¡Qué más da la hora si el cochinillo está en su punto!

Para innovar, y la señora Greenwald, no lo olvidemos, es experta en el tema, la prisa no es buena consejera y nada estresa ni empobrece más al creador que inventar con prisa. Por eso, la vida en provincias es ideal para quienes trabajan desde casa. Esa ha sido desde siempre una de las esperanzas del AVE, convertir las ciudades tranquilas en espacios para vivir mejor e innovar sin estrés: creas en tu casa o en una oficina luminosa y viajas a la capital en una hora para presentar y comentar tus trabajos.

En Segovia, ciudad cruzada por cien 'aves', esa posibilidad de indagar y aportar desde la intrascendencia y el distanciamiento está enriqueciendo el municipio. Pasó antes en las ciudades francesas periféricas y tranquilas gracias al TGV.

Es una pena que, por culpa de los teléfonos móviles y de los despertadores con GPS, sea imposible ampararse en la relojería caprichosa para moverse por la vida a nuestra bola. El GPS ha acabado con los pretextos para manejar los tiempos y nos ha arrebatado la laxitud, pero aun así, en provincias seguimos quedando a eso de. Y cerramos las citas por protocolo, por poner una hora, a sabiendas de que solo los raros y los neuróticos son puntuales.

En el reloj de mi coche, únicamente aparece la hora exacta si sintonizo Radio Clásica, así que basta con apagar la radio para vivir en un limbo horario muy satisfactorio. Otra medida casera contra la tiranía del tiempo exacto es no cambiar la hora del reloj de la cocina al llegar abril ni el primer sábado de noviembre. Así, vives todo el año a la misma hora y en la duda perpetua, dándote lo mismo, sin estridencias, sin exigencias. A eso de.

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