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En los pueblos hacen whisky

En los pueblos hacen whisky

Poder para el alcalde. Los municipios que diversifican la economía son los que crecen

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Viernes, 30 de abril 2021, 20:58

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Mis sobrinos en edad de trabajar viven en Madrid (4), en Boston (1) y en Dallas (2). Se han ido a grandes ciudades, donde se acumula el poder económico. Porque la concentración de las empresas y de la oferta de empleo especializado en las grandes capitales no es una cuestión española, sino global. Es en las ciudades donde las empresas de servicios y las industrias se instalan y en la región, a menor escala, sucede algo parecido, aunque aquí, más que grandes empresas, lo que tenemos son grandes instituciones que dan empleo a miles de funcionarios en las tres capitales extremeñas.

Esta situación ha inspirado libros, películas, expresiones como 'La España vaciada', que parece más una marca publicitaria que un concepto, y jornadas donde se mezclan los lamentos con las ideas y las ocurrencias, pero la realidad es la que es y las propuestas pretendidamente originales y valientes que se exponen casi nunca trascienden el nivel del paño caliente, que reconforta y alivia, pero ni cura ni soluciona.

Podemos reabrir las taquillas de Renfe en los pueblos, descentralizar algunas dependencias oficiales, trazar autovías y electrificar vías ferroviarias, pero la gente no va a repoblar las comarcas de la España interior y 'vaciada' si no se le ofrecen verdaderas oportunidades. El territorio ya no es el feudo medieval, no se puede repoblar con inmigrantes y adscribirlos a ese espacio porque en cuanto descubran que no tienen la más mínima oportunidad de vivir como en la gran ciudad, escaparán como hacen nuestros hijos. Si nosotros no nos vamos a vivir a los pueblos y preferimos las capitales, ¿por qué van los inmigrantes a quedarse donde no hay trabajo bien pagado?

La rebelión del campo está trasladando a la comunidad el mensaje de que hay una España vacía por culpa de los problemas de la agricultura y la ganadería. Y sí, es verdad que en el campo tenemos un problema, pero los pueblos que mantienen población y resisten son aquellos que tienen una economía local diversificada. La agricultura por sí sola no va a resolver el problema de la despoblación. La gente se queda en aquellos pueblos donde, además de la agricultura y la ganadería, ha habido una inversión en el turismo, en la industria agroalimentaria y en los servicios, donde se ha creado un tejido de empresas locales.

¿Cómo se consigue eso? Pues hay que contar con emprendedores comprometidos con el entorno, bien formados, bien asesorados y con ideas. Eso no es difícil, pero además, hacen falta gestores públicos cercanos a lo local, o sea, descentralización municipal. Los alcaldes y los concejales son quienes mejor saben cómo desarrollar la economía rural, pero en España no tienen apenas recursos ni instrumentos legales para fomentar las iniciativas pegadas al terreno y la realidad.

Miremos a las cámaras municipales portuguesas, bastante más poderosas que nuestros ayuntamientos y con casos cercanos como el de Idanha-a-Nova, donde han conseguido crecer en población apoyando desde la cámara municipal las iniciativas locales. En Extremadura, me quedo con Zarza de Granadilla, un pueblo que se ha reinventado gracias a sus emprendedores locales: además de lo agropecuario, cuenta con una docena de complejos rurales (alrededor de 100 plazas), cinco restaurantes, una fábrica de cervezas y destilados donde hacen incluso whisky, una quesería puntera, iniciativas de apicultura, una importante fábrica de remolques, dos grandes almacenes de complementos de baño y construcción y cuatro talleres mecánicos, además de un abundante pequeño comercio. Y todo esto en un pueblo de 1.823 habitantes que no está ni en la sierra ni a la orilla del mar. La salvación de Extremadura está en los pueblos si les dejamos.

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